Educar desde la ruralidad en tiempos de pandemia

La crisis sanitaria que ha vivido el planeta entero en los últimos días, gracias a la propagación de una enfermedad por coronavirus llamada Covid-19, ha obligado a los gobiernos a estructurar planes de contingencia sin precedentes inmediatos. En este contexto, la educación se ha convertido en todo un reto sin solución evidente, pues tal y como está estructurada desde hace mucho tiempo, hasta los sistemas educativos más avanzados se sustentan en la presencialidad de las mediaciones de enseñanza y aprendizaje.

Autor: Víctor Hugo Cardona, Unidad Docente – Sopó, Cundinamarca

La crisis sanitaria que ha vivido el planeta entero en los últimos días, gracias a la propagación de una enfermedad por coronavirus llamada Covid-19, ha obligado a los gobiernos a estructurar planes de contingencia sin precedentes inmediatos. En este contexto, la educación se ha convertido en todo un reto sin solución evidente, pues tal y como está estructurada desde hace mucho tiempo, hasta los sistemas educativos más avanzados se sustentan en la presencialidad de las mediaciones de enseñanza y aprendizaje.

Hoy, la UNESCO estima que más del 91% de la población mundial estudiantil se encuentra afectada por el cierre de escuelas, eso equivale a 1.570 millones de estudiantes que están fuera de la escuela en 192 países afectados (UNESCO, 2020).

En Colombia, el presidente Iván Duque decretó desde el pasado 15 de marzo suspender las clases presenciales como medida para “evitar contagios del coronavirus y proteger la salud de todos”, dicha medida afectó tanto a los colegios públicos como a los colegios privados.

El panorama educativo que se muestra en este país desde la implementación de la cuarentena obligatoria y de la suspensión de clases presenciales es novedoso para nuestro país. Las salas de profesores hoy se encuentran vacías y fueron remplazadas por improvisadas salas de estudio en los hogares de los docentes que están haciendo lo posible por planificar actividades pedagógicas que permitan el desarrollo de aprendizajes de los estudiantes que se encuentran en casa, con sus familiares como la figura más cercana como mediadores educativos.

Presentada así la situación, parecería que al menos la institucionalidad educativa encontró una solución, por lo menos parcial, para seguir con su ejercicio mientras pasa el confinamiento. Pero nada más alejado de la realidad, son muchos los problemas que subyacen de esta solución que están impidiendo la garantía del derecho humano a la educación.

En particular, la educación rural, ha sido una de las más afectadas por la crisis sanitaria y por las medidas que se han impuesto desde el Gobierno colombiano. Al comparar la situación actual de las instituciones educativas son muchas las brechas que se pueden encontrar; tal vez la más importante es la que se ha agudizado en los últimos días en los campos colombianos.

La brecha entre lo rural y lo urbano

La educación rural en Colombia, históricamente se ha visto rezagada con respecto a la educación privada y la educación pública urbana. Sus territorios, convertidos en el primer escenario del conflicto armado, tenían otras prioridades que el de educar a su gente, estudios afirman que existe una correlación significativa entre la presencia de grupos armados con el número de estudiantes con reprobación escolar, esta realidad desincentiva la presencia de docentes mejor calificados, dificulta inversiones en infraestructura y de programas que mejoren la calidad educativa.

Así mimo, existen unas alarmantes cifras de cobertura y permanencia educativa. En el Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022, a modo de diagnóstico se presenta una tasa de cobertura para la educación básica urbana de 80,1% a nivel nacional, mientras que para la zona rural fue de 66,8%. En la educación media las cifras son más escandalosas, la tasa de cobertura neta en educación media rural es del 31,4%; en cuanto a la permanencia, el número de años promedio de la educación en zonas urbanas es de 9,7 años y en las zonas rurales es de sólo 6 años.

Reconocer que la educación rural no iba bien, es el primer paso para comprender que es lo que está sucediendo hoy con los niños que merecen disfrutar de su derecho a la educación en los campos colombianos. Las medidas que el gobierno nacional dispuso en materia educativa, para atender las contingencias que generó la crisis sanitaria, sólo pueden ser evaluadas en los próximos días, pues la mayoría de estudiantes comenzarán a recibir sus clases a distancias desde el 20 de abril.

El Ministerio de Educación Nacional, dispuso como orientación para los docentes y rectores: “la planeación de acciones pedagógicas de flexibilización del currículo y el plan de estudios” que permitan un aprendizaje autónomo de los estudiantes pero que al mismo tiempo le permitiera cumplir a las familias un papel de acompañantes en la realización de las actividades diseñadas.

También se dispuso, por parte del Ministerio, un banco de contenidos digitales disponibles en una plataforma de internet y la programación en radio y televisión de una parrilla con contenidos que fomentan el aprendizaje, todo ello con el objetivo de que el “servicio educativo” pudiera ser prestado en casa.

La pregunta que surge al analizar estas medidas es ¿de qué forma las escuelas rurales pueden adaptarse a las disposiciones del ministerio para seguir prestando su servicio educativo? Para responder esta pregunta comencemos analizando las posibilidades comunicativas que tienen las escuelas con los estudiantes ya que en cualquiera de los casos es necesario que exista una mediación entre quien enseña que en este caso son los docentes de las escuelas y quien aprende, los estudiantes.

Gratuidad y accesibilidad de internet

La suspensión de clases presenciales obliga a cambiar el canal comunicativo, se vuelve necesaria una intermediación que permita emitir y recibir a distancia mensajes de las partes interesadas en el proceso educativo recurriendo casi siempre al uso de la red de internet como una opción ideal para suplir dicha necesidad.

El problema es que, en Colombia, el índice de conectividad de internet en territorios rurales es significativamente bajo, según MinTic, para el año 2018 tan solo el 6,2% de los hogares rurales contaban con servicio de internet, es de esperarse que dos años después no haya mejorado mucho la situación. El problema es que si la mayoría de estudiantes de las escuelas rurales no tienen conectividad a la red va a ser casi imposible que exista un proceso real de mediación educativa.

Existen varios riesgos asociados al hecho que hoy la mayoría de niños, que viven en las zonas rurales del país se queden por fuera del sistema educativo. En los próximos días podemos ser testigos que las tasas de cobertura bajen de forma significativa y que las tasas de deserción suban y ¿qué pasaría con esos niños?, probablemente engrosarían los índices de trabajo infantil, la OIT considera que unos de los trabajos infantiles más peligrosos es el de la agricultura, debido a que sus jornadas de trabajo son demasiado largas, se realiza en instalaciones insalubres y en condiciones climáticas extremas. También, podría esperarse que muchos de esos niños sean reclutados por grupos armados, teniendo en cuenta que hoy no está claro el panorama del conflicto interno del país y que históricamente se han beneficiado de las brechas educativas para engrosar sus filas.
No atender, las condiciones particulares de los niños que viven en zonas rurales para viabilizar su proceso educativo puede ser un acto costoso para la sociedad. Es necesario que el Gobierno adopte medidas que de verdad les llegue a las familias, hoy, algunos docentes se han dado a la tarea de diseñar guías de aprendizaje que llevan personalmente a algunos puntos de acopio veredales, exponiendo su salud a cambio de la satisfacción de ver a sus niños estudiar.

Por ello, no basta que desde el Ministerio de Educación se diseñen plataformas con contenidos y que los docentes hagan esfuerzos para adaptarse a las nuevas circunstancias, se requiere además que el Estado garantice gratuidad y accesibilidad a internet en las zonas rurales, que se usen los dineros que se usan para la guerra y para el pago de la deuda externa en hacer un plan de emergencia, de lo contrario se profundizará la brecha que ya hay entre la educación rural y urbana y los esfuerzos que hacen las instituciones serán paños de agua tibia en medio de la pandemia.

Referencias

  • UNESCO (15 de abril de 2020). Obtenido de https://es.unesco.org/covid19/globaleducationcoalition
  • Ministerio de Educación Nacional (2018). Plan Especial de Educación Rural
  • Ministerio de Tecnologías de la Información y la Comunicaciones. (2019). Plan Nacional de Conectividad Rural.
  • Organización Integral del Trabajo. (2013). Trabajo infantil en la agricultura: una forma de reproducir la pobreza entre generaciones

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