El Discurso de Petro a los trabajadores ¿reforma o revolución?

Este primero de mayo en Colombia fue diferente a los anteriores, es el primero que se conmemora en medio de un gobierno de Frente Popular. El gobierno de Gustavo Petro, quien dijo ser “el primer presidente de izquierda de Colombia”, utilizó la histórica conmemoración del día internacional de la clase obrera, para canalizar la movilización en apoyo a su gobierno, y en apoyo sus proyectos de reformas, especialmente de la salud, la laboral y la pensional.

Este primero de mayo miles asistieron a las calles, algunos que siempre, por costumbres o convicción siempre asisten; y otros convocados por el momento, por las ilusiones y expectativas en el presidente caudillo que ofrece mejorar la vida de las mayorías. Al finalizar la marcha en Bogotá, desde el balcón de la Plaza de Armas y acompañado de su esposa, Verónica Alcocer, Petro dio un discurso de cerca de una hora, que emocionó a sus fervientes seguidores, renovó las esperanzas que todavía mantienen sectores de las masas en él y su gobierno, al tiempo que indignó, escandalizó y preocupó a todas las fracciones de la burguesía; desde los que dicen defender la democracia y las instituciones, hasta el ala más reaccionaria que no tardó a salir a mascullar los augurios de dictaduras, pseudocomunismos y chavismos.

Petro, que se ha destacado por ser un político hábil, sabe interpretar a sus auditorios, como lo ha demostrado con sus elocuentes discursos en la ONU, la CELAC, la OEA y por supuesto, en sus ya célebres “balconazos”. En este caso, poniéndose a tono con la fecha, pronuncia un discurso más rojo, conscientemente elaborado para los trabajadores en el primero de mayo.

El contenido y el tono del discurso culminan una semana protagonizada por remezones y crisis en la coalición de gobierno, que producto de los reparos y oposición de los partidos Liberal, Conservador y de la U a la reforma a la salud (al punto de casi hundirla por un voto), provocó la decisión de Petro de sacar a los ministros incómodos y reprender a sus reticentes aliados. Así, no solamente salen las cuotas de Santos, César Gaviria y los conservadores, sino que incluso sacrifica a su ministra de Salud, Carolina Corcho, para buscar salvar la reforma.

Este aparente giro a la izquierda del gobierno, de fondo no es más que una nueva, y más vehemente advertencia a la burguesía, de que si no acepta el camino de las reformas, la misión de impedir un nuevo estallido social será más difícil, y las consecuencias imprevisibles. Éste es el mensaje de fondo del discurso de Petro este primero de mayo.

La reivindicación de la vía liberal de las reformas

Hasta ahora para Petro, Francia Márquez y el Pacto Histórico, durante la campaña electoral, y ya desde el gobierno, la clase obrera ha sido sistemáticamente ignorada, relegada y diluida como clase, en medio de términos amorfos de “los nadie”, y sólo es digna de ser mencionada luego de la larga lista de oprimidos del país. Por eso sorprende y emociona a muchos obreros escuchar a un presidente hablar de ellos, de sus luchas, de sus necesidades y del rol productor de la riqueza que tienen los obreros.

Pero contradictoriamente, no son sus gestas (excepto la del primero de mayo) las protagonistas de su discurso. Son las gestas de la burguesía, ya sea de la burguesía republicana de la independencia o de los liberales del siglo XX, las que toma como ejemplos históricos para desde el lugar de las reformas liberales, justificar su lugar en la historia.

Efectivamente los grandes protagonistas de las guerras de independencia en la América colonizada, fueron las masas de indígenas, campesinos, artesanos y esclavos, quienes protagonizaron las revoluciones de independencia. Pero lamentablemente, las traiciones de la burguesía dirigente, sólo confirman lo que se ha convertido en una ley histórica en el capitalismo: sin independencia política de sus enemigos, la burguesía, toda lucha de los trabajadores estará, tarde o temprano condenada al fracaso.

Llama la atención que el principal referente histórico que reivindica es el del gobierno de López Pumarejo, gobierno liberal que trajo a Colombia en los años 30 las reformas del Estado de Bienestar que la burguesía mundial se vio obligada a tomar para evitar la extensión de la revolución obrera y socialista iniciada por los bolcheviques en Rusia.

Petro ve como su gran ejemplo a quien “salía a estos balcones –no exactamente aquí– a hablar con el pueblo en los primeros de mayo y a trazar esa alianza entre un gobierno y la clase obrera”. La reivindicación que hace Petro de López Pumarejo, el “compañero presidente” es la reivindicación a los gobiernos de conciliación de clases, y por esa vía a su gobierno de Frente Popular, es decir a la alianza entre la burguesía liberal “progresista” y la clase trabajadora.

Petro defiende su reformismo como la continuidad del liberalismo burgués, truncado por la oposición violenta de las élites terratenientes y burguesas que se niegan a ver los beneficios de otorgar mejores condiciones a los verdaderos productores de la riqueza.

Y efectivamente Petro reafirma una verdad del capitalismo: “Un empresario no puede tener ganancias si no hay trabajadores. Así de simple

Las ganancias solo salen del trabajo. Esa es una ley económica en el capitalismo, estudiada desde hace siglos. Aunque se intenta ocultar, aparece una y otra vez. No hay forma de conseguir ganancias que no sea a través del trabajo directo de los productores y las productoras de Colombia, o de cualquier otro lugar del mundo”.

La burguesía se estremece al escuchar esta verdad.  Y también es verdad que ésta es una realidad descubierta y estudiada por los fundadores de la economía política clásica, base teórica de la comprensión capitalista de la economía.

Pero desde esos tiempos, hace más de dos siglos, en que fue expuesta esta verdad, Marx y Engles, fueron más allá. No se limitaron a reconocer el papel productor de riqueza del trabajo humano, sino que plantearon la necesidad de superarla de forma revolucionaria. No se trata solamente de mejorar las condiciones de quienes despojados de los medios de producción se ven obligados a vender su fuerza de trabajo, como cualquier otra mercancía en el mercado; sin cuestionar el sistema de explotación del cual los capitalistas obtienen (o mejor dicho: roban) sus ganancias. Se trata de abolir ese sistema de expropiación. Y es precisamente a donde –de manera consciente–, Petro no quiere llegar.

La burguesía se escandaliza porque no quieren que ni siquiera la clase obrera tenga conciencia de su lugar en la economía, como verdaderos productores. Es la ideología falaz de que quienes producen la riqueza y los empleos son los empresarios las que el conjunto de la burguesía quiere que prevalezca.

El propio sistema capitalista, incluso en los ejemplos que Petro reivindica, de los gobiernos reformistas y socialdemócratas ha mostrado la imposibilidad de garantizar mejores condiciones para la clase productora. Incluso la glorificación que hace de Europa esconde la realidad de esos países. Si en los aparentes paraísos del bienestar europeos existen altos estándares de derechos laborales, a la salud y la educación, es porque son países imperialistas, que mediante el saqueo y la sobreexplotación de los países coloniales y semicoloniales de Latinoamérica, Asia, África e incluso algunos países de Europa, que pueden dar a su propia clase obrera privilegios a cambio de no cuestionar las multimillonarias ganancias del capital imperialista europeo. Pero también esos paraísos imperialistas están en cuestión. El ataque a las pensiones en Francia, y la crisis económica que no se logra evitar, amenazan permanentemente las condiciones de vida de la clase obrera europea, que se ve obligada al luchar, ya sea contra los gobiernos de derecha o los gobiernos socialdemócratas, “progresistas” que imponen medidas de austeridad.

La burguesía también se escandaliza porque Petro habla de que es gracias al estallido social él es presidente. Incluso porque reconoce el papel de la juventud en el Paro Nacional, y las primeras líneas. Francia Márquez fue más allá, y desde Cali, las reivindicó abiertamente, lo que ha desencadenado la furia del uribismo.

Petro llama a la movilización y advierte que puede haber un nuevo estallido de no aprobarse las reformas, se despacha vehementemente contra las AFP y las EPS; pero eso contrasta con la realidad de las reformas en las cuales se salva a ambas. Por ejemplo, en la reforma a la salud las EPS cambian de nombre y continuarán recibiendo ya no el 8% sino el 5% del presupuesto de la salud, sin ser investigadas ni obligadas a devolver lo que se han apropiado y favoreciendo el negocio privado al mantener el modelo de subsidio a la demanda. En cuanto a la reforma pensional, el panorama es tanto peor, tal como lo dice en su discurso, Petro le ofrece una verdadera tabla de salvación a los fondos privados de pensiones, obligando a los asalariados medios a cotizar por encima de los 3 salarios mínimos en estas entidades.  Igualmente, al tiempo que se habla de mejorar la calidad de vida de la población, en la práctica se compromete a aplicar la regla fiscal, así como las demás recomendaciones del Fondo Monetario, la OCDE y otros organismos multilaterales imperialistas, manteniendo relaciones fraternas y de colaboración con el imperialismo norteamericano.

En otra parte de su discurso Petro menciona la máxima de: “la tierra es para el que la trabaja”, lo cual sumado a la propuesta de expropiación con indemnización genera rechazo de los grandes latifundistas, que tal como él lo dice son los herederos de los esclavistas. El terror a la palabra expropiación, el discurso anticomunista y la política de la concertación, ha puesto a gran parte de la llamada izquierda en la posición de defenderse la “calumnia de ser expropiadores”, la realidad es que estas “expropiaciones” incluyen el pago de los terrenos a los latifundistas, terrenos de los cuales ellos se han apropiado en la historia reciente y antigua mediante el saqueo y la violencia, desplazando a los campesinos, indígenas y comunidades negras. Son ellos los verdaderos expropiadores, y una política consecuente sería expropiación, pero sin indemnización.

Otra palabra que generó la airada reacción de la burguesía, fue la palabra revolución, empleada por Petro para decir que la necesidad del cambio puede conducir a una revolución, en caso de que sea bloqueado el camino de la reforma. La burguesía desde luego, que no quiere ceder ni siquiera parte de sus ganancias y sus tierras, y que no quiere oír de revoluciones ni siquiera en broma o sentido figurado responde acusando a Petro de incentivar la violencia, y llamar al desorden. La realidad es que Petro no estaba llamando a la revolución sino todo lo contrario, está llamando a la burguesía a mantenerse en el pacto para justamente evitar que se de la revolución.

Ante el escándalo que se armó, el petrismo y el coro reformista responden indicando que la revolución sería una revolución no violenta, o directamente diciendo que no tienen ninguna intención de hacer una revolución en Colombia. Pero, la pregunta que debemos hacernos es si realmente la vía de las reformas paulatinas puede resolver las grandes contradicciones de la sociedad en que vivimos, y de ese modo es evitable una revolución. O lo que es lo mismo, si reforma o revolución son dos caminos que podemos escoger para el mismo resultado. Nosotros sostenemos que no, que mediante la conciliación con la burguesía y la concertación de las reformas solo se lograrán obtener mínimos cambios, parciales, incompletos y que estarán siempre en constante amenaza de retroceder. Para que se resuelvan las contradicciones fundamentales de la sociedad, entre las cuales está el problema de la tierra, y el problema de la ganancia vs el salario, la realidad es que sí hace falta hacer una revolución.

La razón de que haga falta una revolución, no es por ganas de recurrir a la violencia o las vías de hecho o falta de espíritu democrático y conciliador, menos pesimismo o falta de paciencia. La razón es que estas contradicciones estructurales son irresolubles en el marco mismo del capitalismo, y en los límites del régimen burgués. Toda la legislación y la institucionalidad están diseñadas para impedir que existan cambios de fondo, igualmente en el Congreso los partidos tradicionales conspiran de manera permanente para reducir cualquier reforma incluso parcial a una mera sombra de la propuesta original, e incluso para voltearla a su favor. La burguesía colombiana, sanguinaria como ninguna, que por años ha defendido mediante el terror paramilitar su poder, no va a ceder ni si quiera una parte de sus privilegios para que los de abajo vivan mejor.

La historia del día Primero de Mayo justamente, es la historia de la lucha directa de la clase trabajadora, es la historia de un día en que quedó al desnudo el antagonismo irreconciliable entre burguesía y clase trabajadora; y en que quedó claro que solo la lucha directa lleva a la conquista de verdaderos derechos.

No creemos por ahora que ni el remezón ministerial ni el discurso de Petro impliquen un cambio en la política o un giro a la izquierda; vemos sí un ajuste táctico para presionar a los sectores burgueses con los que espera negociar las reformas, y como un salvavidas a la crisis capitalista que nos acecha en todas sus dimensiones, económica, social y ambiental.

Nosotros seguimos reivindicando el Primero de Mayo como día de la clase obrera mundial, y seguimos insistiendo en que sí, es necesaria una revolución, una revolución obrera y socialista, que expropie los medios de producción, y produzca en función de las necesidades de la humanidad y no de la ganancia.

Comité Ejecutivo

Partido Socialista de los Trabajadores

5 de Mayo de 2023

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