Listas al Congreso no expresan la lucha social sino los acuerdos con los partidos tradicionales

Autor: Diego Lares

El estallido social que se inició a finales de 2019 y que tuvo su máxima expresión durante las jornadas del Paro Nacional de este año, generó una crisis política no solo en el gobierno de Iván Duque sino en todo el régimen político. La crisis de los partidos, la configuración de coaliciones y las alianzas políticas que estamos viendo en la actual coyuntura electoral hacen parte de esa crisis que toca incluso a las llamadas fuerzas ‘alternativas’.

A menos de seis meses de las elecciones, la burguesía no ha podido definir con claridad una candidatura – como sucedió hace cuatro años cuando el Consejo Gremial anunció su apoyo a Duque – porque además de la impopularidad del gobierno, hay una crisis social y económica que se mantiene con una inflación y un desempleo crecientes, devaluación del peso y aumento de la pobreza extrema.

Por parte de los llamados alternativos – partidos de izquierda, progresistas, reformistas – que expresan a la pequeña-burguesía con apoyo de la clase trabajadora y los sectores populares, la opción ha sido darle oxígeno al régimen, haciendo alianzas con sectores de los partidos tradicionales.

Por ello, la conformación de las listas al Congreso de la República, no expresan las luchas del estallido social, no representan la vanguardia de luchadoras y luchadores que estuvieron en las calles durante el Paro Nacional – la juventud, las mujeres, los sectores populares – sino una amalgama de dirigentes de las bancadas alternativas aliados con dirigentes de los partidos tradicionales, parapolíticos, familiares de políticos y otros agentes de la burguesía.

La crisis de los partidos tradicionales

En el terreno electoral, se siguen confirmando las tendencias a la crisis por parte de los partidos de la burguesía. Sin embargo, estos partidos confían en que las elecciones parlamentarias no tienen el mismo comportamiento que las presidenciales y que sus viejas maquinarias electorales funcionen con base en el clientelismo, la compra de votos, el constreñimiento al elector y todos sus viejos métodos. Por ello, a pesar de que sus candidatos presidenciales convergen en el llamado Equipo Colombia o Coalición de la Experiencia, sus listas al Congreso de la Repúblico serán independientes.

El Partido Conservador se la ha jugado por mantener a Efraín Cepeda como cabeza de lista, confiando en sus caciques políticos regionales y en el poder de la burocracia que ha acumulado en este gobierno. De igual manera, el Partido Liberal, que sufre una explosión con la salida de varios líderes políticos hacia el petrismo y la salida de los Galán hacia el Nuevo Liberalismo, confía en sus caciques regionales y por ello su cabeza de lista es Lidio García.

Por parte de Cambio Radical, que no ha encontrado espacio político para ubicar a su candidato presidencial Germán Vargas Lleras, la cabeza de lista es el neoliberal David Luna y sigue recogiendo al igual que liberales y conservadores, todo el cacicazgo clientelista regional.

Contrario a la situación de los sectores tradicionales, el Centro Democrático carga con el mayor peso de la crisis, pues debe asumir el desprestigio del gobierno de Duque. Por ello, optaron por sacar de la carrera presidencial a quien mejor expresaba su política contra el estallido social, María Fernanda cabal, y buscar una figura para negociar con otros sectores como Óscar Iván Zuluaga. Pero la crisis interna se manifiesta en la salida de varios alfiles del uribismo como Jennifer Arias, Edward López y José Obdulio Gaviria. Su cabeza de lista ha sido impuesta desde el Ubérrimo y será Miguel Uribe, lo que ha generado descontento entre los ex presidenciables de ese partido.

La crisis de la Coalición de la Esperanza

El estallido social no solo afectó a los partidos de la burguesía, la Alianza Verde, un partido de las capas medias urbanas, que tuvo que agenciar de manera directa la represión desde sus alcaldías ‘alternativas’. Los sectores más a la izquierda de los Verdes presionaron contra la llamada Coalición Centro Esperanza y lograron que el partido diera libertad de voto en las presidenciales.

Habrá dos listas de la llamada Coalición Centro Esperanza, por una parte, irá el Nuevo Liberalismo con una lista cerrada que encabezará la periodista Mabel Lara y la otra que encabezará Humberto de la Calle en la cual estarán Dignidad-MOIR, Compromiso Ciudadano de Fajardo, ASI, Oxígeno Verde de Ingrith Betancourt y Colombia Renaciente de Juan Fernando Cristo.

En este espectro político también hay candidatos como Rodolfo Hernández, un empresario que vende entre las capas medias como opción para enfrentar la corrupción, como un personaje por encima de las maquinarias políticas, autoritario y populista, al estilo Donald Trump, ayudado por los medios de comunicación como una opción para enfrentar el avance de las fuerzas alternativas. Hernández no llevará listas al Senado de la República, solo a la Cámara por su región, Santander.

El Pacto Histórico que no fue  

La fuerza que más representa el estallido social es el Pacto Histórico, que reunió a su alrededor a luchadores y luchadoras sociales, la clase trabajadora, los sectores populares, las mujeres y las comunidades afro e indígenas. Sin embargo, la conformación de su lista ha sido resultado de un largo proceso de negociación entre los partidos con personería jurídica con sectores de los partidos tradicionales, e incluso familiares de parapolíticos.

Esta conformación de listas muestra cómo la política de conciliación de clases que ha pregonado Gustavo Petro, se concreta y se profundiza, pues cada es mayor la presencia de sectores burgueses en la lista, que de luchadores sociales como las Madres de Soacha, que terminaron en los últimos puestos de una lista cerrada.

De igual manera, congresistas como Wilson Arias, venido de la clase trabajadora y que estuvo en la primera línea durante el Paro Nacional, ha tenido que ocupar el puesto quince, poniendo en riesgo su curul, para dar espacio a los Barreras y los Benedettis, sectores que no solo buscan su propio beneficio electoral tratando de acercarse a las masas sino que tienen la función de ayudar a la burguesía a controlar el proceso y a través de sus acuerdos también garantizan controlar un eventual gobierno de Petro.

Hay que señalar que hay dos listas más que disputan el espacio político de lo ‘alternativo’, por una parte Estamos Listas, una coalición de mujeres y feministas más cercana al centro que a la izquierda, y Fuerza Ciudadana de Carlos Caicedo que ha recogido a descontentos del Pacto Histórico como Gilberto Tobón y Hollman Morris.

Pero, a pesar de que entre las bases hay descontentos y pequeñas rupturas, en general los sectores políticos ligados a la lucha social se mantienen en el Pacto Histórico, cuya favorabilidad sigue creciendo en las encuestas.

Francia Márquez en el juego de los avales

El descontento en las bases radicales del Pacto se ha traducido en el apoyo a Francia Márquez, que ha recibido el apoyo de varias fuerzas socialistas y de izquierda que no pertenecemos al Pacto Histórico, lo que se evidencia en el creciente apoyo a su candidatura. Sin embargo, la candidatura de Francia está sujeta a las reglas de juego anti-democráticas del régimen político colombiano, que somete a las minorías a una recolección de firmas que requiere de recursos económicos que hasta ahora solo han podido mover mafias religiosas, redes clientelistas y grupos ilegales.

Por lo anterior, Francia Márquez anunció que participará con el aval de las Autoridades Indígenas de Colombia (AICO), sin embargo, una vez termina el proceso de recolección de firmas, aparece de manera oportunista el Polo Democrático a avalar su candidatura, sin decir nada de lo que representa esta candidatura, que es un rechazo a la política de alianzas con sectores burgueses y a la falta de democracia en la conformación de las listas.  De igual manera, Soy porque Somos, movimiento al que pertenece Francia Márquez, presentará sus listas a la circunscripción especial afro, al no encontrar en el Pacto Histórico un espacio político.

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