Nuevo Comité Ejecutivo de Fecode: ¿los mismos con las mismas?

Por Antonio Romero

 

El pasado 26 de mayo se eligió el Comité Ejecutivo de la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación, Fecode, y una semana después se conocieron los resultados que de manera mayoritaria mantuvieron al gremio en manos de la burocracia sindical, por supuesto con el respectivo carrusel de dirigentes que pasan a la Central Unitaria de Trabajadores, CUT.

El total de votantes fue de 173.126 votos, lo que significa que aproximadamente 100 mil maestras y maestros no participan de estas elecciones, que se caracterizan por mantener los mismos vicios de las elecciones burguesas: clientelismo y corrupción en particular desde las cooperativas, falta de garantías para las minorías, privilegios para los dirigentes, ausencia de espacios de discusión.

De hecho, el epílogo de la saliente dirigencia fue la pelea en la segunda Asamblea General Extraordinaria cuando el presidente Carlos Rivas le intentó arrebatar de manera violenta el micrófono a William Javier Díaz del colectivo TJER. Una muestra de lo que ha sido el actuar de la burocracia, que sigue teniendo de manera mayoritaria la confianza de las bases del magisterio. Lo grave es que mientras las bases le siguen dando un voto de confianza a la burocracia, está en juego el nuevo estatuto docente, que se discutía en esta Asamblea y que es un retroceso para los maestros de ambos regímenes 1278 7 2277.

El ‘nuevo’ Comité Ejecutivo

En el Comité Ejecutivo recién elegido, hay nuevos nombres, la mayoría de ellos respaldados por los viejos dirigentes que saltaron a la CUT, como es el caso de Nelson Alarcón, y aunque tienen afiliaciones políticas distintas, la mayoría responde a la política progresista de conciliación de clases y de plegar los intereses de la clase trabajadora al Gobierno de Petro, así sus reformas pactadas con la burguesía, no signifiquen avances en la recuperación de los derechos del magisterio; e incluso se tomen medidas directamente regresivas para el magisterio, recordemos que la actual política educativa es la impulsada por el neoliberal Alejandro Gaviria.

La mayor votación fue la de Martha Alfonso del Movimiento por los Derechos del Pueblo, Modep; el segundo es un viejo burócrata que viene del carrusel de la CUT, Domingo Ayala; le sigue María Eugenia Londoño del Partido Comunista; Isabel Olaya Cuero de la Alianza Democrática por la Educación y el Progreso – ADEP; Hugo Cárdenas de Unidad Democrática; Christian Rey Camacho del sector de Nelson Alarcón que pasa a la CUT en el mencionado carrusel.

El siguiente en la lista es el dirigente de la ADE, John Willy Carmona, quien llega representando a los sectores clasistas y se debe convertir en una voz, ojalá no solitaria, en el Comité Ejecutivo, que busque la independencia de clase. Carmona, miembro del Colectivo Contracorriente, fue apoyado por Funama, Congreso de los Pueblos, Dignidad Popular, Nueva Cultura, Comunes y la corriente sindical Unidad Docente del Partido Socialista de los Trabajadores.

Sigue una lista de dirigentes regionales que llegan al Comité Ejecutivo en remplazo de viejos caciques clientelistas de Fecode o que conservan sus escaños como resultado del clientelismo en sus sindicatos de base: Edgar Romero Macías, Miguel Camacho, Georgina Arroyo, Miguel Ángel Pardo, Milberto Martínez Mosquera, Luis Alfredo Grimaldo Mejía (otra ficha de Nelson Alarcón) y Luis Eduardo Salazar Bolaños (apoyado por Luis Gruber). También la dirigente del antiguo MOIR, hoy Dignidad, Victoria Avendaño de Tribuna Magisterial, quienes pregonan la independencia respecto al gobierno de Petro, pero para hacer alianzas con sectores burgueses neoliberales como el que representa Sergio Fajardo.

¿Por qué las bases votan por los mismos con las mismas?

Lo primero que hay que decir es que en las elecciones del magisterio se repiten los mismos vicios de las elecciones burguesas e incluso en algunos aspectos brindan menos garantías. Las bases votan por sus dirigentes locales a través de favores, dádivas en las cooperativas, amiguismo e incluso con compra de votos.

Además, no existen las garantías ni previas ni posteriores para que el debate sea democrático. Los dirigentes actuales tienen privilegios no solo por tener disponibilidad de tiempo por los fueros permanentes, sino que a eso se suman los sobresueldos, el contar con los recursos del sindicato, el derroche de recursos en la conmemoración del Primero de Mayo y una reglamentación que excluye a quienes no han sido parte de la burocracia en cargos menores.

Lo segundo es que el magisterio, distinto a otros sectores sociales que en los últimos años se ha visto empujado a la lucha, se ha mantenido en una posición conservadora, pues siente que sus derechos no fueron tocados durante la pandemia y que su burocracia a través de la concertación, puede mantener esos derechos o perder poco, como ocurrió  hace unos años cuando no hubo incremento real y lo presentaron como un triunfo porque al menos no se retrocedía.

Esa combinación de factores hace que casi un tercio del magisterio se abstenga de ir a las urnas y que la mayoría vote por los viejos dirigentes que no los llaman a las calles, sino que les invitan a confiar en que el Gobierno de Petro no tocará los llamados regímenes especiales.

Esperemos que los planteamientos de John Willy Carmona en el nuevo Comité Ejecutivo abran un espacio necesario para la democratización del gremio, que no puede seguir siendo el refugio de una burocracia sindical que mira indolente cómo se pierden los derechos por los que el magisterio ha salido y ha conquistado en las calles.

 

 

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