¿Por qué votar en blanco en las elecciones parlamentarias?

El PST llama a los trabajadores, sectores populares y campesinos pobres a expresar su descontento con el régimen colombiano por medio de una masiva votación en blanco a las próximas elecciones del 11 de marzo. Hacia estas parlamentarias se han presentado decenas de candidatos y listas, desafortunadamente ningún candidato, a pesar de las buenas intenciones de algunos pocos, lo hace en representación real de los más desposeídos, con un programa de independencia de clase para los trabajadores.

Autor: Comité Ejecutivo del PST.

La falsa democracia

La cámara y el senado colombianos están conformados por 268 puestos, a los cuales, según la Constitución Política de 1991, cualquier persona puede elegir y ser elegida. Esto da la impresión de que el Congreso es una institución democrática del régimen, que le permite a la gente de a pie aportar su granito de arena en la solución de los grandes problemas sociales y económicos que aquejan a la población pobre, mediante la presentación de proyectos de ley que pretenden enmendar superficialmente las profundas contradicciones del sistema capitalista, que son la causa principal de aquellos problemas.

Sin embargo, la realidad es totalmente contraria. El Parlamento burgués, fue creado para legislar a favor de los intereses económicos de los grandes empresarios, banqueros y terratenientes. Son ellos quienes, gracias a los desbordados recursos que poseen, garantizan por medio de la maquinaria electoral, que sus partidos o empresas electorales (Liberal, Conservador, De la U, Radical, Centro Democrático, etc.) obtengan la mayoría en el Congreso. En la práctica, bajo este método, el Parlamento responde únicamente a los intereses de alrededor del 2% de la población nacional: mediante su legislación ha desmontado todos los derechos laborales de los trabajadores, junto con los demás derechos del conjunto de la población: salud, educación, servicios públicos, etc.

Como si fuera poco, la propia legislación electoral de la Constitución de 1991, garantiza que únicamente los partidos burgueses de los grandes ricos del país puedan inscribirse fácilmente a las elecciones, ya que impone requisitos económicos y legales exagerados (entre ellos la recolección de firmas) que no pueden ser asumidos por partidos minoritarios, de trabajadores, de líderes sociales y revolucionarios (como el PST), dejando así, al resto de la población (98%) sin representación alguna en la contienda electoral y por tanto sin una voz, dentro del Congreso, de denuncia al régimen y apoyo a las luchas. Contra la falsa democracia, proteste: vote en blanco.

Una institución profundamente corrompida

A la burguesía y sus políticos no le es suficiente con su poderío económico para adueñarse del Parlamento, también hacen uso de los más cuestionables métodos, que rayan incluso con su propia moral: como la corrupción, la mermelada o el clientelismo, y hasta la parapolítica. Actualmente uno de los senadores más reconocidos, el expresidente Álvaro Uribe, se enfrenta nuevamente a la justicia por promover falsos testigos en investigaciones relacionadas con parapolítica. Al Parlamento no le importa aceptar dentro de sus participantes a personajes como este, siempre y cuando defiendan los intereses económicos de la burguesía, incluso varios de los actuales candidatos son familiares o herederos políticos de quienes están involucrados en estas prácticas corruptas.

Además de lo anterior, el salario mensual de un parlamentario está cerca de los 30 millones de pesos, es decir, unas 50 veces más de lo que recibe un trabajador promedio en el mismo tiempo. Esta ostentosa suma, se convierte fácilmente en un beneficio al cual pocos están dispuestos a renunciar, y muchos están dispuestos a hacer lo que sea por obtenerlo. Incluso, los partidos de izquierda y alternativos están en disposición de renunciar a sus programas o de no construir uno mucho más radical con tal de conservar sus puestos en el parlamento y con ello sus altos salarios. En contra de la corrupción y sus representantes en el parlamento, proteste votando en blanco.

Candidatos honestos a la cola de la burguesía

Producto de las luchas populares desarrolladas en los últimos meses, como el paro del Magisterio, los paros cívicos en Buenaventura y Chocó, etc. surgen líderes y dirigentes, muchos de ellos vistos como gente honesta: que desea realmente un cambio para el sector o gremio que representan, e incluso para las mayorías pobres. Ante la imposibilidad de presentarse a las elecciones por medio de sus propios partidos o movimientos políticos independientes, lo hacen aceptando avales de partidos alternativos o de izquierda (e incluso de partidos burgueses), renunciando así a la posibilidad de tener un programa político independiente.

Estos candidatos terminan así, siendo presas de partidos como el Polo, el cual bajo la dirección del Moir levanta un programa en defensa de la burguesía nacional, y en torno a este, coinciden con los partidos burgueses en muchas votaciones dentro de Parlamento; o de la lista de los Decentes, quienes bajo el discurso de la paz y la anticorrupción, crean falsas ilusiones a los luchadores de encontrar en el Parlamento soluciones a los más sentidos problemas de sus representados por medio de leves proyectos de ley, que terminan aplastados por la mayoría burguesa de Santos y Uribe. Los más desafortunados, aparecen sin programa, convirtiéndose en nada más que una ficha de la campaña electoral de los presidenciables del partido por el que se presentan.

Lamentablemente estos candidatos, quiéranlo o no, debido a las nefastas condiciones antidemocráticas impuestas por el régimen, terminan apoyando a los mismos de siempre (políticos burgueses) o a los alternativos (reformistas) quienes –a pesar de hablar en sus vallas y volantes en abstracto sobre educación, salud, paz, trabajo, etc.– no presentan un programa que responda realmente a las necesidades más sentidas de los trabajadores, campesinos pobres y sectores populares para ser agitado en el Parlamento y desde allí, llamar a la lucha directa (huelgas, paros, movilizaciones, mítines, etc.) como método efectivo para respaldarlo y conquistarlo e imponerle a ese Parlamento su aprobación. Por independencia política y libertades democráticas, vote en blanco.

Unidad contra el régimen

El voto en blanco ofrece la oportunidad de confluir en la más amplia unidad a todos los pobres, explotados, oprimidos y luchadores del país, en contra de este régimen antidemocrático. También puede ser la expresión política que catalice la indignación masiva que se ha manifestado en las protestas sociales, esa indignación ocasionada por todos los problemas que aquejan a la mayoría de la población, es la que nos une en un momento en el que no aparecen candidatos con representación directa y efectiva de los trabajadores y sectores populares para Senado y Cámara. De esta manera es posible expresar en el terreno político la insatisfacción por el incumplimiento de las reivindicaciones levantadas en las recientes luchas por derechos económicos y sociales.

A los partidos de izquierda o movimientos alternativos, que proponen hacer unidad electoral por sus candidatos, con el fin de evitar que la baja votación los deje fuera del umbral y por lo tanto se ponga en riesgo su personería jurídica; los llamamos a que utilicemos las elecciones para convocar un gran movimiento contra el antidemocrático régimen electoral que ha dejado por fuera de la contienda a importantes, aunque pequeñas, expresiones revolucionarias de la clase obrera, normas que en su momento fueron apoyadas y aceptadas por esos mismos partidos. Deben ser estos movimientos y partidos, que viven en carne propia las limitaciones de la legislación para la participación política electoral –y que además han sido víctimas de asesinato de sus líderes–, los que se unan al llamado a votar en blanco contra este antidemocrático régimen. Una votación mayoritaria en blanco, inhabilitaría a todos los candidatos, abriría la posibilidad de repetir elecciones con nuevos, incluidos quienes no pudieron inscribirse con programas revolucionarios. Esta situación podría propinar un golpe al régimen, abriendo espacio a la lucha directa para conquistar los derechos más sentidos por la mayoría de la población.

 

 

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