2020 un año singular para la lucha de clases:

Ha sido un año muy complicado para el desarrollo de las luchas que venían del 2019. Primero por la pandemia, la cuarentena inicial que confinó las luchas, el golpe objetivo de la enfermedad y la muerte para los trabajadores y oprimidos, quienes continúan contagiándose producto de la presión de los empresarios y del gobierno sobre los trabajadores para reactivar la economía capitalista.  Segundo por la agudización de la crisis económica, que producto de la política del gobierno de descargarla sobre los trabajadores, disminuye ingresos de manera general y golpea drásticamente a la población más pobre y la pone en la tarea del rebusque del sustento familiar. Y tercero, por la política desmovilizadora y concertadora de la dirección sindical cuya mejor expresión es el papel nefasto que juegan en las mesas de “concertación” laboral y salarial.

El Gobierno, al igual que el resto de la burguesía mundial, ha tenido una  política criminal de manejo de la pandemia. No le ha garantizado a los trabajadores, menos a los desempleados e informales, las necesidades básicas de sus familias en medio de la cuarentena y los obligó a salir a los puestos de trabajo o al rebusque, enfrentándose al contagio del COVID-19. Tampoco en materia sanitaria ha tomado medidas que al menos mitiguen la ya desesperada situación, permitiendo y fomentando aglomeraciones, y dejando sin recursos ni bioseguridad al sector de la salud, mientras se destinan millonarios salvamentos a los bancos y las grandes empresas.

Por otra parte, ha usado la pandemia para profundizar las contrarreformas laboral y pensional que tenía planeadas desde 2019 y que detonaron las históricas movilizaciones, y en nombre de “salvar el empleo”, condenar a condiciones miserables a la clase, con desregularización laboral, pago por horas, disminución de salarios, aumento de jornada y toda suerte de impedimentos para lograr una pensión de jubilación. El desempleo general así como la informalidad dieron un salto en los últimos meses, castigando con especial rigor a las mujeres y la juventud.

Luego de un confinamiento casi total que encerró las luchas, estas volvieron a expresarse con fuerza en septiembre luego del asesinato de Javier Ordóñez a manos de la policía. La respuesta radical de las masas con la quema de más de 45 CAI, mostró que el proceso iniciado en 2019 seguía abierto, así mismo lo hicieron varias movilizaciones posteriores y varios conflictos obreros, el más importante la Huelga del Cerrejón. La violencia, la represión sangrienta a las movilizaciones, los asesinatos selectivos y las masacres, la persecución y los falsos positivos judiciales, han sido una constante del gobierno uribista de Duque para enfrentar el descontento creciente, llegando incluso a abrir fuego contra civiles desarmados en la que pasará a la historia como la Masacre de Bogotá.

La pandemia, la crisis económica y la política del gobierno atentan contra la existencia de la clase trabajadora, lo que requeriría una política decidida para enfrentarlas por parte de las organizaciones de los trabajadores. Las direcciones de las centrales sindicales se han limitado a convocar jornadas de protesta, pero no ha tenido la política de unificar las luchas, sino que al contrario ha hecho todo lo posible por dispersarlas, mientras reduce las consignas de lucha a concertar con el gobierno un pliego de emergencia que no recoge las necesidades básicas de los trabajadores y pretende continuar llevando los procesos incipientes de organización contra las políticas del gobierno, al terreno electoral.

Esta política sigue siendo el más grande lastre que impide que triunfen las luchas de los trabajadores, y se unifiquen con los demás sectores que luchan. Ahora, esta política favorecerá un nuevo golpe contra los trabajadores. Por estos días como ocurre cada año, está sesionando la Mesa de Concertación Laboral, imponiendo el salario mínimo para el año entrante. Mientras los trabajadores necesitan  luchar por un salario mínimo que cubra el costo de la canasta básica, el sainete se repetirá ante la negativa de las direcciones a organizar y convocar una lucha como la que se necesitaría: Los empresarios proponen un aumento (este año el 2%) con el que está de acuerdo el Ministro Carrasquilla y la burocracia sindical intenta regatear con base en su propuesta (13.9%), sin llegar a acuerdo alguno y el 30 de diciembre, fecha en la que vence el plazo para esta definición, se expedirá el decreto de salario mínimo, sin acuerdo entre gobierno y centrales obreras.

Para este fin de año, si bien las luchas no mantienen su protagonismo, , creemos que el descontento, las ganas y la necesidad de lucha continúan su desarrollo y debemos estar atentos a su reanimación para el inicio del 2021. Se avizoran fuertes luchas en el porvenir, entre ellas la exigencia de que la vacuna del Covid sea de aplicación gratuita y masiva. La mayoría de direcciones nos dirán que el 2021 es un año para preparar las elecciones, nosotros insistiremos en que es un año para organizar la lucha contra el gobierno y su plan de hambre y muerte.

¡Por un 2021 de lucha!

¡Abajo el Gobierno Criminal de Duque!

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