La primera línea: El derecho a organizar la defensa

La ofensiva violenta de asesinatos, amenazas y atentados contra el movimiento social y obrero, además de la represión del ESMAD se enmarca dentro de los planes de privatización de las pensiones y de recorte a los derechos laborales de los trabajadores que viene preparando el gobierno con mermelada para imponer las reformas en el Congreso. 40 luchadores asesinados en lo que va corrido del año, dan muestra de que este gobierno no es de diálogo y que lo único que ofrece es represión y mesas para dialogar, pero ninguna solución.

Autor: AP

Los planes ordenados por los organismos internacionales imperialistas han producido la inevitable resistencia, y los gobiernos la enfrentan con todo el poder que les confiere el Estado, lo que se convierte en una guerra social. En esta guerra los trabajadores, la juventud y la población desposeída, tenemos la ventaja del número, el descontento y la indignación, pero poca organización. Además las direcciones que se colocan al frente sirven al bando contrario, con una política de concertación y conciliación, y el problema es que en esta guerra social, como en toda guerra, la fuerza es la que decide.

El Esmad está para agredir

Las movilizaciones del 21 de noviembre (21N) en Colombia, contra los planes, se dieron en forma pacífica, hasta que el gobierno decidió que las dispersaba en forma violenta, enviando el Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) a disparar a diestra y siniestra con gases lacrimógenos y balas letales que hieren y matan.

Si la protesta es pacífica o no, eso no lo definen los que protestan. Lo define el régimen y los gobiernos enviando los comandos represivos para disolverla violentamente. Es verdad, en algunas ocasiones algunos jóvenes buscan canalizar su descontento aprovechando la manifestación para arremeter contra los agentes represivos o atacando instalaciones, edificios e instituciones que pueden representar la corrupción o los malos servicios, como es el caso de Transmilenio en Bogotá. Pero las acciones aisladas pueden dividir la manifestación, debilitarla o dispersarla, por eso esas acciones no son útiles.

El asesinato de Dilan Cruz confirma la necesidad de organizar la defensa

Con el asesinato de Dilan Cruz quedó claro, una vez más, que el papel del Esmad, es agredir. Habiendo experiencias en otros países como Chile y Hong Kong, y algunas experiencias en el estudiantado de Colombia, se comenzó a replicar un mecanismo de defensa que es La Primera Línea. El objetivo es la defensa de las manifestaciones, pero se corre con muchas desventajas: es la defensa ante los ataques de un cuerpo de mercenarios preparado para matar por dinero disfrazado de salario; mientras el Esmad tiene armas que matan, protección adecuada y actúa en la legalidad y la impunidad, los grupos de la Primera Línea son juzgados como vándalos y terroristas, la protección es precaria y no cuentan con armamento, más allá de lo que da la improvisación, en el combate callejero, como piedras y la devolución de los gases lacrimógenos.

Aún falta experiencia de cómo organizar la defensa. Pero no hay duda de que es necesario ir construyendo un mecanismo para defender la resistencia, que además cuente con el apoyo político de la población, y busque establecer un dialogo con los soldados, especialmente los que prestan el servicio militar obligatorio, que son hijos de la población trabajadora y del campesinado pobre, y sensibles a la justa lucha de sus padres, familiares y amigos. Es decir, parte de la defensa de la protesta es la disputa por el ejército, porque no ha habido revolución triunfante sin la división de las Fuerzas Armadas, para que su base se pase del lado del pueblo.

En la base del ejército también se sienten los problemas que padece la población, y el descontento no le es ajeno. Prueba de ello fue la declaración de apoyo al paro nacional del soldado Brandon Cely Páez de la Brigada 13, que se suicidó ante la presión ejercida por sus superiores. Con mucha claridad y conciencia manifestó que él no era de izquierda ni de derecha, sino del pueblo. Algo similar sucedió con el soldado Juan Sebastián Mendieta, del batallón de infantería número 39, quien expresó que le daría miedo tomar las armas contra el pueblo, y que apoyaba el paro y las reivindicaciones por las que se luchaba. Junto con Dilan Cruz, hay que incluir a estos dos soldados como víctimas, por asumir una posición digna y valiente frente a la violencia y los atropellos del gobierno y los capitalistas contra el pueblo colombiano.

La legítima defensa

No hay que permitir que el mecanismo de defensa de la Primera Línea sea desprestigiado y tratado negativamente. Si los trabajadores hubiéramos tenido la capacidad de organización y fuerza para implementar una estrategia de defensa, los empresarios con la complicidad del Estado no se habrían atrevido a asesinar cerca de 4.000 dirigentes sindicales en los últimos 25 años; si el campesinado pobre hubiera tenido la capacidad de organizar su defensa no le habrían expropiado sus tierras, ni asesinarían a sus líderes por reclamarla y defender los territorios contra la destrucción que implica la explotación minera. Los indígenas son los que más han avanzado con la Guardia Indígena, sin embargo no han podido parar la masacre contra sus líderes, porque aunque tienen organización y unidad, solo cuentan como arma, un bastón de mando.

La lucha contra los planes del gobierno hasta ahora está comenzando, es una batalla de mediano y largo plazo para evitar que se aprueben las contrarreformas anunciadas, y si las aprueban para derrotarlas y organizar la lucha estratégica por recuperar las conquistas perdidas, y expropiar a los expropiadores. Para esta lucha es necesario organizar la defensa, la Primera Línea o como se quiera denominar, evitando que sea infiltrada por provocadores al servicio del régimen, denunciando a quienes pretendan desprestigiarla y exigir el desmonte del Esmad.

Esmad: 34 asesinatos y muchos jóvenes que han perdido un ojo

El 21 de noviembre Alejandro Reyes, después de haber participado en la movilización que llegó a la Plaza de Bolívar se desplazó con otros amigos a un billar en la Plazoleta de El Rosario, pero pronto tuvieron que abandonar el establecimiento porque los gases que disparaba el Esmad los asfixiaban. A la salida recibió una bala del Esmad que le impactó en el ojo derecho y lo perdió.

Además del asesinato de 34 manifestantes, desde su creación en 1999, son muchos los que han perdido un ojo por disparo del Esmad. No es casual, no es un accidente; es producto de la orden que tienen estos mercenarios de disparar al rostro de los manifestantes.

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