Se roban desde las elecciones hasta una ayuda humanitaria

En los últimos días se ha conocido cómo se han organizado las redes para apropiarse de los recursos para enfrentar la pandemia del coronavirus. En las alcaldías, gobernaciones y entidades nacionales se han organizado los contratos para apropiarse de los recursos para compras de mercados y de los programas asistenciales. No es extraño en un país en el que estamos conociendo el escándalo de la Ñeñepolítica, a través del cual el actual gobierno logró ganar las elecciones presidenciales.

Autor: Alonso C.H.

La corrupción es la forma como se hace la política en el capitalismo, los partidos políticos agencian los negocios de la burguesía y las elecciones son el escenario en el que compiten. La diferencia es que en algunos países es legal la injerencia de los empresarios en los congresos para aprobar normas en favor de sus negocios, en otros países estos recursos se reciben de manera ilegal, muchas veces de negocios que no están legalizados, como el narcotráfico.

Por ello, la corrupción no es una anomalía en la democracia capitalista, sino su estado normal, por ello no nos debe extrañar lo hoy conocemos: la Ñeñepolítica, los vínculos de altos funcionarios como la vicepresidenta Martha Lucía Ramírez o el ex embajador Sanclemente con el narcotráfico o las redes de corrupción que hoy se organizan en torno a los recursos para enfrentar la pandemia del coronavirus.

Se roban hasta los mercados

Por último, en esta cadena de la corrupción, se ha conocido cómo los entes territoriales han suscrito de manera directa millonarios contratos para proveer de mercados a los más necesitados.

Con sus equipos de prensa bien dispuestos, se ha visto a los alcaldes, gobernadores y sus funcionarios repartir mercados en barrios marginales, pero a las denuncias por los contenidos de los mercados se suma ahora la denuncia por los contratos de los mismos, son notorios los casos de Arauca y Atlántico en los que se encontraron sobrecostos del 400% en los productos.

Además, el mismo Contralor General advirtió de irregularidades en los costos de los contratos para compra de ventiladores, unidades de cuidados intensivos y pruebas para detectar el coronavirus.

El robo de las elecciones presidenciales

A principios del mes de marzo, cuando el país conocía los primeros casos de personas infectadas por coronavirus, se filtraron los registros telefónicos entre el fallecido narcotraficante José Guillermo Hernández, el Ñeñe, y la asesora del senador Álvaro Uribe Vélez, María Claudia Daza, Cayita, integrante de su Unidad Legislativa de Trabajo en el Congreso.

Estos audios estaban archivados en la Fiscalía desde 2018, cuando se investigaban los nexos de Ñeñe Hernández con el asesinato de un prestamista barranquillero al que le adeudaba mil millones de pesos (250 mil dólares aproximadamente), sin que Néstor Humberto Martínez ni su sucesor Fabio Espitia ni el actual Fiscal, Francisco Barbosa, los investigara.

Ñeñe Hernández fue asesinado el año pasado en Brasil y a pesar de ser un reconocido testaferro del narcotraficante Marquitos Figueroa, el expresidente Uribe había enviado sus condolencias a través de redes sociales a su viuda, la ex reina de belleza María Mónica Urbina, a quien también le habían asesinado su primer esposo, el narcotraficante John Fabián Vélez.

En los audios se habla de mil millones de pesos que serían recogidos entre empresarios de los departamentos del Cesar y la Guajira para la segunda vuelta presidencial, con los que se comprarían los votos para apoyar al hoy presidente Iván Duque.

Pero no solo están los testimonios del Ñeñe, su hermano Goyo Hernández, aparece en nuevos audios en los que Iván Duque autoriza a Cayita para que Goyo pasara al frente de la campaña. En la primera vuelta, según estos audios, la campaña había sido sustentada con los recursos que le habían robado al candidato presidencial Germán Vargas Lleras, pero en la segunda vuelta Ñeñe y Goyo tomaron el control para la compra de votos en el Caribe Colombiano, donde el uribismo era débil.

Un narcoestado

La historia de personajes vinculados al uribismo con el narcotráfico no es nueva, el mismo ex presidente apareció en una lista de la DEA relacionado como el narcotraficante número 82, así como sus relaciones con la familia Ochoa. Sin embargo, mantienen un discurso de lucha contra el narcotráfico, negocio del cual se ha beneficiado en general la burguesía colombiana.

Pero recientemente se ha puesto en evidencia esta relación, cuando los grandes capos de los años 80 y 90 han dado paso a una nueva generación que aparece como medianos empresarios, por eso los casos de altos funcionarios que tienen como socios a narcos, es una muestra de por qué Colombia es considerada un narcoestado.

Por ello, se ha conocido en los últimos días, la renuncia del embajador de Colombia en Uruguay Fernando Sanclemente, a quien se le encontró un laboratorio de procesamiento de drogas ilícitas en su finca en el mes de febrero.

De igual manera, la reconocida Fundación Insight Crime acaba de revelar un informe en el que se vincula al narcotraficante Guillermo León Acevedo Giraldo, alias Memo Fantasma, con la empresa Hitos Urbanos, la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez y su esposo Álvaro Rincón. El informe señala que construyeron un proyecto inmobiliario en un lote del narcotraficante.

La corrupción es el sistema

Por todo lo anterior, la lucha contra la corrupción se convierte en una lucha contra el sistema, pero no al estilo de los partidos reformistas –como el Polo y los Verdes– que piensan que enarbolan la lucha contra corrupción pero que solo plantean hacer transparente los procesos de intervención de los privados en los recursos públicos.

La lucha contra la corrupción es la lucha por acabar con el sistema capitalista, que pone los negocios por encima de la vida humana, como se hace evidente hoy cuando los empresarios se organizan para apropiarse no solo de los recursos para las ayudas humanitarias en medio de la crisis causada por el covid-19, sino por imponer reformas que beneficien sus negocios para que la crisis sea pagada por la clase trabajadora.

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