Después de las elecciones territoriales… organizar la lucha

Por Antonio Romero

Con una participación del 60% de los votantes, terminaron las elecciones dejando un sinsabor en el Pacto Histórico, que tenía la expectativa de repetir la experiencia de las elecciones nacionales, en las que las masas respaldaron su proyecto político, aun sin conocer cómo estaban integradas las listas. Esta vez, el Pacto Histórico no pudo obtener ninguna de las alcaldías de las grandes ciudades, incluso en algunas que habían votado por candidaturas llamadas independientes o alternativas como Bogotá, Medellín, Cali y Cartagena.

¿Cuáles son las razones para que el Pacto Histórico haya tenido este revés electoral? ¿se puede calificar el resultado como una derrota para el Gobierno de Petro? Son los interrogantes que quedan después de que los medios masivos de la burguesía han mostrado las elecciones territoriales como un referendo al gobierno, en el que fue derrotado.

Detrás de las cifras

Lo primero que debemos plantear cuando hacemos análisis electorales es que la democracia burguesa expresa de manera distorsionada la lucha de clases, porque las instituciones del Estado burgués están diseñadas para perpetuar la explotación y la opresión, así participen candidaturas revolucionarias o reformistas. Los resultados no muestran que la burguesía recupera o toma el poder, sino que nunca lo ha perdido, a pesar de no estar directamente en el Gobierno. Por ello, decimos que no es en las urnas donde se buscan los cambios, sino en las calles, y por eso después de un estallido social es probable que sectores “progresistas” lleguen a altos cargos de gobierno.

Sin embargo, los resultados electorales nos sirven para mirar la respuesta de las masas y la situación de la lucha de clases. Por ejemplo, los diez millones de votos que llevaron a Petro a la presidencia, fueron resultado de la movilización social que incluso llevó a sectores de la burguesía y la pequeña burguesía a sumarse a su propuesta reformista para evitar que las masas siguieran avanzando en las calles. Esos sectores respaldaron en las territoriales candidaturas de la llamada ‘centro-derecha’ que hoy se opone al Gobierno.

En Bogotá, el triunfo amplio de Carlos Fernando Galán del Nuevo Liberalismo (derrotando a Gustavo Bolívar, refleja el retroceso de los sectores “progresistas” del petrismo, y muestran la frustración y escepticismo de las bases frente a los cambios que esperaban, más allá de las recortadas reformas que se tramitan en Congreso de la República.

Las alcaldías que se presentaban como ‘alternativas’ –Jorge Iván Ospina en Cali y William Dau en Cartagena– pasaron a manos de Alejandro Eder de una coalición de partidos tradicionales, y Dumek Turbay del liberalismo, respectivamente. Igual pasa en Medellín, donde es derrotado contundentemente uno de los aliados estratégicos de Petro a manos del uribismo. Hay que tener en cuenta que estos alcaldes enfrentaron la pandemia y el Paro Nacional, siendo cómplices de la represión, por lo que también hay un voto castigo de las masas.

Los pactos en las territoriales, la política del Pacto

Las elecciones territoriales, como ya hemos dicho, son muy diferentes a las elecciones nacionales, donde el llamado voto de opinión pesa más. En las elecciones territoriales se observa todo el peso de la maquinaria electoral, gamonalismo, clientelismo, nepotismo y demás. Es frecuente que muchos voten por un amigo o conocido, sin importar el programa o el partido, y se imponen temas que afectan de manera inmediata a la población; como la seguridad ciudadana, que por lo regular son banderas de las candidaturas de la derecha.

Pero los liderazgos territoriales del Pacto Histórico pensaron que había una oportunidad de arañar algunas curules y algunas alcaldías, y que incluso se repitiera la experiencia del Congreso de la República, cuando las bases respaldaron de manera masiva sus listas. Esta vez, incluso en muchas ciudades fue imposible organizar listas del Pacto Histórico, y cada partido de la coalición terminó convertido en una microempresa de avales en las que los luchadores y luchadoras sociales tuvieron que compartir listas, cediendo los primeros lugares, con quienes compran cupos en estos partidos.

El resultado fue, que los diez millones de votos que se levantaron contra el uribismo y el gobierno de Duque en el 2022, en los que se sumaban aliados de las clases medias que votaron por Petro a pesar de creer que es muy radical, esta vez votaron por partidos más afines al liberalismo y más fiables para la estabilidad burguesa. El golpe es también para el Centro Democrático y candidaturas más a la derecha, que a pesar de celebrar su supuesta victoria obtuvieron resultados más bien modestos, y en la mayoría de los casos gracias a coaliciones donde los candidatos triunfantes no se presentaron directamente a nombre del Centro Democrático.

El gran error del Pacto Histórico, además de su programa reformista y sus tácticas burocráticas y conciliadoras con la burguesía, es su ausencia de democracia interna, las decisiones electorales las tomaron desde los partidos con personería y en la mayoría de los casos se dispersaron ante la imposibilidad de un acuerdo entre los mismos. La propuesta de hacer asambleas populares, de que las listas estuvieren integradas por los liderazgos del estallido social y que se retomara el programa de lucha con el que miles de personas se volcaron a las calles, no fue acogida por las direcciones del Pacto Histórico y de la burocracia sindical.

Contrario a eso, optaron por hacer lo mismo que los políticos tradicionales (amiguismo, nepotismo, componendas por arriba), solo que con menos plata y menos experiencia. Entonces metieron al hermano del ministro, al libretista, etc. Al igual que para el Congreso, mientras decían que había que votar contra la derecha y los partidos tradicionales, metieron a la derecha y a los partidos tradicionales en las listas, de tal suerte que la burguesía igual ganara las elecciones, así fuese con otro letrero.

De esta manera, la necesidad de expresiones electorales que reflejen el descontento social, los procesos y reivindicaciones de lucha que restringe e impide el régimen electoral colombiano, no encontraron en el Pacto Histórico ni en avales “independientes” el espacio para disputar la conciencia y el voto de las masas contra toda la maquinaria electoral burguesa.

La otra situación ha sido el desgaste del Gobierno de Petro, el recorte de los proyectos de reformas; algunos de ellos que pasaron de ser tibios a reaccionarios, como es el caso de la del proyecto de reforma pensional; el alza constante y sostenido de la gasolina y el incumplimiento de las promesas, como el desmonte del ESMAD, que llevó a que esa juventud que se movilizó con sus propios recursos en la campaña presidencial, la que no fue cooptada o institucionalizada, esta vez no se la jugara por la lucha electoral, lo que se sigue expresando en una importante abstención.

 

El voto en blanco

Los resultados del voto en blanco fueron heterogéneos a nivel nacional, y expresa algunos fenómenos particulares en cada caso. Sin embargo, a nivel general con un 4.4% del total, expresaron un sector de la población que de manera consciente opta por no respaldar ninguno de estos proyectos políticos, y que se niega a votar al “mal menor”, esto lo configura en un voto protesta.

A nivel de gobernaciones el voto en blanco obtuvo un importante segundo lugar en el Valle del Cauca con un 27.6 %, cerca de dejar por fuera a Dilian Francisca Toro, quien logró ganar con un 40 % pero muy pobre en legitimidad. En Cundinamarca también fue segundo lugar con un 12 %.

En dos alcaldías, en Gamarra y Maicao, ganó el voto en blanco y por lo tanto, tendrán que repetirse los comicios. Y en Bogotá en la localidad de Tunjuelito, donde un grupo de militantes de base de Pacto Histórico llamaron a votar blanco para la JAL, en protesta por las prácticas burocráticas de su propia colectividad, el voto en blanco ganó con un 17 %, y si bien en los cuerpos colegiados la elección no inhabilita a los elegidos, la legitimidad será poca, y el mensaje de las bases a las direcciones está más que claro. Las bases del petrismo no son bases ciegas dispuestas simplemente a votar por quien Petro diga; y de no cambiar las actuales prácticas el camino que les espera, será duro.

En Bogotá, a pesar de las campañas, 4.8 % de votantes manifestó su inconformidad en las urnas. La pésima gestión de Claudia López, y la pobre simpatía que despertó el candidato Bolívar, asociado a lo mencionado antes, llevaron a un voto por el delfín Galán, con su perfil tecnocrático.

Lo que sigue… organizar la lucha

Desde el Partido Socialista de los Trabajadores llamamos a votar en blanco como una forma de protesta a la falta de democracia (no se ha hecho una reforma política que permita la libertad de participación electoral) y al distanciamiento del Gobierno de Petro del programa del estallido social que lo llevó al Palacio de Nariño. Pero además, llamamos a organizar la lucha para hacer ese programa una realidad, porque estamos convencidos de que no es en el Congreso de la República donde podemos hacer las transformaciones radicales que necesita la clase trabajadora y los sectores populares.

Las elecciones territoriales no se deben reducir a  un referendo al Gobierno de Petro, ni hacer análisis mecánicos de las mismas; pero sí reflejan una dispersión del movimiento de masas que durante el Paro Nacional intentó crear espacios de coordinación de las luchas, y en buena medida esa dispersión ha sido responsabilidad del Pacto Histórico que ha instrumentalizado la movilización en favor de sus recortadas reformas, que ha incumplido las promesas a la juventud, que ha cooptado liderazgos y que ha puesto a esas bases en la lógica de las expectativas electorales, intentando renovar la confianza en un régimen político decadente.

Entonces, podemos decir que hay una derrota relativa del Gobierno, que debilita su ya mermada capacidad de negociación con la burguesía para sus “reformas” y que lo distancia de las bases del Pacto Histórico. La salida para la clase trabajadora y para las masas sigue siendo la organización y la movilización con independencia de clase y la lucha por las banderas levantadas durante el estallido social, no por las tímidas reformas que hoy negocia el Pacto Histórico.

Los alcaldes y gobernadores de la derecha y “centro-derecha” triunfadores, ya han advertido al gobierno que usarán sus gobiernos como instrumento de chantaje y negociación con el gobierno, en el pulso por las reformas, la Paz Total, el Plan de Desarrollo y los presupuestos. Esto presiona por la derecha al gobierno quien tendrá menor margen de maniobra con su llamado a un acuerdo nacional y la política de concertación con la burguesía.

No será iniciando desde ya la campaña electoral 2026 con algún candidato impuesto, como se vencerá la contraofensiva de la burguesía. Será en las calles, en las asambleas, en las organizaciones de base, en la recuperación de las organizaciones bajo el control de los trabajadores, por fuera de la dañina cooptación e institucionalización en la que actualmente se encuentra una gran mayoría. A juicio de ser reiterativos, la única salida será recuperar la calle. También será necesario seguir luchando por una reforma política democrática, que garantice la participación política de la clase trabajadora, donde desaparezcan los umbrales, las pólizas y el mercado de avales.

 

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