El significado de la caída del Muro de Berlín: Debate abierto con Gustavo Petro

En un discurso durante su reciente visita a Alemania, el presidente Gustavo Petro lamentó la caída del muro de Berlín y señaló una serie de consecuencias negativas tras el hecho ocurrido hace 33 años en noviembre de 1989.

En su discurso Petro afirmó que:

El derribo del muro de Berlín trajo una oleada neoconservadora, una destrucción del movimiento obrero a escala mundial, un debilitamiento formidable y una pérdida de unos valores de izquierda”

Efectivamente la caída del muro, simbolizó el cierre de una etapa de ascenso y conquistas de la clase trabajadora y la apertura de otra que trajo consigo consecuencias nefastas para el movimiento obrero y los trabajadores a nivel mundial y más que una “pérdida de unos valores de izquierda”, produjo una adaptación gigantesca de la izquierda a la democracia burguesa y el abandono de la estrategia revolucionaria y socialista de quienes aún la reivindicaban; un verdadero aluvión oportunista que dividió aún más a la llamada “izquierda”. Lo que no queda claro es si con “destrucción del movimiento obrero” Petro identifica al estalinismo y los estados obreros burocratizados como los legítimos representantes de la clase obrera, del marxismo y el comunismo; o hace eco a las teorías posmodernas que dicen que la clase obrera desapareció y que su papel social y político es reemplazado por otros sectores oprimidos, que el capitalismo demostró su superioridad frente al socialismo, el cual quedó enterrado definitivamente como estrategia de los explotados y oprimidos. Si recordamos lo que Petro ha dicho en el pasado reciente, y por su plan y ejercicio concreto de su gobierno, la negativa a identificarse como “izquierda”; por la defensa que ha hecho del capitalismo, su política de reformas del mismo y su auto ubicación en una posición de centro en el espectro político, creemos que sus afirmaciones están en este marco.

Las declaraciones de Petro sobre el Muro de Berlín fueron inmediatamente tomadas por la burguesía de derecha en Colombia como María Fernanda Cabal o Miguel Uribe con su retórica anticomunista y defensa abierta de la “libertad” y la propiedad. Ellos no pierden oportunidad para señalar a Petro como “izquierdista totalitario” tratando de engañar a los trabajadores para que se posicionen contra todo lo que signifique un cambio y más aún un cambio verdaderamente revolucionario.

Es muy importante que la clase obrera, que efectivamente sigue existiendo a pesar de los discursos del “fin de la historia”, tenga conciencia de lo que sucedió a finales de los años 80 y comienzos de los 90, parque esos acontecimientos explican las dinámicas de la lucha de clases actual.

Nosotros, no lamentamos la caída del muro de Berlín porque fue el símbolo de los acuerdos entre las potencias imperialistas ganadoras en la Segunda Guerra Mundial que se repartieron Europa y el mundo de acuerdo a sus intereses dividiendo a la clase obrera. En este reparto del que hizo parte la burocracia soviética encabezada por Stalin, se pactó también la reconstrucción capitalista de Europa occidental, la disolución de la Tercera Internacional y el impedimento para que triunfaran más revoluciones obreras en el mundo. El Estalinismo a pesar de su política contrarrevolucionaria, salió fortalecido por el papel determinante del Ejército Rojo en la derrota de los ejércitos imperialistas alemanes. No compartimos la división de Alemania pues existían condiciones para haber terminado de derrotar a la burguesía europea, ampliando el número de estados obreros. Con la caída del muro la Alemania imperialista, termina unificando al país, pero bajo el capitalismo explotador.

Lamentamos la restauración del capitalismo

La restauración del capitalismo en la República Democrática Alemana y en el resto de estados obreros, equivocadamente llamados “socialismo real” constituyó una verdadera derrota histórica para el movimiento obrero mundial. No porque haya colapsado el aparato estalinista mundial, sino por la gigantesca pérdida de las conquistas materiales que estos estados aún sostenían como economías no capitalistas. Este salto hacia atrás, le dio impulso sin obstáculos a la contraofensiva imperialista burguesa que en los países capitalistas se llamó neoliberalismo y así como terminó con las conquistas de la revolución, acabó también en su propia cancha con todas las conquistas laborales y sociales alcanzadas por la lucha heroica de la clase trabajadora en los países capitalistas. Es decir, fue una derrota de conjunto a la clase obrera mundial.

Este proceso se dio casi en simultánea en la URSS, China y en los países de Europa del Este en esos años. Veamos: a finales de los 80 en los países socialistas se dieron luchas obreras, de trabajadores y de la juventud, muy importante contra las dictaduras estalinistas, verdaderos regímenes totalitarios, encabezados por las castas burocráticas gobernantes que usurparon y se beneficiaron del triunfo de los trabajadores cuando mediante revoluciones socializaron los medios de producción y expropiaron a la burguesía. Este proceso tuvo sus antecedentes en la década de los 70 del siglo XX en la crisis económica tras lo que se llamó el boom económico de posguerra, (después de la Segunda Guerra Mundial) que afectó a todo el mundo incluidos los estados obreros conocidos como países socialistas. Estas burocracias en nombre de su política de coexistencia pacífica con las potencias imperialistas, endeudaron los estados obreros con el FMI y junto al estancamiento de las economías producto de la burocratización de los planes quinquenales, empezaron a aplicar cada vez más medidas de corte capitalista, deteriorando el nivel de vida de los trabajadores. Aunque aún se conservaron la propiedad colectiva, el monopolio del comercio exterior y la planificación de la economía, pilares fundamentales de una economía de transición al socialismo, eran socavados día a día. En la década del 80 el ascenso de lucha que se dio en los países capitalistas también alcanzó a los países socialistas, combinada con fuertes movimientos contra las dictaduras totalitarias de los Partidos Comunistas gobernantes.

A mediados de 1989 en la URSS se dieron manifestaciones de descontento interno con huelgas de varios cientos de miles de mineros de las regiones del Donbass, Kuzbass y Vorkuta, configurando una revolución política contra la burocracia estalinista. Lo mismo sucedió en Polonia y otros estados obreros como Rumania, en donde la familia Ceaucescu fue ajusticiada por las masas enfurecidas; Checoslovaquia en donde las gigantescas movilizaciones llevaron al derrumbe del gobierno del PC en las semanas siguientes a la caída del Muro de Berlín. En la URSS, el monopolio del comercio exterior se desmontó en 1987, desde 1986 Gorbachov comenzó a autorizar la pequeña propiedad privada, en 1990 el Sóviet Supremo aprobó un plan para la economía de mercado y en 1991 se abandonó la planificación de la economía. Durante 1990 y 1991 las distintas repúblicas que formaban la URSS fueron rompiendo con Moscú y en diciembre del 1991 es declarada oficialmente su disolución.

Las luchas en China durante mayo junio de 1989 con la huelga de hambre de los estudiantes en la plaza Tiananmen, manifestaciones masivas, protestas, una verdadera revolución política contra el régimen totalitario fue aplastada por el PC CH a sangre y fuego en lo que se recuerda como la masacre de la plaza Tiananmen.

De ahí en más las viejas burocracias comunistas que administraban los estados obreros y obtenían enormes privilegios de ello, se transformaron en clase burguesa, haciéndose dueñas y rapiñando la propiedad colectiva para sus intereses particulares, dando un enorme impulso al capitalismo. Esto significó una derrota de la revolución política y una contrarrevolución en las bases económicas y sociales de esos estados. En los estados obreros que no se dieron las revoluciones políticas como en Cuba, la conversión de la burocracia madre en burguesía, los llevó por el mismo camino de la restauración capitalista manteniendo regímenes autoritarios de partido único y una vacía retórica socialista. Es como si la burocracia de un gran sindicato se robara los recursos aportados por los afiliados y montara una empresa capitalista para explotar a sus afiliados como mano de obra asalariada.

Lamentablemente las revoluciones políticas, es decir revoluciones para cambiar el régimen político y retomar la senda del socialismo, fueron derrotadas ya que no lograron construir una dirección revolucionaria, sino que en una combinación de reacción democrática, es decir utilización de los reclamos de libertades democráticas contra los regímenes totalitarios para desviar las luchas, combinando con represiones violentas, no lograron revertir la restauración del capitalismo. El desarrollo de las fuerzas productivas que la URSS, China y un tercio de la humanidad habían logrado gracias a la expropiación y nacionalización de los medios de producción y la planificación de la economía producto de profundas revoluciones, fueron convertidos en coto de rapiña de los distintos sectores burocráticos, para convertirse en los nuevos burgueses dueños privados de los medios de producción, de cambio y de los recursos naturales.

La clase obrera de estos países, desprovista de una dirección revolucionaria que dirigiera su revolución política que barriera a la burocracia manteniendo las bases económicas y sociales, como había planteado León Trotsky, perdió las conquistas que había logrado con las revoluciones, comenzando con la rusa de 1917, la china de 1950, la cubana de 1959, la yugoeslava, la vietnamita de 1975. También se perdieron los estados obreros creados producto de los levantamientos de Europa oriental en medio de la segunda guerra imperialista mundial por el avance del Ejército Rojo de la URSS en contra de la invasión nazi de los ejércitos de Hitler.

Una nueva traición, divide aún más a la “izquierda”

La primera guerra mundial produjo una profunda división en lo que popularmente se llama izquierda, es decir los partidos y movimientos de la clase obrera y de los trabajadores. El ala oportunista de la socialdemocracia, a los que Lenin llamó los social chovinistas, adoptaron la política de conciliación de clases, contraria a la independencia absoluta de la clase obrera frente a sus explotadores impulsada por el marxismo. Agrupados en la Segunda Internacional se pasaron al campo de sus burguesías imperialistas apoyándolas en la primera guerra de rapiña que le costó al movimiento obrero millones de muertos. El ala revolucionaria fiel a los principios marxistas dirigió en medio de la guerra y contra ella, a la clase obrera y los campesinos en Rusia, tomando el poder y construyendo el primer estado obrero con el objetivo de extender la revolución a nivel mundial.

Esta traición de la socialdemocracia marcó la línea divisoria entre revolucionarios y traidores oportunistas. En medio del proceso de derrota de la revolución europea la URSS queda aislada y se produce un proceso paulatino de burocratización del Estado obrero, del partido bolchevique y con ellos de la Tercera Internacional. Son muchas las traiciones a la clase obrera que la nueva burocracia asentada en esa enorme conquista, el Estalinismo, comete en los 70 años de existencia de la URSS y otros estados obreros. Pero podemos afirmar sin temor a equivocarnos haciendo un paralelo con la traición de la socialdemocracia que ya mencionamos, que la mayor traición fue la restauración del capitalismo. Tanto el Estalinismo como el Maoísmo, han perdido su carácter obrero, para convertirse en corrientes que defienden a las burguesías gobernantes y explotadoras tanto de Rusia como de China, Cuba etc. Hoy son una corriente que apoya no sola la explotación capitalista sino las políticas expansionistas, guerreras y opresoras como por ejemplo la guerra de Putin contra Ucrania; o que bajo el nombre de Partidos Comunistas, como en China, mantienen dictaduras totalitarias al servicio del capitalismo mundial. Es una vergüenza que se sigan llamando comunistas, porque su práctica ha desprestigiado el nombre del comunismo y el socialismo, llevado a la confusión primero y después al desencanto de millones de trabajadores en la lucha por el socialismo, precisamente porque entre el “socialismo” de los “comunistas” y el capitalismo de los empresarios ven muy pocas diferencias. Porque en nombre del comunismo se ha perseguido, masacrado, encarcelado y desterrado a miles de revolucionarios honestos y se han entregado conquistas y derechos valiosos de la clase obrera mundial. La “izquierda” reformista, no solo como dice Petro ha perdido “unos valores”, los ha perdido todos y fundamentalmente su estrategia de derrumbar el capitalismo.

La alternativa sigue siendo la revolución socialista mundial

Muchos trabajadores y honestos luchadores que se tienen que enfrentar a diario a las privaciones e injusticias de este sistema capitalista, a las consecuencias del calentamiento global, con sus desastres naturales que siempre golpea más a los más vulnerables, la juventud que sufre por un futuro incierto sin garantías de trabajo, ni de estudio, piensan que no vale la pena luchar por un nuevo sistema social, que eso es muy difícil, sino imposible de conseguir. O que una alternativa al capitalismo ya existió y fracasó y por tanto lo que se impone es luchar por derechos concretos y parciales, por reformas “realmente alcanzables”. Los socialistas no nos oponemos a luchar por reformas, es más lo hacemos permanentemente, la gran diferencia con los reformistas es que nuestra estrategia no se reduce a las reformas; no engañamos a los trabajadores diciendo que sumando una reforma tras otra conseguiremos una nueva sociedad más justa. La historia ha demostrado que lo que la burguesía concede con una mano, producto de la lucha de los trabajadores, lo quita inmediatamente cuando estos se desmovilizan; y si no miremos los ejemplos de los 90 o de los gobiernos progresistas. La burguesía no está dispuesta a entregar una sola migaja a los trabajadores y utiliza el aparato del Estado que continúa manteniendo en sus manos, a pesar de no tener directamente el gobierno, para impedirlo. Por eso decimos que lo que no se gana en las calles ningún parlamento nos lo dará. En esta lucha permanente tenemos que conquistar el poder del estado para los trabajadores, los campesinos pobres y sectores populares, expropiando los medios de producción, para ponerlos al servicio de las mayorías, y defender el planeta del capitalismo depredador, acabando con toda explotación y opresión. Nuestra estrategia es el socialismo mundial.

Rosa C.

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