Las lecciones del paro de magisterio

Finalizó el paro de maestros más largo de los últimos 20 años. La masividad, capacidad de lucha y trascendencia de este paro merecen un cuidadoso balance por parte del magisterio, pues la grandeza de esta lucha no se corresponde con el pobre acuerdo firmado por el Comité Ejecutivo de Fecode y el gobierno de Santos, que una vez más logra sacar ilesos los intereses de la burguesía colombiana ante las exigencias de reivindicaciones por parte de la población.

Autor: Unidad Docente

Sacar las lecciones del paro es imprescindible para el magisterio, para poder desarrollar sus futuras luchas y construir una dirección política y sindical que se corresponda con su disposición y capacidad de lucha.

Ante la ya acostumbrada negativa del gobierno, a negociar el pliego de peticiones, el magisterio respondió casi unánimemente al llamado a paro, aunque manteniéndose en importantes sectores de la base una profunda desconfianza frente a la dirección de Fecode a causa de la traición al paro de 2015 y las negociaciones de los últimos años.

A pesar de todo esto el magisterio salió con decisión a las calles a garantizar el paro, convencido de que es en las calles y en la lucha contra el gobierno y sus políticas educativas donde se gana legitimidad para hacer las críticas contra el accionar burocrático de las direcciones sindicales.

Hay que resaltar que la resistencia, la constancia y la beligerancia de los maestros durante el paro, significaron una fuerte presión de las bases sobre el Comité Ejecutivo de Fecode y el gobierno nacional, pues los maestros en las calles esperaban que el paro no fuera ni vendido, ni entregado, manifestando así una gran expectativa en una negociación en mejores condiciones que en 2015.

Se ganó en confianza y conciencia

Es innegable que a pesar de los resultados de la negociación, este paro significó un avance importante en la conciencia y la confianza de los maestros en su propia capacidad de lucha y en el afianzamiento en el método de la movilización para enfrentar a los gobiernos en las calles, además del aprendizaje para miles de maestros nuevos, para quienes es su primer paro indefinido de larga duración.

También la fuerza del paro conquistó la legitimidad suficiente para desenmascarar la demagogia del gobierno al prometer en campaña que Colombia sería “la más educada”, pero que le niega los recursos a la educación pública. Los maestros al igual que los conflictos de los estatales, de Chocó y Buenaventura demostraron que no hay ninguna equidad en la distribución de los recursos y que así no se alcanza la paz.

La dirección sigue siendo un obstáculo

Durante el paro muchos maestros confiaron en que Carlos Rivas era “diferente” a Luis Grubert, anterior presidente de Fecode y quien fue la cara de la negociación en el paro de 2015. Durante estos dos años en que se desarrolló la inconformidad al interior de Fecode, en vez de escuchar a la base, los dirigentes y sus juntas directivas cerraron filas en torno a la defensa de las burocracias, la antidemocracia y la persecución a cualquier voz crítica que se atreviera a tener una opinión crítica al interior de los sindicatos regionales y de la federación.

La dirección es la misma

La dirección sindical que condujo este paro es la misma de las negociaciones de 2013 y 2015, con voceros públicos distintos pero con igual política de concertación y colaboración y con igual método burocrático. Esto se evidencia en la forma de convocatoria, definición de pliego, desarrollo de la negociación y levantamiento inconsulto del paro.

Mientras en las movilizaciones el discurso de Rivas respondía y se conectaba con la radicalidad de las bases en lucha, en los medios de comunicación prevalecía su tono “razonable” y “conciliador” mostrándose como un político confiable comprometido con la estabilidad del actual gobierno y del régimen político.

El gobierno pudo sostener su postura arrogante ante el magisterio porque los conflictos cívicos y laborales se mantuvieron fragmentados y aislados, permitiéndole negociar el levantamiento de cada uno de ellos por separado, conjurando así un gran estallido de la crisis social.

El magisterio tiene capacidad de liderar una lucha nacional

El magisterio en este paro gano la legitimidad y la autoridad para convocar al conjunto de la población a una lucha de envergadura nacional y organizar en poco tiempo un paro cívico nacional para derrotar la política de guerra social y económica de Santos. En medio del fervor manifiesto durante el paro, existieron las mejores condiciones para ello, y es la responsabilidad histórica de la dirección de Fecode no haber conducido este proceso que ellos mismos reconocieron como posible y necesario, pero que en palabras del propio Rivas, “…no le queremos echar cebo al candil”…, tomaron la decisión de no organizar el paro cívico.

Es necesario continuar luchando por una nueva dirección

Una de las grandes lecciones de este paro es que el magisterio necesita una dirección sindical y política que esté a la altura de una base más combativa, una nueva generación de maestros cada vez más dispuestos a luchar por los derechos que les fueron arrebatados mucho antes de ingresar al gremio, pero también que sepa recuperar la tradición de lucha del magisterio que protagonizó las grandes luchas que conquistaron los derechos más importantes del magisterio que hoy se encuentran recortados y reducidos a una mínima expresión.

El gobierno ha demostrado no solamente que no le interesan los problemas de la educación sino que la burguesía no cederá fácilmente ante las reivindicaciones de los trabajadores y los pobres del país, por eso luchas de mayor envergadura necesitarán mayor resistencia y combatividad. Estas nuevas luchas sólo serán exitosas si esa postura aguerrida, critica, combativa y progresiva de las bases se mantiene y se extiende, para seguir defendiendo la educación pública y los derechos del gremio. Para esto es imprescindible construir una dirección clasista y revolucionaria que conduzca las luchas de maestros y demás trabajadores con total independencia de clase, a la conquista de una sociedad equitativa.

Comentarios cerrados