Las asambleas populares continúan proyectando la lucha social. Una mirada desde la asamblea Bakatá-Sabana

El estallido social que aconteció en nuestro país en los recientes meses del presente año, podría decirse, se ha cerrado; esto debido a que las movilizaciones y demás actos de manifestaciones consecutivos han quedado atrás momentáneamente, excepto por algunos actos aislados en distintas zonas del país. Sin embargo, la situación de descontento, malestar y predisposición a luchar aún se mantiene abierta y puede ser cuestión de tiempo para que los colombianos, luchadores y luchadoras sociales, retomen las calles ante una crisis social que, lejos de solucionarse, se profundiza rápidamente.

De cada estallido social, es decir, del conjunto de acciones de protesta y de manifestación, quedan formas organizativas que tratan de dar continuidad, profundidad y consecuencia a la lucha social. Es decir, cada estallido social masivo, expresión de la lucha de clases sociales genera, ante la necesidad de continuar con la lucha, formas de unión popular o formas organizativas que continúan operando y cuyas características son reflejo del estado mismo de lucha de clases.

Algunas de las formas organizativas populares que se crearon desde el paro nacional 21N (2019) son las asambleas populares, las cuales fueron determinantes y se potenciaron en el 28A. Otras experiencias que al lado de las asambleas potencian la lucha son las ollas comunitarias y las primera líneas. Las asambleas, se han mantenido activas y han llevado a cabo acciones aisladas por sectores geográficos, al menos en la ciudad de Bogotá. Decenas y hasta cientos de jóvenes, trabajadores precarizados y desempleados asisten a estos espacios asamblearios –los cuales han tenido desarrollos desiguales–, para dar debates, ofrecer propuestas, identificar problemáticas y llevar a cabo acciones para resistir los embates y la contraofensiva del régimen autoritario y represivo después de cada estallido o paro nacional.

Hace poco, las asambleas tomaron la iniciativa de unirse en un espacio de discusión mucho más amplio y vinculante, que permita aunar esfuerzos y concentrar fuerzas para continuar con la lucha política y social. A este espacio se le ha dado el nombre de Asamblea Bakatá-Sabana. La primera asamblea ya fue llevada a cabo en el mes de julio. Los asambleístas dieron discusiones importantes, identificando las distintas problemáticas sociales que expresan una crisis general, descargada sobre los hombros de la clase trabajadora y popular.

Cabe resaltar que este es un espacio embrionario, que recoge distintos sectores –en su mayoría jóvenes– y que aún debate internamente cuál es su sentido, su perspectiva y su función. Bien es sabido que las asambleas, como formas de lucha organizadas, pretenden mantener vivo el flujo de la protesta social, pero el espacio Bakatá-Sabana, como un espacio unitario, plantea discusiones sobre el horizonte político al cual se dirigen los esfuerzos conjuntos. Es decir, se plantean debates respecto a la naturaleza misma del espacio, ¿es una plataforma electoral? ¿Es un espacio de coordinación y dirección de luchas? ¿Puede llegar a ser en algún momento un organismo de poder popular?

La discusión avanza de manera lenta y los jóvenes, en medio del proceso, aún tratan de encontrar un sentido a esas formas de organización que ellos mismos componen. Y aunque las problemáticas, consignas de lucha y algunas propuestas están puestas sobre la mesa, se hace urgente la necesidad de que la asamblea construya un plan de lucha, con objetivos claros y tareas por realizar que permitan ir resolviendo, en la práctica, las discusiones, dudas y necesidades que se mantienen expresas en el debate.

Caracterizamos este espacio como un espacio amplio y democrático sobre el cual los y las jóvenes proyectan sus ánimos y esperanzas de continuar con la lucha, promoviendo la unidad de los distintos sectores sociales. Asimismo, dependiendo del desarrollo del espacio mismo y de la lucha de clases sociales, la asamblea podría llegar a desarrollar organismos de coordinación y conducción de las luchas juveniles a nivel distrital en la capital del país, y por qué no avanzar hasta convertirse en un organismo de poder popular. Volcamos nuestros esfuerzos a desarrollar estas formas organizativas que recogen el descontento contra el régimen represivo encarnado por el uribismo y que debaten las distintas posibilidades de transformación social. Nuestra tarea como partido revolucionario, es acompañar estos espacios de unidad popular y promover su avance hacia la lucha revolucionaria.

Jh.

 

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