Fraude y elecciones: hasta las urnas se deben defender en las calles

Por. Antonio Romero

El pasado 13 de marzo, una vez se cerraron las urnas, las primeras cifras mostraban que el estallido social abierto a finales de 2019 se expresaba en los resultados electorales, con el triunfo del Pacto Histórico que alcazaba las 16 curules al Senado y 25 a la Cámara de Representantes. Pero al pasar los días, cuando el escrutinio avanzaba, los rumores de fraude fueron creciendo y los reclamos mostraban que el triunfo era más contundente, que el Pacto Histórico tenía 20 curules al Senado y 29 a la Cámara.

Fue una semana en la que las bases del Pacto Histórico pedían una movilización para defender el resultado que habían obtenido en las urnas y exigían la renuncia del registrador Alexander Vega, quien ante el evidente fraude que beneficiaba al Partido Conservador y al Centro Democrático, pedía que esperaran el final de los escrutinios, pues lo que había era un pre-conteo de los formularios que llenan los jurados de votación en las mesas, llamados E-14.

Pero ante la disposición de las bases del Pacto Histórico para salir a defender los resultados electorales, su dirigencia llamó a confiar en los escrutinios, en la presión mediática y en las instituciones, desestimando los llamados a las calles para defender la votación.

Los resultados electorales y la lucha de clases

El fraude electoral es una realidad no solo en Colombia, la democracia burguesa está diseñada para perpetuar sus partidos en el gobierno, desde el mismo diseño institucional que niega o limita la posibilidad de participación política a las organizaciones de la clase trabajadora hasta las formas de escrutinio de los votos, pasando por unas campañas políticas desiguales en su financiación, en las que los medios de comunicación – propiedad de la burguesía – juegan un papel de manipulación en los electores.

Por ello, los socialistas planteamos que las elecciones muestran de manera deformada la lucha de clases, porque reflejan la situación de la clase trabajadora y de las masas, pero no pueden cambiar la realidad, como lo hace la movilización en las calles. Prueba de ello es el resultado de las elecciones parlamentarias en Colombia, que de alguna manera mostraron la disposición de las masas a luchar y a buscar un cambio en el país.

¿El que escruta elige?

La frase “el que escruta, elige” ha servido para justificar las posiciones abstencionistas de las sectas ultra-izquierdistas que ante el panorama electoral prefieren decir que no hay opciones y que participar en la lucha electoral solo sirve para legitimar el sistema.

Esta es una visión que deja tranquilos a los miembros de las sectas, pero que no sirve para transformar la realidad de la clase trabajadora y los pobres, que en su mayoría encuentran en las elecciones una posibilidad de aliviar la explotación y las opresiones a la que están sometidas.

Lo otro, es que la burguesía no puede simplemente inventar los resultados electorales, porque los empresarios, los terratenientes y su dirigencia política, tienen claridad sobre la situación de las masas. Un ejemplo es que el registrador Alexander Vega, cuando sintió que su fraude podía costar una movilización en el país, prefirió reconocer en los escrutinios, los resultados que intentaron robarse en el pre-conteo.

Una reforma electoral urgente

La clase trabajadora, históricamente ha luchado por participar en las elecciones, el movimiento cartista en Inglaterra que a mediados del Siglo XIX en Inglaterra protagonizó grandes movilizaciones luchando por su derecho a ser elegidos, así como las sufragistas que a principios del Siglo XX lucharon por el voto femenino, también en Inglaterra.

Porque a pesar de que la burguesía mantiene una democracia ‘formal’, la conquista de espacios al interior de sus instituciones puede potenciar la lucha de la clase trabajadora, cuando hay una política revolucionaria en los escenarios parlamentarios, orientada a apoyar las luchas.

Por ello, desde el Partido Socialista de los Trabajadores hemos defendido el derecho a participar en las elecciones, un derecho negado por la legislación colombiana que con la Constitución del 91. Pues con la aprobación de la Ley 130 de 1994 se restringió la participación electoral a las minorías políticas, limitándolas solo a los partidos que obtuvieran el umbral electoral, el 3% de los votos válidos, que en la actualidad es de más de medio millón de votos.

Fraude en las presidenciales: hay que salir a las calles

En Colombia, los fraudes electorales han estado a la orden del día, tal vez el episodio más famoso fue el robo de las elecciones de Misael Pastrana a Gustavo Rojas Pinilla, pero recientemente con el Pacto de Ralito, vimos cómo los paramilitares se repartieron los municipios para elegir congresistas y así obtuvieron el 70% de las curules.

A eso le debemos sumar las restricciones legales para participar en las elecciones y la falta de garantías políticas en un país en el que los crímenes de Estado han segado la vida de miles de luchadores sociales.

Por ello, es probable que en las elecciones presidenciales, la derecha desesperada ante el avance electoral del reformismo, intente hacer un fraude ¿Llamará una vez más la dirigencia del Pacto Histórico a confiar en las instituciones, en los conteos y los escrutinios?

Es posible, pero la clase trabajadora y los pobres debemos prepararnos para defender los resultados electorales en las calles, porque si hay fraude, no podemos resignarnos a que el estallido social sea derrotado en los sótanos de la Registraduría, es necesario que la campaña electoral sirva para denunciar el régimen criminal, sus leyes anti-democráticas y sus instituciones al servicio de la burguesía.

 

 

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