Solo podremos “vivir sabroso” cuando acabemos el capitalismo

Antonio Romero

Durante la campaña presidencial, las candidaturas progresistas de Gustavo Petro y Francia Márquez, enarbolaron consignas que invitaban a un cambio en la vida de la población. Petro hablaba de convertir a Colombia en una “potencia de vida”, invitando a hacer una ruptura con un régimen autoritario y extractivista; por su parte, Francia Márquez dio el mensaje de que con el nuevo gobierno la gente iba a “vivir sabroso”, también en el mismo sentido, de vivir sin miedo, de tener derechos.

En ambos mensajes hay una crítica a la sociedad capitalista actual, en ambos mensajes se plantea un sistema en el que los seres humanos estén por encima de las ganancias, pero esa crítica tiene límites, porque guarda la ilusión de poder lograr ese bienestar social sin acabar con el capitalismo.

Nuestras coincidencias con la consigna “vivir sabroso”

La extrema derecha, tergiversa la consigna “vivir sabroso” reduciéndola a un apelativo más de sus ataques: “estudien vagos”, “todo lo quieren regalado” y todo un arsenal de expresiones que intentan ridiculizar el clamor de millones de personas que aspiran a aliviar su situación material, a vivir sin estar condenados a la miseria o a la muerte, en el caso de que su existencia no sea funcional a los intereses de los terratenientes o los empresarios.

Los revolucionarios debemos enfrentar estos ataques explicando la profundidad del concepto vivir sabroso, producto de una corriente de pensamiento que se basa en la cosmovisión de comunidades indígenas y africanas que promueve una sociedad más solidaria, más incluyente, más igualitaria, con la que estamos de acuerdo, nuestra diferencia – como recientemente lo expresara el camarada Bernardo Cerdeira en la LIT – es si ese “vivir sabroso” es posible en un sistema capitalista.

Los teóricos de la filosofía del “buen vivir”, aunque con abordajes diferentes, concuerdan con que el ser humano, y no la ganancia, debe ser el centro de la preocupación social. Proponen una economía solidaria, inclusiva, sostenible y democrática, y defienden el establecimiento de una relación dinámica entre el mercado, el Estado y la sociedad. Defienden los derechos de los pueblos originarios y la constitución de la plurinacionalidad, de la descentralización y reorganización territorial como fundamentos de los Estados. Derechos de la naturaleza. También proponen la democracia participativa como forma de organización del Estado y la ciudadanía universal que iguale a ciudadanos nativos e inmigrantes en todos los países. Estamos totalmente de acuerdo con la crítica al sistema capitalista imperialista como generador de explotación, opresión, desigualdad social y destrucción de la naturaleza. Y también con que el ser humano debería ser el centro”.

En estos cuatro años del gobierno de Gustavo Petro, los socialistas tendremos que afrontar la tarea de enfrentar los ataques de la derecha ante las eventuales reformas que adelantará el progresismo, pero también la poca capacidad crítica de las direcciones reformistas en la izquierda y en el movimiento social, que entenderán cualquier crítica como un ataque que hace el juego a la derecha.

No se puede “vivir sabroso” en el capitalismo

Nuestra diferencia con el progresismo es no es posible lograr que la vida esté por encima de los negocios en un sistema cuyo fundamento es el lucro privado, que por más redistribución que se haga de los recursos, mejoras en las condiciones laborales y normas que den garantías a los grupos poblacionales discriminados, el capitalismo tiene un límite que es la afectación de la ganancia.

Cerdeira en el citado artículo sostiene: “Mientras haya propiedad privada de los medios de producción y de cambio (fábricas, bancos, grandes comercios, etc.), cuyo objetivo es producir mercaderías para ponerlas a la venta en el mercado para conseguir el mayor lucro posible con esa venta, habrá la tendencia a la competencia entre las empresas, a la concentración de capitales en las empresas mayores y a la destrucción de las menores y de la producción comunitaria”.

El buen vivir abandona la lucha contra el capitalismo

La filosofía del buen vivir se potencia a partir de la caída del llamado “socialismo real”, cuando se arraigan las consignas reformistas en las vanguardias de las organizaciones de la clase trabajadora, en los movimientos sociales y en las organizaciones no gubernamentales que se convirtieron en los referentes de la politización de las comunidades.

En la clase trabajadora, el llamado buen vivir se concretó en la idea del “trabajo decente”, que busca normas que brinden estabilidad y garantías en los contratos laborales, con la idea de que es posible en el capitalismo tener una remuneración justa, olvidando lo “indecente” que es un sistema en el que los seres humanos deben vender su fuerza de trabajo.

El otro riesgo de esta consigna es que pueda ser desmovilizadora, que se entienda en las bases el “vivir sabroso” como un logro electoral que tendrá que resolverse ahora en el escenario parlamentario con una política de alianzas y con el diálogo.

Los socialistas revolucionarios sabemos que los derechos se han conquistado siempre a través de la movilización de masas, que la sociedad a la que aspiramos no es una sociedad sin conflictos sino una sociedad en la que el conflicto fundamental no sea la apropiación de los medios de producción de una minoría para explotar a la mayoría.

En este período, que sin lugar a dudas es un cambio histórico en la política colombiana que por primera vez tiene una presidencia elegida por un movimiento de masas, debemos estar alertas a las tergiversaciones que vienen de la extrema derecha, pero también debemos dar con la clase trabajadora y los movimiento sociales una paciente discusión con quienes defienden la filosofía del buen vivir, para que sus críticas a esta sociedad puedan ir más allá y entender que sus luchas no se pueden solucionar en el capitalismo.

Notas

Progresismo: el “buen vivir” solo es posible con el fin del capitalismo

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