Carta abierta a Gustavo Petro y a las bases de la Colombia Humana

Tras los comicios electorales del pasado 11 de marzo, para configurar el Senado y la Cámara de Representantes, los candidatos de los partidos de la burguesía: Centro Democrático, Cambio Radical, Partido Conservador, Partido Liberal, el desdibujado partido de gobierno de la U, y hasta los verdes, han salido a proclamar su triunfo.

Autor: Comité Ejecutivo – PST, Bogotá, marzo 2018

Evidentemente, los resultados de las parlamentarias les dan una mayoría aplastante en el corrupto Parlamento a los partidos de los empresarios, los banqueros y los terratenientes que, como ya lo anuncian con euforia, les permitirá aprobar sin dificultades todos sus planes económicos y políticos para favorecer sus negocios y los de sus socios imperialistas. Por ello el jefe mayor Donald Trump anuncia su visita a Colombia para el mes de abril, en un claro gesto de apoyo a los que considera sus mejores aliados en América Latina. La contracara para los trabajadores y los pobres será el aumento de la miseria, el desempleo, la tercerización y el recorte de sus derechos democráticos más elementales, como el derecho de huelga, de protesta, movilización y organización.

 No nos representan

Sin embargo, mienten de manera deliberada al proclamar que representan a la mayoría de la población del país. No representan al 51% de los que prefirieron no votar seguramente sumidos en la desesperanza y la incredulidad, porque su vida sigue igual o peor, elección tras elección. Los votos en blanco se elevaron a la nada despreciable cifra de 1.176.243 para Senado, incluyendo circunscripción nacional e indígena; para Cámara a 1.267.089, incluyendo circunscripción territorial, indígena y afrodescendiente; los nulos superaron la votación de Álvaro Uribe, los no marcados, otra forma de rechazo a los candidatos, llegaron a 871.444. Es decir que entre blancos y no marcados suman más de dos millones. A estas capas tampoco nos representan los autoproclamados triunfadores. Pero aún más, no creemos que los votos obtenidos por las corruptas maquinarias que se aprovechan del hambre y la necesidad del pueblo trabajador y desempleado, comprando su conciencia con miserables monedas, almuerzos y mercados, o simplemente por medio de la amenaza y del temor, se puedan considerar un respaldo abrumador o un voto libre y conciente. De manera que una cosa es su legalidad y otra muy diferente su legitimidad. La minoría de poderosos que maneja el mundo capitalista lo hace a costa de mantener en la ignorancia y el atraso a millones de desposeídos para utilizarlos en su favor.

Una cosa es lo que se vislumbra en las urnas y otra lo que se respira y se escucha en las calles. Hay cansancio, hay rabia y descontento, hay ganas de un cambio profundo. Tanto que a contrapelo de la campaña, en contra de la “ultraizquierda” del socialismo y del comunismo, sostenida de manera abierta por Cambio Radical y el Centro Democrático, Ordóñez y los conservadores tuvieron que prometer de manera demagógica una mejora salarial y del nivel de vida para los millones de trabajadores, bandera tradicional de la izquierda.

Candidato Gustavo Petro, el 11 de marzo su candidatura se convirtió en una expresión del descontento. Esos 2.853.731 votos depositados por usted, también hay que descontárselos a los partidos de la burguesía y la llamada clase política tradicional. Estamos convencidos de que muchos trabajadores se han hecho la ilusión de que usted y su movimiento son una opción de cambio y sienten como una necesidad la unidad de la izquierda para enfrentar a los candidatos del establecimiento en las presidenciales.

Unidad de la izquierda y los trabajadores

La perspectiva de la elección de Duque o de Vargas Lleras y la continuidad de sus planes, hará que un importante sector de trabajadores, de sectores populares y clase media empobrecida, abrigue ilusiones en que un gobierno encabezado por usted sea una salida para la profunda crisis en que se hunde nuestro país. Las organizaciones de izquierda tenemos el reto de no defraudar estas expectativas y aún estamos a tiempo para dotarnos de una política verdaderamente revolucionaria tanto para la lucha directa como para la contienda electoral. Ese es el sentido de esta carta del Partido Socialista de los Trabajadores.

La clase obrera, los millones de trabajadores tercerizados e informales, los empleados del Estado que han visto descender sus ingresos y su estabilidad de manera acelerada y los campesinos pobres que han visto caer asesinados a los dirigentes que reclaman sus tierras, necesitan una opción, necesitan un propuesta que reivindique sin temor sus derechos actuales y sus intereses históricos y estratégicos; necesitan una alternativa política que no le tenga miedo a decir que efectivamente no se puede gobernar para todos; que denuncie que los que han gobernado hasta ahora lo han hecho a favor de una minoría de privilegiados nacionales e imperialistas; que se necesita que gobiernen los trabajadores, los pobres, los de abajo, los que nunca han gobernado; y que para ello hay que expropiar a los que llevan siglos expropiando nuestra fuerza de trabajo y la riqueza social que producimos, la cual precisa ser distribuida de manera equitativa. Ese es el cambio que se requiere. No basta con prometer reformas que favorezcan a los trabajadores y sectores populares, para conseguir un profundo cambio a favor de los de abajo.

 Colombia necesita una revolución

La experiencia histórica ha demostrado que con las elecciones no se llega al poder. La burguesía se hizo al poder inicialmente desplazando, mediante revoluciones, a la aristocracia feudal y haciéndose dueña de los medios de producción. Hoy utiliza las elecciones para legitimar ese poder y disputarse, entre sus distintos sectores, el gobierno. Por eso se da el lujo de permitir que se les cuelen, en el Parlamento, unos cuantos que no son de los suyos, pero saben que poco pueden hacer. La clase trabajadora no podrá llegar al poder si no es mediante una revolución. Algunos partidos que se dicen de izquierda, socialdemócratas o comunistas, engañan deliberadamente a los trabajadores diciéndoles que mediante el voto pueden llegar al poder, pero saben que con ese apoyo solo pueden llegar al gobierno y una vez allí se convierten en simples administradores de los negocios de la burguesía. Si lo hacen bien, les otorgaran algunos galardones y hasta pueden hacerse a un capital para ellos y sus círculos más cercanos. Esta es la triste historia reciente de muchos países de América Latina a los que en décadas pasadas les prometieron cambios a nombre de propuestas alternativas, en las que se incluyen el “socialismo del siglo XXI” y la Tercera Vía. Fue lo mismo en países como Portugal y Grecia. El balance es desastroso, y para la muestra está Venezuela.

Por ello nuestro partido llamó a votar en blanco, como un voto de protesta contra este régimen absolutamente antidemocrático, que no permite que los partidos de los trabajadores, de los revolucionarios y los socialistas, podamos confrontar en las tribunas públicas a los capitalistas y su sistema de explotación y opresión, y defender de sus mentiras lo que realmente significa el Socialismo.

¿Unidad para qué?

Nuestro llamado es a que usted y su movimiento, apoyados en el respaldo que obtuvieron en la consulta interpartidista, encabecen un acuerdo de los trabajadores y la izquierda. Una opción verdaderamente independiente de los partidos de la burguesía que en lugar de estar llamando a Humberto de la Calle candidato del Partido Liberal, un partido de la clase política tradicional de los que han sostenido por siglos a los poderosos, y a Sergio Fajardo del Partido Verde, dentro del cual hay sectores abiertamente defensores del neoliberalismo y de los empresarios antioqueños, llame a los explotados a unirse contra todos los que los han oprimido por siglos.

La unidad que usted, candidato Petro, está proponiendo hoy, sin duda alguna va a debilitar la unidad que muchos de sus seguidores están esperando. Nuestro partido le propone que llame a los sectores de izquierda del Polo, de los Verdes si los hay y, sobre todo, a los trabajadores y sus organizaciones sindicales y a la izquierda que no tiene representación parlamentaria a conformar un frente de los trabajadores y la izquierda sin empresarios, sin banqueros, sin terratenientes, con total independencia de sus partidos. La unidad no puede ser en torno a los acuerdos de paz con los cuales los trabajadores y los más pobres nada han ganado. Por el contrario han sido utilizados por todos los sectores de la burguesía, para engañarlos y pasar sus planes contra ellos. La unidad de los trabajadores y la izquierda, podrá ser mucho más fuerte que la unidad de toda esa derecha recalcitrante.

¿Qué programa defender?

Ese frente de los trabajadores y los pobres es el que puede levantar un programa que tenga como mínimo los siguientes objetivos: ruptura de todos los pactos económicos, políticos y militares que subordinan a Colombia a los dictados del imperialismo, y la más firme solidaridad con los pueblos que luchan por su liberación nacional y social; nacionalización sin indemnización de todos los recursos naturales y de las transnacionales y las empresas privatizadas; garantía de trabajo para todos, promoviendo un gran plan de obras públicas que tenga la vivienda de interés social, la educación y la salud como prioridades, financiado con los dineros de la deuda externa e interna con que se lucran bancos y entidades financieras; aumento general de salarios del 50% para todos los trabajadores de más bajos ingresos, con un salario mínimo equivalente al costo de la canasta básica; una profunda reforma agraria que devuelva la tierra a los campesinos desplazados y a las comunidades indígenas y negras, y siente las bases para una verdadera solución del conflicto armado; castigo a los responsables de las masacres y la persecución al movimiento sindical y popular, con la disolución de todos los grupos paramilitares; solución soberana al problema del narcotráfico, empezando por la legalización de los cultivos y las suspensión de las fumigaciones; plenas libertades democráticas que garanticen a todos los partidos y organizaciones sindicales y populares el ejercicio del derecho a la protesta, la movilización, la huelga y la participación electoral. Derogatoria de la Ley 100, de la Ley 50 y de todas aquellas que durante el gobierno de Uribe le quitaron a los trabajadores las horas extras, los recargos nocturnos, festivos y dominicales, para que les sean devueltos los derechos más elementales a la clase obrera y los trabajadores acabando con la nefasta tercerización.

El Partido Socialista de los Trabajadores les propone a usted y a las bases de la Colombia Humana, la discusión de esta propuesta para que, de manera democrática, llamemos a todos quienes la puedan compartir, a que definamos un programa y una campaña electoral que, puesta al servicio de la movilización, se proponga conquistar ese programa. La unidad con sectores de la burguesía, solo llevará a los trabajadores a una nueva frustración. Candidato Petro, si usted gana la presidencia tendrá dos opciones: enfrentar a un Congreso mayoritariamente burgués y de derecha que va a bloquear sus proyectos, o convocar una Asamblea Nacional Constituyente amplia, libre, democrática, soberana y contra las maquinarias, que discuta y apruebe un programa como el que proponemos, y que llame a los trabajadores y a la población a organizarse en comités de base para defenderlo. Desafortunadamente la historia reciente de América Latina ha demostrado que los gobiernos de izquierda que han optado por la primera opción han terminado destituidos, como en Brasil; llevando al país a la ruina, como en Venezuela; o adaptados a los planes de la burguesía y el imperialismo, como en Uruguay, Paraguay y Ecuador. Nosotros le proponemos que optemos por la segunda y demostremos que los trabajadores y los pobres podemos organizar la sociedad al servicio de la mayoría y superar todas las lacras del capitalismo que están colocando al Planeta, y a la especie humana misma, en riesgo de subsistencia.

 

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