Pacto Histórico ¿con quién y para qué?

Por: Antonio Romero

 

Tres coaliciones se están conformando para las elecciones presidenciales y parlamentarias de 2022. La del uribismo, que intenta un posicionar un día al delfín Tomás Uribe y otro a los ex alcaldes de las grandes ciudades; la de los Verdes que proclama candidaturas funcionales al neoliberal Sergio Fajardo; y el llamado Pacto Histórico, que convoca a la clase trabajadora y al movimiento social del país en torno a la candidatura de Petro.

Sin lugar a dudas, para quienes luchan por la transformación de un país con seis millones de desplazador por el despojo de tierras y la violencia paramilitar, con 6.402 personas asesinadas fuera de combate por las Fuerzas Militares para ser presentadas como ‘positivos’, con niveles de pobreza del 35,7%, con un desempleo de más del 20% y una tasa de informalidad laboral del 70%, cifras que han sido agravadas por la pandemia, el Pacto Histórico aparece como una opción de frenar la barbarie de la violencia estatal, de garantizar los derechos a la salud y la educación, de cambiar el modelo económico extractivista y respetar los acuerdos de paz firmados con la insurgencia.

Para los revolucionarios, incluso para los demócratas, la llamada Coalición de la Esperanza no es una opción, no solo por la presencia de un alfil del empresariato del Grupo Económico Antioqueño, GEA, Sergio Fajardo, o de figuras del establecimiento como Humberto de la Calle, Rodrigo Lara o Carlos Galán, el liberalismo santista que tanto combatió Jorge Robledo y que hoy acoge en su alianza de centro para enfrentar a Petro, sino porque esta coalición ha manifestado que busca unas reformas sin transformaciones, “serena”, en un país en el que la clase trabajadora y los pobres ya no soportan más explotación y violencia.

Por ahora, Colombia Humana, el Polo Democrático y MAIS han suscrito el Pacto Histórico, también otras fuerzas sociales y políticas y procesos regionales se aprestan para participar en las elecciones en esta coalición. Hay dos precandidaturas oficiales, la de Gustavo Petro y la de Alexander López Maya, también hay candidaturas como la de Francia Márquez que pueden estar en esta coalición, pero que aún mantienen su independencia y que están por definir su estrategia electoral.

Por ello, la clase trabajadora debe entender la propuesta del Pacto Histórico, opinar, criticar y reflexionar acerca de sus planteamientos, antes de suscribir estos acuerdos de manera burocrática o por intereses electorales de sus dirigentes, como lo han hecho hasta ahora algunas organizaciones sindicales. Para saber qué es el Pacto Histórico, cuál es su potencial transformador pero también para no tener decepciones futuras, miremos los planteamientos que ha hecho Gustavo Petro.

¿Con quién?

En un artículo publicado en su portal Cuarto de Hora, llamado “Un Pacto Histórico para Colombia”, Gustavo Petro sienta las bases de su propuesta. Para Petro, este pacto es un acuerdo que se debe hacer entre todos los sectores de la sociedad, entre las distintas clases sociales: “El Pacto que proponemos es entonces el acuerdo de la sociedad colombiana, que implica un dialogo nacional y un acuerdo entre su diversidad. El Pacto visto así, es el contrato social, la base misma de la nación, como nos recordara Rousseau. Si la construcción nacional es la construcción de los acuerdos fundamentales que permiten la convivencia de todo el cuerpo social, entonces tenemos que decir que la propuesta del Pacto Histórico que hemos lanzado es una propuesta para construir una nación y por tanto la Paz”.

Es decir, este acuerdo se debe hacer entre esa burguesía que por decenios se ha apoyado en la violencia paramilitar para despojar tierras y para destruir las organizaciones sociales y sindicales, entre los empresarios que han ordenado el asesinato de miles de trabajadores, campesinos, mujeres, estudiantes, afrodescendientes e indígenas, con quienes han sido sus víctimas.

Petro asume los ideales del pensamiento liberal, de que el Estado es un contrato social, un acuerdo, vendiendo la ilusión de que los burgueses cederán parte de sus ganancias y los terratenientes cederán parte de sus tierras, para crear una ‘nación’: “Cuando hablamos de una Nación como contrato social, hablamos de la inclusión de toda la sociedad en las decisiones y en la distribución de la riqueza”.

En esta lógica, para lograr los objetivos del Pacto, tal como los plantea Petro ¿el acuerdo no debería ser con el Centro Democrático y los demás partidos burgueses? Porque pactar la redistribución de la riqueza no se puede lograr con quienes no tenemos riqueza, con quienes debemos luchar y poner en riesgo nuestras vidas para garantizar que al menos nos respeten los precarios ingresos que obtenemos por nuestro trabajo.

El ejemplo que pone Petro de ‘pacto histórico’ es Chile, cuando los partidos de derecha, Democracia Cristiana y Radical, se unieron a partidos de izquierda para hacer una coalición que gobernara después de la dictadura de Pinochet, sin cambiar el orden constitucional ni el modelo económico del país y garantizando la impunidad para los represores. Es decir, fue una iniciativa de la burguesía para frenar el descontento social que generaba la dictadura.

En este caso, no son los partidos burgueses los que aspiran a un pacto con quienes luchan por una transformación social en Colombia, porque incluso teniendo figuras provenientes de esos partidos como Roy Barreras y Armando Benedetti, lo que han mostrado los grupos económicos y los partidos del régimen es que están dispuestos incluso a exterminar las fuerzas políticas que se planteen como alternativa, antes de ceder un ápice de sus tierras y sus ganancias. Porque ni siquiera los partidos autodenominados de centro, la llamada Coalición de la Esperanza, está dispuesta a hacer una consulta electoral con Petro y con los partidos de izquierda.

¿Para qué?

Ahora, eso no quiere decir que la candidatura de Petro y su coalición electoral no tengan posibilidades de llegar a la presidencia, de hecho, la preocupación en el uribismo – que no ha encontrado una figura para enfrentar a Petro – es evidente, al igual que el desespero de los Verdes por mostrarse como una alternativa a los “extremos”.

Pero esta fuerza que puede tener la Coalición del Pacto Histórico – contrario a lo que pregonan sus líderes – no está en su capacidad de concertar con el establecimiento sino, al contrario, en la capacidad de luchar que tienen la clase trabajadora, la juventud y los sectores populares, como se vio a finales del 2019 en el Paro Nacional.

La preocupación de la burguesía es que ante la crisis social y económica que ha sido agravada por la pandemia, convierta en una posibilidad el triunfo electoral de la coalición de izquierda. Por ellos, los socialistas hemos hecho dos planteamientos críticos al Pacto Histórico que propone Gustavo Petro.

El primero es su carácter de ‘contrato social’, de acuerdo entre clases sociales, hemos dicho que el Pacto Histórico es entre la clase trabajadora, el campesinado, los sectores populares, las organizaciones de mujeres, de la población LGBT, las comunidades indígenas y afrodescendientes, las víctimas de crímenes de Estado y las organizaciones sociales y políticas que se enfrentan al régimen político en Colombia.

El segundo es sobre su método, la dirigencia del Pacto Histórico en las organizaciones sociales y sindicales ha desactivado la lucha social, ha frenado la movilización, ha privilegiado el escenario electoral, dejando todas las reivindicaciones sociales urgentes para las elecciones parlamentarias y presidenciales de 2022. No se puede reclamar democracia al régimen cuando el Comando Nacional de Paro es excluyente y burocrático, al mejor estilo del MOIR.

Por eso es necesario que la clase trabajadora y las organizaciones sindicales y sociales hagan una reflexión sobre las propuestas electorales, no podemos cargar la maletas a los líderes por importantes que sean, no podemos suscribir pactos de manera ciega, es necesario que exijamos que el Pacto Histórico sea una alianza contra el régimen que explota, oprime y violenta y no un acuerdo para mendigar una redistribución de sus opulentas ganancias.

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