Electoral ¿Lo femenino es el camino?

Por: Comisión de la Mujer PST

Sorprende como después del descalabro de la administración de Claudia López, todavía haya sectores que apelan a la sororidad y que insisten que gobiernos de mujeres puede ser garantía de derechos o mejores condiciones de vida para nosotras, las de a pie.

Y es que nadie como Claudia para demostrar que no es suficiente con ser mujer para identificarse con las mujeres trabajadoras, migrantes, jóvenes, indígenas de la vida real. No le ha temblado la mano para enviar al ESMAD a reprimir a los luchadores, a sabiendas de que no solo son asesinos sino también violadores, tampoco para desalojar en la Estancia donde la mayoría son madres cabeza de hogar, ni desalojar mujeres indígenas ocasionando incluso la pérdida del embarazo de una joven embera.  Tampoco vale ser LGBT a la hora de reprimir a las personas trans o establecer medidas como el pico y género a sabiendas de que iban a resultar afectadas personas de este sector.

Y es que podríamos continuar dando ejemplos, incluso de presidentas en otros países, para que quede claro: siempre los intereses partidarios y sobre todo de clase estarán por encima del género o del color de piel. A la hora de hablar de personajes como Marta Lucía Ramírez, María Fernanda Cabal o Paloma Valencia, todos parecemos estar claros en este concepto, pero no pasa lo mismo cuando al género se le suma el apellido alternativo o feminista.

Las apuestas electorales “alternativas”

Hace algunos días la Convención Nacional Feminista definió que se debía apoyar una candidata mujer a la cual pedían comprometerse con algunos principios. Al final de esta reunión se conoció una fotografía que causó revuelo, Francia Márquez lideresa afro del pacífico salía abrazada con Ángela María Robledo exfórmula presidencial de Petro y en ese momento parte de la Coalición de la Esperanza.

Bastante tuvo que esforzarse Márquez en explicar que no era cierto que estuviera pensando ser la fórmula vicepresidencial de Robledo, y que más bien esta última intentó meterla a la fuerza en su proyecto de “mujeres” al poder, sin perspectiva de clase y cercano a personajes nefastos como Fajardo. Ahora Márquez ya se definió por el Pacto Histórico donde está como precandidata, y Robledo ha roto con los verdes para conformar “estamos listas” tras la “justicia feminista” que parece que es diferente de la justicia social y por la construcción de un estado feminista.

Para nosotras estas propuestas no dejan de ser confusas, dado que la justicia feminista y el estado feminista no son suficiente para garantizar nuestros derechos. Por un lado, el Estado Feminista fácilmente puede incluir a mujeres burguesas poderosas que poco o nada tienen que ver con nosotras. Francamente creemos que la lucha no es por instaurar un estado de mujeres sino por conquistar un estado de la clase trabajadora y los pobres sin discriminación ni opresión de ningún tipo. Entendemos que estos movimientos sacan la conclusión de que la estrategia es un Estado Feminista por oposición al estado que consideran patriarcal.  Por el otro porque siendo muy importante luchar contra el machismo y por la participación política de las mujeres vemos que la opresión y discriminación de las mujeres  junto a otras opresiones son problemas generales de la clase trabajadora y los pobres, cuyo rigor depende de la clase social a la que se pertenezca. Por eso muchas de las reivindicaciones y banderas de la clase trabajadora también son nuestras como el aumento general de salarios, congelamiento de precios de la canasta básica, disminución de tarifas de servicios públicos, plan de choque contra el desempleo general que nos afecta más a nosotras, etc. Igualmente, necesitamos que el Estado deje de asesinar a nuestros hijos e hijas, que se les brinden oportunidades de estudio y de trabajo. Nuestra lucha va más allá de pretender un Estado y una Justicia feminista: Queremos un Estado y una justicia en donde no exista ni la explotación ni la opresión para ningún ser humano.  

Las cuotas, listas cerradas y cremalleras

El Pacto Histórico ha definido ir a listas cerradas para Senado y Cámara, en “cremallera” en las cuales intercaladas con algunas famosas políticas de trayectoria, se suman algunas luchadoras sociales como Isabel Cristina Zuleta y Susana Boreal cuyas candidaturas saludamos, pero nos parece nefasto que tengan que competir con personajes que representan intereses totalmente opuestos como Benedetti o Roy Barreras.

Compartimos la preocupación de personas del propio pacto que denuncian que los primeros renglones están siendo asignados a dedo y que amigos de Petro, influencers y personas famosas quedan por encima de quienes la han dejado toda en el paro nacional. La lista y el orden en que van, deberían ser definidos en asambleas democráticas abiertas a las fuerzas y sectores que han puesto el pecho y arriesgado la vida en la del Paro Nacional.  Abiertas a quienes no cuentan con personería jurídica. Esta es una manera en que hoy la clase trabajadora, y los sectores oprimidos y discriminados, puedan levantar sus reivindicaciones.

Por otro lado, si bien no estamos en contra de las cuotas y los diferentes mecanismos destinados a lograr la “paridad”, queremos señalar al menos tres limitaciones de este enfoque. La primera es que el elegir mujeres, no garantiza que apoyen los derechos de las mujeres. La segunda, es que se deja por fuera las personas que se identifican como no binarias. Y la tercera y más importante, es un mero paliativo a los miles de obstáculos que tenemos las mujeres para participar en política y que se derivan de una menor participación en la sociedad debido al tiempo que gastamos en el trabajo doméstico, el cuidado de los hijos, y las jornadas de trabajo más largas que nuestras contrapartes varones. Para lograr que las mujeres participemos en política de una manera equitativa, se requiere atacar de raíz este tipo de problemas, y no únicamente anotar nuestros nombres en una lista cerrada.

 

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