La Visita de Obama a Vietnam e Hiroshima

El presidente estadounidense Barack Obama está dedicando la última parte de su segundo mandato a realizar visitas a distintos países del mundo. Esta vez fue el turno de un viaje a Oriente que incluye Vietnam y la ciudad japonesa de Hiroshima. Ambos lugares son simbólicos de hechos muy importantes de la historia del siglo XX.

Autor: Alejandro Iturbe (tomado de litci.org)

En agosto de 1945, la aviación de EEUU arrojó sobre Hiroshima y Nagasaki sendas bombas atómicas (entonces una tecnología bélica de reciente creación) con el saldo de la destrucción de ambas ciudades, decenas de miles de muertos, un número aún mayor de heridos y gravísimas secuelas de enfermedades en los sobrevivientes. Lo más grave es que esa acción no era necesaria militarmente porque la flota y el ejército japonés estaban quebrados y era solo una cuestión de corto plazo su rendición definitiva.

El verdadero objetivo de utilizar la bomba atómica era una aviso a las masas y a los pueblos del mundo de hasta dónde estaba dispuesto a llegar el imperialismo estadounidense para defender sus intereses y enfrentar los procesos revolucionarios que la Segunda Guerra Mundial había generado.

El horror y el repudio mundial que provocaron las consecuencias de la bomba atómica, por un lado, y la lucha de clases a nivel le impidieron al imperialismo volver a utilizar esa arma. Pero lo ocurrido en Hiroshima y Nagasaki quedó como un símbolo de la crueldad destructiva del imperialismo.

Al iniciar su viaje, Obama declaró que en su visita a Hiroshima no va a pedir perdón por ese hecho porque se trató de una decisión militar que se tomó bajo las circunstancias del momento. Leyendo entrelíneas, es lo mismo que decir: “yo hubiera hecho lo mismo”. Queda claro que, detrás de la máscara (y la táctica política) de “dialoguista y negociador” a que la realidad lo obliga, Obama es el jefe político del imperialismo que, si las circunstancias se lo exigieran y, a la vez, se lo permitieran, no dudaría en utilizar cualquier método para defender esos intereses.

Analizar el caso de Vietnam requiere ver, así sea brevemente, algunos elementos de la historia moderna de ese país. En el siglo XX, Vietnam integraba la posesión colonial llamada Indochina Francesa. Durante la Segunda Guerra Mundial, es invadida por el Japón y comienza una guerra de liberación dirigida por el Partido Comunista. Derrotado el Japón, vuelve el dominio colonial francés (con acuerdo del PC) pero rápidamente se reinicia una nueva guerra de liberación que termina con una victoria parcial en 1954. El país se divide en dos: Vietnam del Norte surge como estado obrero burocratizado; Vietnam del Sur queda como un estado capitalista títere del imperialismo.

Ambos estados entran en guerra: el Norte para reunificar el país bajo su dominio; el sur para defender su existencia artificial. Ante la inminente debacle del Sur, a inicios de la década de 1960, EEUU inician una escalada de intervención militar cada vez mayor contra las tropas del Norte y el Frente de Liberación de Vietnam del Sur (el Vietcong).

Se desarrolla una larga y cruenta guerra en la que el ejército de EEUU empleó métodos de extrema crueldad como la utilización de bombas de napalm (combustible que se incendia rápidamente en contacto con el aire) que arrasaban aldeas y cultivos y a las personas que se encontraban en esos lugares. A eso hay que sumarle las matanzas de aldeas enteras, como la de Mi Lay en 1968, las violaciones de mujeres vietnamitas, etc. Se estiman que más de dos millones de vietnamitas murieron en la guerra.

Pero tanta crueldad no garantizó el triunfo. Por el contrario, la combinación entre la heroica resistencia del pueblo vietnamita, la grandes movilizaciones en el mundo contra esta intervención militar (de modo especial, un gran proceso de ascenso dentro mismo de EEUU) y el derrumbe militar, sicológico y moral de las tropas estadounidenses hicieron que este imperialismo sufriera, en 1975, la primera derrota político-militar de su historia.

Las imágenes de los helicópteros yanquis, llevando sus funcionarios y oficiales, en su huida a las apuradas de Saigón (capital de Vietnam del Sur) y la desesperación de los funcionarios vietnamitas del estado títere (que no eran contemplados en esa huida) colgándose con desesperación de esos helicópteros recorrieron el mundo y quedaron como imágenes simbólicas de esa derrota y la demostración de que el monstruo imperialista podía ser vencido. Vietnam abrió un período de profundización de la situación revolucionaria expresada, por ejemplo, con el triunfo de revoluciones democráticas en Irán y Nicaragua (ambos en 1979)

La vida del Vietnam unificado como estado obrero burocratizado fue corta: en 1986 (después de la restauración del capitalismo en China y la ex URSS) la dirección estalinista vietnamita comenzó la restauración capitalista en su propio país, según el modelo chino. Es decir bajo el régimen dictatorial del PC pero ahora al servicio de un estado capitalista.

Desde entonces hasta ahora, parte importante de las empresas estatales han sido privatizadas y se ha expulsado de su tierra con métodos violentos a muchísimas familias campesinas.  Con salarios aún más bajos que China, Vietnam se ha transformado en receptor de inversiones imperialistas a industrias de bajo capital y mano de obra intensiva, como la confección y el calzado. También en territorio del “agrobusiness” salvaje destinado a la exportación de arroz (a costa del hambre de su pueblo).

Es ese el contexto de la visita de Obama: un viejo país enemigo ahora es un aliado y se pueden profundizar los buenos negocios. En ese marco, no hay problemas en respaldar al régimen dictatorial (tal como hizo en Cuba) y en levantar el embargo de venta de armas que rige desde 1975. Lo que no se consiguió con la guerra se consigue ahora gracias al régimen del Partido Comunista reciclado en dictadura capitalista.

Del “síndrome de Vietnam” al “síndrome de Irak”

Queremos terminar con otra valoración. La derrota de 1975 generó en la burguesía imperialista estadounidense el llamado “síndrome de Vietnam”: la profunda dificultad de realizar nuevas intervenciones militares de este tipo por el temor de sus posibles consecuencias. Surge así la política de “reacción democrática” impulsada por James Carter a partir de 1977 y, más tarde, la combinación de un poco más de “garrote” para que se aceptara la “zanahoria” impulsada por Ronald Reagan desde 1981.

George W. Bush intento terminar con el “síndrome de Vietnam” con el proyecto del Nuevo Siglo Americano, la “guerra contra el terrorismo” y las invasiones a Afganistán e Irak. Pero en ambos países fue derrotado militarmente. No han sido derrotas que tuvieran la claridad de imágenes que tuvo Vietnam pero fueron igualmente derrotas muy duras para el imperialismo. Al punto tal que comenzó a hablarse del “síndrome de Irak” similar al de Vietnam.

Ahí surge Obama (como una figura nueva y mucho más simpática para las masas que la de Bush) para aplicar a fondo la táctica de la reacción democrática, los pactos y las negociaciones. Claro que también aplica algún “garrote”. Pero lo hace de modo muy limitado (ataques aéreos, provisión de algún armamento y asesores militares) porque la relación de fuerzas en el mundo así se lo impone.

Por supuesto, no debemos subestimar que la política de Obama obtiene algunos éxitos importantes como el de sus visitas a Cuba y a Vietnam, o el curso de la guerra civil en Siria. Pero son éxitos parciales que no revierten la relación de fuerzas y la situación desfavorable que el imperialismo tiene de conjunto a nivel mundial.

No somos sólo nosotros los que decimos esto. Zbigniew Brzezinski es uno de los ideólogos estratégicos del imperialismo estadounidense y alto dirigente del Partido Demócrata: fue el principal elaborador de la política de la reacción democrática de James Carter, fue uno de los orientó la política que llevaría a la restauración en la ex URSS y en el este de Europa y, más recientemente, fue uno de los impulsores de Obama como presidente.  Creemos que sus opiniones merecen cierto respeto para indicar cómo ve la situación mundial el ala más lúcida del imperialismo estadounidense.

En una entrevista concedido a la revista brasileña Época (edición 863, 15 de diciembre de 2014) él afirma: “Vivimos una época de inestabilidad sin precedentes. En el mundo hay enormes fajas de territorio dominadas por agitación, revoluciones, rabia  y pérdida de control del Estado. […] Los Estados Unidos perdieron poder. […] Es lo que vengo diciendo en los últimos 20 años: vivimos un período de inestabilidad sin precedentes provocado por el despertar político global”.

En otras palabras, el mundo vive una situación revolucionaria frente a la cual el imperialismo estadounidense está debilitado. Navega en un mar de tormentas y, como decía Nahuel Moreno, en 1985: “no hace lo que quiere sino lo que puede”. Es en ese marco que entra Obama, sus políticas y sus viajes.

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