Pacto Histórico… giro a la derecha

Por: Antonio Romero

Todas las encuestas indican el favoritismo de Gustavo Petro, todavía no indican un triunfo en primera vuelta, como aspiran sus más acérrimos seguidores, pero hasta las menos favorables le dan el doble de la intención del voto del rival más cercano. Como hace cuatro años, Petro sigue llenando las plazas, sigue despertando fervor en las masas cansadas del uribismo, pero después de esas jornadas vienen las reuniones a puerta cerrada con gamonales políticos liberales, empresarios e incluso parapolíticos, con los que ha hecho acuerdos electorales.

Como está reflejado en la lista al Senado del Pacto Histórico, la campaña de Gustavo Petro ya no es una campaña de luchadoras y luchadores, de sectores democráticos y de izquierda, ahora es resultado de un “pacto” entre el tradicional reformismo de izquierda y un sector de la burguesía que busca contener el ascenso de las luchas.

Hace cuatro años, desde el Partido Socialista de los Trabajadores, reconocimos que la candidatura de Petro expresaba el descontento de las masas y la aspiración de la clase trabajadora de aliviar la crisis social y económica, por eso lo acompañamos a través del voto crítico. Hoy, su candidatura expresa más un acuerdo con esos sectores burgueses que un acuerdo con quienes protagonizaron el estallido social de 2021 en Colombia.

Buscando el aval del imperialismo

En medio del estallido social, cuando la juventud resistía la más brutal represión en las calles, Petro se mostraba ante la burguesía como un candidato confiable que haría pequeñas reformas que aliviaran la carga de la clase trabajadora sin afectar las ganancias de los grupos empresariales.

No solo hizo reiterados llamados a suspender la movilización para iniciar la campaña electoral, sino una reunión con uno de los sectores empresariales más sanguinarios del mundo, la burguesía sionista. El 15 de mayo de 2021, asistió a la reunión organizada por Jean Claude Bessudo, presidente de Aviatur, una de las compañías que más ha afectado a las comunidades con su empresa turística. También estuvo Christian Cantor, embajador de Israel en Colombia y otro grupo de empresarios sionistas.

De inmediato, Gustavo Bolívar, manifestó en redes sociales: “La de Bessudo no será la única reunión de Petro con empresarios. Ellos saben que será presidente y están convencidos que su propuesta de industrializar el país para reemplazar la economía extractivista los beneficia a ellos y genera empleo. Lloren”. Porque para el petrismo, si el empresario del turismo lo apoya, de inmediato deja de ser despojador de tierras, de desplazar comunidades y de afectar el medio ambiente.

Y la más reciente manifestación de esta política fue su gira a España, en la que recibió tratamiento de jefe de estado por parte del Partido Socialista Obrero Español, PSOE, que le organizó una agenda con el imperialismo europeo. Petro, desde España, dio un parte de tranquilidad a los inversionistas europeos sobre la estabilidad que tendrán sus ganancias durante su eventual gobierno.

La democracia interna en el Pacto Histórico

Una de las cosas que han quedado claras en la campaña electoral, es que los acuerdos son con la burguesía, que con las y los luchadores sociales las reglas de juego dependen de las componendas de los dirigentes del Pacto Histórico, como se vio en el proceso de conformación de las listas al Congreso.

La idea de hacer una lista cerrada que mostrara una fuerza coherente y cohesionada, parecía una propuesta democrática teniendo en cuenta que muchos líderes sociales no tienen el suficiente número de votos. Pero tras la lista cerrada lo que se escondía era la intención de asegurar la elección de una serie de personajes, como resultado de las componendas electorales que habían hecho.

En las regiones fue peor. Los tres casos más relevantes fueron los del Valle del Cauca, Atlántico y Bolívar. En el caso del Valle del Cauca, fue impuesta la candidatura del periodista José Alberto Tejada y el luchador social Alfredo Mondragón fue relegado al quinto puesto, cuando había sido elegido por la mayoría de la militancia.

En el Atlántico, el actor Agmeth Escaf fue señalado desde Bogotá como cabeza de lista, por encima del abogado Miguel Ángel del Río, que ha enfrentado en los estrados judiciales al uribismo. Y en Bolívar armaron una lista en la que Roy Barreras y Nicolás Petro inscribieron a la parapolítica Sandra Villadiego y cuando el liderazgo local reaccionó y dejo al menos las listas abiertas, anunciaron que no la apoyarían, pero sin asumir la responsabilidad política de sus acuerdos por debajo de la mesa.

Los liberales en las tarimas, la juventud en las cárceles

La posibilidad de tener una lista de luchadores sociales en el Congreso, se perdió en aras de garantizar los acuerdos de Gustavo Petro para llegar a la presidencia, con un programa que reivindica al liberalismo – igual que hace cuatro años – pero que ahora se va de manera contundente contra la izquierda, contra el socialismo.

El giro a la derecha se nota en el discurso de Gustavo Petro, que desde hace cuatro años vende la ilusión de humanizar el capitalismo, pero que ahora se concreta en la idea misma de hacer un pacto, poniendo de ejemplo la Transición del Estado Español después de la dictadura de Franco o la Concertación en Chile, después de la dictadura de Pinochet. Acuerdos entre partidos reformistas y partidos burgueses que garantizaban la impunidad de los represores y la continuidad de la explotación capitalista a cambio de la alternancia del gobierno por la vía electoral. Lo que propone Petro es todavía más nefasto: un frente político en el que confluyen victimarios y víctimas, despojadores y despojados, explotadores y explotados en los que al parecer lo único que debe cambiar es la producción agropecuaria, que debe ser más productiva.

Las plazas se siguen llenando, los discursos contra el socialismo siguen siendo aplaudidos, los caudillos liberales siguen subiendo a las tarimas. Los líderes sociales siguen cayendo asesinados, la juventud sigue siendo reprimida, pero ellas y ellos no están en las listas ni en las cuentas del petrismo.

 

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