Óscar Ángel, en tu memoria

Me ha tocado hoy una de las tareas más difíciles y dolorosas de los últimos años. Despedir a un camarada fundador del partido y de la LIT, a un hermano, a un amigo del alma, con el que compartí 45 años prácticamente toda mi vida militante. La noticia de su muerte después de una semana de intensa ansiedad y de hacer toda la fuerza posible desde lo más profundo de nuestro ser, para que venciera en su última batalla, la definitiva, nos cayó como un valde de agua fría. No podíamos aceptar que este microscópico enemigo, que se va colando en nuestras vidas de manera imperceptible pero mortal, le hubiese ganado. Y que este brutal genocidio que ha cobrado la vida de más de tres millones de seres en el planeta lo hubiese alcanzado.

Por eso hoy más que nunca y con la rabia y el coraje que nos produce su muerte, tenemos que levantar con más fuerza nuestros puños, los de toda la militancia internacional, para proponer a la clase trabajadora y a todo el pueblo explotado, como  ya lo estamos haciendo,  que exijamos y luchemos por la eliminación de las patentes de las vacunas,  para que estas sean  consideradas un bien de la humanidad y no negocio privado de las empresas farmacéuticas; que sean producidas de manera urgente y masiva por todos los países que estén en capacidad de hacerlo y que se ¡vacune ya! a toda la población comenzando por la clase trabajadora. Esta es la necesidad más urgente que hoy tenemos porque de lo contrario el capitalismo, con su pandemia del COVID 19, con el hambre desatada y la represión, se seguirá llevando vidas como la de Oscar, como la de nuestro camarada Giba del PSTU de Brasil, que recién falleció esta semana y la de tantos amigos, familiares y compañeros de trabajo que ya han sido víctimas de esta pandemia mortal.

Hablar de Oscar es hablar de la historia del partido y de la Internacional.

Oscar nos ha dejado justo cuando la lucha de clases mundial comienza de nuevo a recobrar el ímpetu de la lucha juvenil, de la de las mujeres, de los negros, de los oprimidos y por supuesto, aunque en menor medida, de la clase trabajadora. Paradójicamente en una situación parecida a la que le dio nacimiento como revolucionario. Porque  fue precisamente a comienzos de la década del 70 del siglo XX, cuando en medio de un ascenso colosal del movimiento estudiantil y del movimiento obrero industrial bajo la influencia del mayo francés del 68, de la revolución Cubana, de la revolución China, de la segunda ola de las luchas femeninas en el mundo, de la lucha contra la invasión de los yanquis a Vietnam, (que le produjo la primera derrota militar a su ejército imperialista), de la revolución portuguesa, en fin, en medio de ese enorme ascenso mundial, Oscar junto con otros compañeros de la facultad de artes y arquitectura de la Universidad Nacional, Fernando Benjumea, el gordo Reyes, Juan Sánchez, Carlos Cubillos, Fredy Pulido, Raúl y Consuelo, Gonzalo Arteaga y Laurita su compañera de toda la vida, organizaron un grupo de estudiantes al que llamaron los RS – Revolucionarios Socialistas.

Era una época de efervescencia social, de efervescencia de las ideas revolucionarias; tanto, que periodísticamente la han llamado la década de la ruptura, la del “Que vivan los estudiantes” la década en la que las mujeres comenzaron a debatir en la tribuna pública junto con los hombres, la década que produjo grandes dirigentes hombres y mujeres para todos los partidos de la llamada izquierda.  Allí los conocí, yo empezaba mi carrera en la facultad de artes, venía de provincia, colmada de preguntas e inquietudes porque yo, como miles de jóvenes, proveníamos de familias que habían sido tocados de una u otra manera por la violencia liberal conservadora.

Allí conocí a los RS, allí conocí a Oscar Ángel, en medio de una lucha de la facultad de artes y arquitectura que terminó en una toma masiva de la decanatura, y de una huelga indefinida, exigiendo reformas de los pensum de estudios y otras garantías que hoy no recuerdo, pero que ganamos porque logramos el reconocimiento de los debates estudiantiles y sus conclusiones escritas como nota colectiva del semestre.  Los RS con su método asambleario habían dirigido este proceso.

Era el año 75, me uní a ellos junto con muchos otros estudiantes, allí comencé a conocer el marxismo, a Lenin a Trotsky y a entender las enormes diferencias entre las corrientes de izquierda, entre los estalinistas comunistas, los maoístas y los socialistas trotskistas. Hoy me asombro aún, de aquellas asambleas de miles de estudiantes que se hacían en las plazoletas de la universidad y en el auditorio central, el León de Greiff, porque se debatían no solo las reivindicaciones estudiantiles, sino el futuro del país y del mundo. Los dirigentes de todos las corrientes se apoyaban en citas de Marx, de Lenin, de Mao, de Trotsky, del Che, andaban con sus obras debajo del brazo.

El Estalinismo no había logrado su objetivo de proscribir a Trotsky, muchos colectivos y grupos simpatizaban con sus ideas, por eso se llamaban socialistas para diferenciarse de los “comunistas”.  Oscar y los RS ingresaron al Bloque Socialista en el 75, una organización que ya tenía expansión nacional y hacía parte de esa joven vanguardia que abrazaba la causa de la revolución socialista, con presencia no solo en Bogotá, también en Cali y en la Costa.

El Bloque Socialista era aún una organización centrista, es decir no estaba total y homogéneamente convencida de la necesidad de la revolución socialista mundial y de la construcción de un partido igualmente mundial. Y mucho menos de que funcionara con centralismo democrático. Este significativo paso lo da, no sin rupturas, cuando entra en contacto con la corriente de Nahuel Moreno dirigente del PST argentino y de la Fracción Bolchevique de la IV internacional. Moreno que venía haciendo seguimiento desde Argentina al proceso colombiano y a los grupos que surgían en medio de él decide jugársela con todo, como lo había hecho en otros países, para ganarnos al trotskismo revolucionario.

Dos años más tarde el Bloque Socialista con la ayuda de cuadros del PST argentino y del partido uruguayo, tendría su bautizo de fuego al lado de la clase obrera en el paro cívico del 14 de septiembre de 1977.  Nueve días después en el teatro LUX de Bogotá con lleno total, se funda el PST.  En los años siguientes el papel de Oscar y de muchos otros cuadros va a ser definitivo para lograr empalmar totalmente con la Fracción Bolchevique de Moreno y lograr girar al partido, de la juventud estudiantil a la clase obrera.

Oscar fue uno de los muchos cuadros que en aquel momento comprendieron el profundo significado de esta política impulsada por Moreno, sintetizada en la consigna: “proletarizar y bolchevizar el partido” y lo demostró con creces, durante toda su vida militante. Siempre él y su camarada y compañera, Laura, estuvieron dispuestos a viajar a donde el partido los necesitara, él cómo rentado del partido, haciendo los sacrificios necesarios, pues en aquella época las finanzas no daban para una renta muy alta.

Siempre lo recuerdo haciendo su actividad en los sectores obreros más explotados. Así lo recuerdan también los camaradas de la costa caribe, los de Medellín y los de Bogotá en los diferentes periodos en los que volvió a la capital. Su fe inquebrantable en el movimiento obrero como sujeto social de la revolución y en el partido nacional y mundial como herramienta, lo acompañaron hasta el final de sus días. En Barranquilla combinó su gusto y placer por la docencia universitaria, con su militancia junto a los trabajadores de Litoplast.

En Bogotá acompaño años atrás a los obreros de Croydon, a los de Comesa, más recientemente a los de Holcim, en Medellín a los de Furesa, a los de carreteras, a los de Sofasa, en Cartagena a los de Cocacola, a los de atunes Van Camps. Recuerdo mucho cuando los obreros de cervecerías Bavaria hicieron una huelga bastante larga, yo era en ese entonces del CE de la CUT y en nombre del PST, él, un grupo de compañeros y yo nos volcamos a la huelga casi las 24 horas. Acompañamos a los obreros como aconsejaba Moreno en todas sus tareas de lucha, desde prender el fuego en la carpa, pelar las papas para la olla común, pernoctar en la carpa haciendo los turnos como uno más de los obreros, hasta dictar seminarios y charlas sobre la situación política nacional y mundial. El día que levantaron la huelga, en la asamblea, nos nombraron miembros honorarios del sindicato. Así aprendimos a militar y así lo tienen que hacer las nuevas generaciones para ganar la confianza de la clase obrera y construir el partido de la revolución.

 

Un militante profundamente internacionalista

En el 2016 a propósito de los 30 años de la muerte de Nahuel Moreno, en el libro editado por la LIT en su memoria, Oscar expresó una de las convicciones que lo guiaron durante su vida:

Moreno no era simplemente Moreno. Eran, como uno solo, Moreno y la Lit. Su peso específico se derivaba de la combinación de sus cualidades personales -que eran innegables- con las características y la masa de su logro más significativo: el Partido. El Partido entendido como el partido internacional: la Lit. Y la Lit como síntesis de todos sus partidos nacionales. Moreno hizo del PST colombiano lo que es, aun después de cuarenta años. Desde luego que somos varios centenares, incluso miles, quienes hemos militado diariamente en su construcción cotidiana y específica, pero su carácter de partido obrero bolchevique es atribuible, en lo fundamental, a él. A su capacidad constructora y destructora. Porque en la construcción partidaria era donde más fiel se daba al pensamiento marxista. Sabía –y actuaba en consecuencia- que solo se podía construir lo nuevo sobre las ruinas de lo viejo. Nos convenció de la necesidad de demoler, y nos condujo en la demolición del viejo Bloque Socialista –centrista y diletante- para sentar las bases del PST. Nos enseñó, desde el mismo día de la fundación del Partido, a dar hasta el final las batallas políticas en defensa de los convencimientos más profundos. Hizo del PST lo que ha sido y lo que todavía es.”

Con esta convicción contribuyó desde el comienzo en la construcción del PST, desde la base, desde la dirección, o desde la Comisión de Moral. Con esta convicción dio una feroz batalla junto con Benjumea en el 85-86, casi en solitario, contra la capitulación de la dirección del partido a las organizaciones de superficie de la guerrilla en el proceso de A Luchar. Con esta convicción contribuyó en la fundación de la LIT en 1982, militó en el MAS de Argentina desde 1987 a 1989 en la regional obrera bonaerense de Quilmes, justo después de la muerte de Moreno, y cuando empezaba la crisis del MAS y de la LIT, que llevó a su estallido y al retiro del PST colombiano de la internacional. Si fue o no correcto todavía está en discusión. Pero con la misma convicción Oscar, fue fundamental en el intento de construcción del CITO (reagrupamiento internacional) también atravesado por la crisis de nuestra corriente, y en el posterior reingreso de nuestro partido a la LIT. Un partido nacional por más fuerte que sea no es nada sin el partido mundial, de la misma manera que la Internacional no lo será si no logra la síntesis de sus partidos nacionales. Esta es la lección, y esta es la dialéctica de nuestra construcción.

Un ser humano excepcional.

Recibir  y conocer la cantidad de mensajes de dolor, de respeto y admiración por nuestro camarada Oscar, provenientes de los más diversos orígenes, de nuestros camaradas de la dirección internacional, de nuestros partidos hermanos, de otras organizaciones trotskistas, de los que se fueron, de los que rompieron, de los que lo conocieron en las distintas  actividades de su vida, de sus compañeros de trabajo, de sus estudiantes, de los que hacía 30 años no sabían de él, de los que lo conocieron a través de su hija Sole y de su compañera Laura, solo nos puede llenar de orgullo por haber sido parte de su historia y él de la nuestra.  Porque igual que muchos de ellos compartimos no solo las batallas políticas y sociales, las guerras callejeras, sino también su alegría y su exquisito gusto por la buena música de los más variados géneros, su especial atracción por el son cubano, su agudo y excelente humor, su plática agradable sobre cualquier tópico. Las tertulias al calor de una chimenea tomando unos buenos vinos o un wiski o simplemente un café o una cerveza en la tienda de la esquina. No lo queremos adular porque odiaba la adulación, pero sí reconocer de manera objetiva e innegable, sus diversos talentos y su amplia cultura, no solo marxista sino de la historia y el arte, eso sin mencionar su gran talento, sensibilidad y profesionalismo como arquitecto reconocido ampliamente en el gremio y en la academia.

Pero sobre todo su personalidad afable pero firme Siempre expresaba sus posiciones de manera clara y sin diplomacia, las defendía con ahínco aun sabiendo que quedaría en minoría y señalaba los que consideraba errores con respeto y firmeza, así como era capaz de reconocer sus equivocaciones de manera inmediata. Su coherencia y consecuencia de vida, lo hizo ganarse el cariño y el respeto hasta de sus contradictores políticos.

Para finalizar este intento de semblanza traemos a colación unas palabras de Alejandro Ulloa, un compañero de andanzas cuando estuvo en Quilmes:

“Decirle Oscár ( con tilde en la a) fue nuestra manera de apropiarnos de un ser humano excepcional, que rendía culto a una defensa del marxismo que reclamaba una ubicación social en los lugares más lejanos, los rincones más oprimidos y más explotados, en las clases más necesitadas para adoptar como programa sus necesidades hechas reivindicación.”

¡Camarada Oscar Ángel hasta el socialismo siempre!

Rosa Cecilia Lemus

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