Editorial/ La oposición burguesa y reaccionaria se moviliza ¿qué significan y qué hacer frente a las marchas del 21 de abril?

Las marchas de la reacción, convocadas por el uribismo, Cambio Radical y secundadas por otros grupos políticos como el Partido Verde; también azuzadas por las EPS, iglesias evangélicas, entre otros, indiscutiblemente fueron multitudinarias en varias capitales. En ellas, además de la presencia de los sectores más reaccionarios de la sociedad, se expresaron diferentes sectores de la población, y no solo la burguesía y los privilegiados. Es innegable que tras sus reaccionarios intereses lograron arrastrar sectores populares y sectores medios. Creemos que sería un error menospreciarlas o reducirlas a verlas solamente como marchas de algunos que defienden sus privilegios y nada más.

¿Por qué tanta gente salió?

Desde el inicio del gobierno de Petro se vienen dando este pulso por la calle, que aparece como un pulso entre el gobierno y la oposición de derecha; pero que también reflejan la polarización política expresada en las elecciones presidenciales de 2018 y 2022, en los paros nacionales y entre quienes buscan un cambio y quienes se oponen al mismo. La oposición burguesa de derecha viene apelando a la movilización en contra de las reformas del gobierno, que aunque tibias, no están dispuestos a soltar ni un poco de sus ganancias, o ni siquiera a discutir el modelo de sus negocios como sucede con el tema de la salud. Estos son los sectores que efectivamente marchan para defender sus privilegios y también para preparar su electorado para las elecciones próximas en 2026, donde esperan recuperar el gobierno.

Así que no es extraño que el uribismo, y sectores afines convoquen y realicen este tipo de movilizaciones reaccionarias. Pero la pregunta es, ¿cómo lograron tanta masividad? La respuesta está en la encrucijada del cambio: la incapacidad del Gobierno para responder a las necesidades sentidas de las masas, el empantanamiento de las reformas en el Congreso, la carestía progresiva a pesar de la propaganda gobiernista; es el resultado de la política de la concertación de Petro que intenta conciliar permanentemente los intereses de los trabajadores y el pueblo, con los de los de los ricos y explotadores; en este proceso los trabajadores y el pueblo únicamente perdemos porque implica negociar nuestros derechos y limitarlos al estrecho marco de la legalidad e institucionalidad burguesa.

Esta política de concertación se combinó con una política de controlar la movilización, que terminó por asfixiarla; la calle se abandonó o sólo se usó para defender al gobierno cuando tuvo problemas y escándalos; se depositó la confianza en el Congreso corrupto donde era obvio que no se podría cambiar nada; se desactivó a cientos de activistas cooptándolos para las instituciones, y a otros se les dejó abandonados en las cárceles. Así que lo que se expresa principalmente es el descontento general con las condiciones de vida, con los problemas estructurales que siguen sin resolverse, que ante la ausencia de respuestas y alternativas por la izquierda caen en la instrumentalización de la derecha que ya está en campaña electoral.

Pero en este descontento hay tres elementos que inclinaron la balanza y dieron el peso a las movilizaciones. El primer elemento, es la pugna por la reforma y el negocio de la salud, la campaña de desinformación y el sabotaje de las propias EPS al servicio (negando medicamentos, dejando de pagar a IPS), sumada a la manipulación directa de sus trabajadores a los cuales amenazan con que con la reforma o con la intervención supuestamente perderán sus empleos y desaparecerá el sistema. Esta campaña tuvo sus frutos pues en la marcha hubo presencia importante de profesionales de la salud, en especial médicos. La cuestión de la salud expresa la contradicción entre cualquier posibilidad de reforma y la ganancia patronal, incluso con una reforma que mantenía el negocio privado.

El segundo elemento es la profundización de la crisis social, de inseguridad en el campo y la ciudad, en medio de una dinámica de desaceleración de la economía, aumento de la carestía tanto en productos básicos como en los servicios y el aumento progresivo del precio de los combustibles, que ahora afecta al ACPM. Esta alza afecta no solo a transportadores sino que también encarece la mayoría de productos de uso diario. En esto Petro, contrario a la retórica de la derecha, lo que ha hecho es aplicar los dictámenes imperialistas manteniendo la indexación de la gasolina a precios internacionales. Todos estos elementos de crisis social son producto del propio capitalismo en decadencia que no tiene nada más que ofrecer; pero que es hábilmente achacada al gobierno de Petro.

El tercer elemento, que fue la cereza que coronó el pastel, fue el intempestivo decreto sobre el día cívico de la paz con la naturaleza; era imposible que decretar este día cívico justo el 19 de abril con el loable propósito de ahorrar agua y energía, no se interpretara como un homenaje al M-19 y un acto de narcisismo del presidente en sus cumpleaños. Una jugada que la reacción supo aprovechar, volteando la jugada e ignorando el día cívico en varias ciudades, donde además se argumentó que era un intento por desestimular las marchas decretando “puente”.

El Paro Nacional de 2019 y 2021 nació del descontento, y si bien la movilización logró ser reemplazada por las urnas y la ilusión de un gobierno amigo, el descontento no ha sido disipado. Entendemos que haya sectores inconformes confundidos que se movilizaron el domingo expresando un descontento legítimo, pensando que en esa marcha luchan por sus derechos. Es una gran contradicción que para ellos no fue tan evidente: quienes se movilizan contra el aumento del combustible, marchan junto a la burguesía que no solo avala, sino que promueve ese aumento. Los trabajadores de la salud y aquellos que han sido víctimas de un mal servicio de salud, a quienes les han negado los medicamentos, marchan junto a las EPS que son las verdaderas responsables de la crisis de la salud y quienes nos han quitado el derecho por años.

EPS, grandes ricos y políticos de derecha, solo se aprovechan y utilizan de manera oportunista este tipo de preocupaciones legítimas de sectores populares, y trabajadores, para movilizar en su favor y para promover ideologías reaccionarias como el racismo, la homofobia, e incluso hacer apología del genocidio de Israel contra Palestina.

Y entonces ¿Qué hacer?

No nos llamamos a engaños, a pesar de sus discursos lo más probable es que Petro va a fortalecer la conciliación con la burguesía, y no la respuesta a las necesidades de las masas, tal como lo expresa Laura Sarabia, la que maneja la agenda del presidente y quien es la principal interlocutora con la alta burguesía colombiana. Lo más probable no es que baje el precio de la gasolina, ni que el Gobierno se la juegue a estatizar la salud. Por el contrario, privilegiará el diálogo con los sectores de la burguesía que convocaron la marcha, y no con los sectores populares que reclaman cambios o que marcharon junto a ellos porque no comprenden qué sucede con el cambio. Desde luego es cierto que el Gobierno debería hacer autocrítica, y escuchar; pero ¿escuchar a quién?

Paradójicamente, las masas de trabajadores y sectores populares no han logrado ser un interlocutor de peso para el gobierno, su descontento no es escuchado. Las direcciones sindicales y políticas que apoyan al gobierno se han esforzado tanto en domesticar el descontento que han logrado asfixiarlo y adormecerlo. Los llamados a la movilización institucionalizada como el del 9 de abril, no logran convocar todas las fuerzas que se expresaron en el estallido social. Precisamente la fuerza del paro nacional, que a la larga colocó a Petro en la silla presidencial, es la fuerza que rebasa las estrechas miras de la burocracia y el oportunismo. Invocar estas fuerzas por decreto no funciona y pretender instrumentalizar el 1 de mayo confundirá más y obstaculizará la necesaria movilización independiente; profundizando aun más el problema.

Por el contrario, proponemos que las centrales obreras y las direcciones mayoritarias de los trabajadores, los dirigentes del paro nacional, den un giro a su política recuperando y promoviendo la movilización independiente en contra de esa burguesía que se opone al más mínimo cambio, recuperando las reivindicaciones del paro nacional y exigiendo en las calles y en la lucha una verdadera reforma a la salud, una verdadera reforma laboral y pensional sacando a las EPS y las AFP del medio; el precio de la gasolina debe bajar a sus verdaderos costos de producción y no a la especulación financiera del capital imperialista, para así poder bajar el costo de vida y, además es urgente que Petro rompa relaciones con el régimen genocida y sionista de Israel que masacra a los palestinos.

Comité Ejecutivo del Partido Socialista de los Trabajadores

22 abril 2024

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