Con cacerolazos y banderas rojas los pobres luchan contra el hambre

En los barrios populares suenan los cacerolazos y en sus puertas y ventanas cuelgan camisas y manteles rojos como banderas de lucha contra el hambre. La respuesta del Gobierno e incluso de alcaldías llamadas progresistas, como la de Claudia López, es la represión policial con la presencia del ESMAD, lanzando aturdidoras y gases desde helicópteros en lugar de lanzar mercados.

Autor: Alonso C. H.

Por tercer día consecutivo, desde que se decretó la Cuarentena Nacional, en los barrios más pobres se han organizado jornadas de protesta contra el hambre. En Bogotá, en las localidades de Ciudad Bolívar, Suba y Usme se escucharon las cacerolas, pero también los proyectiles del ESMAD.

En Cartagena, con banderas rojas –hechas de manteles, de viejas camisas– los habitantes de varios barrios protestaron por el hambre, porque el plan de emergencia se ha limitado a la distribución de unos mercados que son insuficientes y que además no han llegado a la mayoría de las familias en extrema pobreza, que son más de la mitad de la población de la ciudad.

En varias ciudades, entre ellas Bogotá e Ibagué, los cacerolazos y mítines los han protagonizado sectores de la construcción civil, que desesperados ante la falta de ingresos se han volcado a las calles. De igual manera, los inmigrantes venezolanos han levantado su voz de protesta ante el abandono estatal y los abusos de las autoridades que se aprovechan de su condición para perseguirlos.

La represión como respuesta al hambre

En el barrio República de Canadá de la localidad de Ciudad Bolívar se vivió una noche de terror el pasado 15 de abril, cuando un cacerolazo contra el hambre fue respondido por la administración distrital con helicópteros que esparcían gases lacrimógenos y el ESMAD en tierra que disparaba contra la población.

En las horas de la tarde, el ESMAD de la mano de funcionarios de la Alcaldía había desalojado a decenas de familias de una invasión en el sector Paraíso de la misma localidad de Ciudad Bolívar, dejando sin techo a cientos de personas, la mayoría mujeres y menores de edad.

El Gobierno de Colombia tiene recursos para hacer un Plan de Emergencia que brinde seguridad alimentaria a las familias para que haya una cuarentena con garantías, así como para implementar un plan de contingencia en clínicas y hospitales para enfrentar la pandemia del covid-19.

Son 38 billones de pesos dispuestos para pagar la deuda externa que deben ser usados de manera inmediata para ese plan de emergencia que garantice alimentación, vivienda, salud y educación para la totalidad de la población.

Pero la respuesta que ha dado el Gobierno de Duque y las principales alcaldías ha sido la represión a quienes, en medio de la desesperación y la desesperanza desde sus casas, desde sus barrios, cuelgan una bandera roja y suenan sus ollas y cacerolas para protestar contra el hambre.

No es de extrañar que en medio de esta pandemia el Gobierno de Duque haya comprado tanquetas y uniformes para el ESMAD por 7 mil millones de pesos, que la Alcaldía de Bogotá se gaste la misma cifra en hacer publicidad de su administración. Porque quieres esconder la miseria en la que vive la mayoría de la población con represión y con una operación mediática que oculte las cifras y las realidades.

Banderas Rojas para luchar en la Cuarentena

Lo que comenzó como una propuesta solidaria en redes sociales en algunos países, en los que los vecinos pedían que quienes tuvieran una urgencia colgaran un trapo rojo en la ventana, se convirtió en un símbolo de lucha para los pobres en todo el mundo.

Hoy las banderas rojas son una muestra no solo del hambre sino de la lucha. Las banderas rojas significan no solo que hay necesidades, sino que hay disposición de luchar –con cacerolazos, con bloqueos, con acciones para redes sociales– contra el hambre.

La clase trabajadora y los pobres, en ausencia del Comité Nacional de Paro y las centrales sindicales, que no han sido capaces de conducir las luchas en medio de la pandemia, ha encontrado formas de protesta.

Algunas son espontáneas y desesperadas, como los saqueos y los asaltos a camiones con comida, otras son organizadas por las comunidades, como las de la localidad Ciudad Bolívar, a través de cacerolazos y banderas rojas.

Rechazamos enfáticamente el tratamiento policial y la represión a las personas que se manifiestan contra el hambre en todo el país, en nada quedaron las promesas de que nadie pasaría hambre en la cuarentena, los dineros se siguen destinando a los bancos y las empresas, mientras la gente sufre hacinada y sin comida.

Debemos intensificar estas formas de la lucha y organización para exigir una cuarentena con garantías, luchar por el no pago de la deuda externa y denunciar la brutal represión policial, que ha sido la única respuesta de las alcaldías. Organizar comités barriales y locales para coordinar tanto las acciones como la distribución de alimentos disponibles, veeduría obrera y popular urgente contra la corrupción que se sigue robando gran parte de los recursos destinados a paliar el hambre.

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