¿Puede el pueblo trabajador confiar en Biden y la ONU?

Ya cumplimos un mes del levantamiento social iniciado el 28 de abril. Las movilizaciones en muchas ciudades y municipios y los bloqueos en algunos puntos no paran, la juventud radicalizada organiza asambleas populares, comités de defensa -primeras líneas- ollas populares etc. El desprestigiado gobierno de Iván Duque, que cuenta con solo 18% de aprobación, y un 76% de desaprobación según encuesta del 25 de mayo publicada por Invamer, ya no puede ocultar su crisis.

 Autora: RC

La feroz represión desatada para contener un estallido social, amplio, masivo, radical que fue ganando la simpatía y el apoyo de cada vez más sectores explotados y oprimidos y de sectores de clase media empobrecidos, solo le sirvió para radicalizar aún más la lucha y para aislarlo, no solo de los sectores populares que le habían dado su apoyo electoral internamente, sino de gobiernos burgueses del continente y del mundo. Muchos de ellos, empezando por el del amo imperialista – los EE UU- rechazaron el uso desmedido de la fuerza, y clamaron por el respeto a los derechos humanos. Pero tenemos que decir, que estas declaraciones fueron presionadas por la poderosa movilización en el país y por las numerosas (y en algunos países masivas) manifestaciones de solidaridad internacionalista de la clase trabajadora, y de los emigrados colombianos – que solo en EEUU son más de 2 millones y medio-, y de los miles de denuncias que corrieron nacional e internacionalmente por las redes sociales mostrando la violencia desatada por el régimen asesino encabezado por Duque.

Podemos decir que este es otro triunfo de la rebelión social, al tiempo, tenemos que ser conscientes de que a pesar de ello no hemos derrotado aún a este gobierno. La cantidad de heridos y el asesinato de otro joven por una aturdidora disparada a la cabeza en los enfrentamientos en Usme localidad del Sureste de Bogotá, en la noche del miércoles 26 de mayo, los 13 muertos del 28 de mayo en Cali, (más de 60 en total) así lo atestiguan, y muestran a un gobierno herido que se defiende como “gato panza arriba”. Ya no solo utiliza la fuerza policial y la vieja y conocida táctica de sembrar el caos con sus agentes infiltrados que incendian, disparan y provocan para justificar la represión, sino que los empresarios la “gente de bien” cuyos intereses él representa y defiende, se movilizan en las calles con la intención de confundir y de hecho enfrentar a la mayoría que está en el paro. Este 28 en la noche declaró la militarización total de Cali y el Valle del Cauca como medida para conjurar la rebelión. Está quedando claro que las declaraciones de gobiernos e instituciones internacionales hasta el momento no son más que eso, declaraciones, pero la masacre continúa y las medidas concretas de estos gobiernos no aparecen por ningún lado. Hasta el momento ninguno lo ha declarado enemigo de los trabajadores, ni han roto relaciones para obligarlo a parar la masacre.

Aprovechar las fisuras a favor de los de abajo

Los senadores de la oposición, Alexander López y Gustavo Bolívar, realizaron una visita a los EE UU con el objetivo de “adelantar una larga agenda de incidencia ante organismos oficiales y ONG en los EE.UU. con miras a frenar la masacre de jóvenes en Colombia’’. Nos parece bien que este tipo de acciones se hagan en el marco de la lucha, siempre y cuando no se genere la expectativa de que ello va a ser la panacea ni que va a ser la OEA, la CIDH, la ONU o el partido Demócrata de Estados Unidos, quienes frenen la masacre y a este gobierno. Estas acciones son válidas, como aconsejaba Lenin, en el sentido de aprovechar las fisuras en las alturas, dentro de la clase enemiga para debilitarlos. Efectivamente la Vice y ahora también Canciller Marta Lucía Ramírez, tuvo que retroceder en la negativa a la entrada de una comisión de verificación de la CIDH, después de que este organismo emitiera una declaración condenando la falta de garantías a la protesta y la violación a los derechos de la juventud que resiste.

Vale la pena destacar que mientras la OEA pide permiso al gobierno para enviar su Comisión, otra misión independiente integrada por varias ONGs y personalidades también independientes, llegaba a el Aeropuerto el Dorado, de hecho y sin permiso. A pesar de que devolvieron a uno de sus integrantes alegando cualquier problema burocrático no la pudieron detener. Esta misión independiente que incluye por ejemplo a las abuelas de plaza de Mayo de Argentina, expresa más la lucha contra dictaduras o gobiernos bonapartistas como la Argentina de Videla o la chilena de Pinochet y están menos atadas a las instituciones de la “diplomacia internacional” al servicio de las clases dominantes.

Sin embargo, tenemos que saber que si aflojamos en la lucha y la rebelión; si la solidaridad de clase en todos los países, especialmente en nuestro continente decae, estas fisuras se pueden cerrar rápidamente. La única garantía de triunfo es la profundización de nuestra lucha y la del conjunto de los trabajadores, de su juventud, y de los sectores populares en todos y cada uno de los países del mundo y especialmente de nuestros hermanos del continente americano empezando por los trabajadores de Estados Unidos. Es pertinente continuar en la campaña de SOS Colombia.

No podemos confiar ni en los gobiernos ni en los partidos de la burguesía imperialista

Los senadores Bolívar y López, además de denunciar la violenta represión de este régimen bonapartista asesino, solicitó al Congreso de Estados Unidos junto con un grupo de senadores demócratas, la suspensión de la ayuda militar que ese país viene dando a las fuerzas armadas colombianas.

Aunque es legítima esta solicitud, en nuestra opinión eso no va a suceder. Es posible que el gobierno Biden y el Congreso amenacen con disminuir la ayuda para presionar a Duque a que tome algunas medidas tácticas con relación a los acuerdos de paz, a la política antidrogas y a su relación con el vecino gobierno de Venezuela, pero nada más. La política de ayuda militar es una política de Estado y en ese sentido bipartidista, que va más allá de quien esté en la presidencia de Estados Unidos y de las diferencias que Duque y el Centro Democrático tuvieron con los Demócratas al colocarse abiertamente del lado de Trump en el pasado reciente. Para el imperialismo norteamericano, gendarme del mundo, Colombia tiene una ubicación geográfica y política importante. Una relación histórica de sumisión desde la entrega del canal de Panamá pasando por la participación de soldados colombianos en la guerra de Estados Unidos contra Corea en 1950 y la del Canal de Suez contra Egipto en 1956- 58. Los gobiernos colombianos han sido siempre como la gran mayoría de los países semicoloniales cipayos del imperialismo Yanqui; lo apoyan políticamente y en sus aventuras bélicas en la ONU y todos los organismos internacionales. De manera que por unos cuantos muertos no van a dejar su pacto de clase en el que el país del norte vela por los intereses comunes del sistema capitalista imperialista mundial y en el que la burguesía colombiana es su socia menor.

El paquete de ayuda aprobada por el Congreso de EEUU, fue de US$ 448 millones de dólares para el 2021, más 150 millones para hacer frente a la inmigración venezolana; esto es más del doble de la aprobada en 2017 que fue de 203 millones de dólares. En estos momentos Biden presenta al congreso el paquete de ayudas externas que contempla un monto de 453 millones para Colombia. El país sigue siendo el principal benefactor de ayuda militar y de seguridad del continente después de dos décadas de implementación del plan Colombia. Esta financiación es parte de acuerdos de asesoría militar, entrenamiento y de la existencia de 9 bases militares gringas, así como de la asistencia recíproca en caso de guerras (TIAR – Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca- aún vigente). Además y más grave aún, desde el gobierno de Santos Colombia es parte de la OTAN bajo la figura de Socio Global.

Colombia ha perdido su soberanía al someterse a esta ayuda militar, al firmar estos tratados, al sumarse a los países de la OCDE, al someterse a la condiciones económicas impuestas por el Fondo Monetario Internacional y la Banca mundial a través del endeudamiento externo e interno y de las relaciones absolutamente desiguales en el comercio. EEUU es el principal socio comercial de Colombia, y el mayor inversionista lo cual fortalece esa relación de dependencia. No es un secreto que la producción de campesinos medios y pobres ha sido arruinada por la importación de alimentos y por el monopolio de los insumos en manos de la multinacional Monsanto.

La deuda externa, un mecanismo de expoliación de la riqueza de las naciones menos desarrolladas, ha llegado a las siguientes cifras: la deuda total (pública y privada) pasó de USD 36.000 millones en el 2000 a USD 140.000 millones en enero de 2020. Del 2014 al 2016 la deuda sube en relación al PIB del 27 al 43, en el 2018 baja levemente al 40% y, finalmente alcanza en enero de 2020 el 50% del PIB. Es decir que la mitad de lo que produce el país se va para pagar una deuda que el pueblo trabajador no contrajo, de la cual no se beneficia pero que tiene que pagar a la banca usurera, comprometiendo el futuro de varias generaciones venideras.

Es evidente que el gobierno de Estados Unidos no va a romper esta relación de beneficio que es esencia del sistema capitalista imperialista mundial, porque al gobierno de Duque se “le vaya la mano en el uso de la fuerza”. Solo lo haría en caso de que el gobierno se convierta en un peligro para la estabilidad de la región y del sistema. Por eso no podemos confiar ni en los gobiernos burgueses ni en las instituciones creadas por ellos.

Debemos confiar en la solidaridad de los trabajadores y los pueblos del mundo, en su movilización y apoyo, en la lucha por nuestra liberación política y social, en la lucha por nuestra segunda independencia, en la construcción de una organización política internacional de los trabajadores del mundo, exigiendo la ruptura de todos los pactos que atan a nuestros países con el imperialismo. Si tan solo Colombia suspendiera y desconociera el pago de la deuda externa nos daría recursos suficientes para:
• Entregar una renta básica igual a la canasta familiar para millones de familias que están en la pobreza.
• Dar un subsidio del mismo tenor para los desempleados entre ellos los jóvenes que hoy están a la vanguardia de la lucha.
• Hacer un plan de vacunación masivo e inmediato para responder a la pandemia.
• Establecer un sistema educativo desde prescolar hasta la superior gratuito y de calidad.
• Derogar la ley 100 y establecer un sistema de salud estatal e igualmente gratuito.
Es decir, el no pago de la deuda externa es parte fundamental de esta propuesta al programa de reivindicaciones sociales que ya está en calles.
¡Dinero si hay para cumplir con las demandas del pueblo insurrecto!
¡No al pago de la inmoral y usurera deuda externa!
¡No más dinero para los usureros del sistema financiero nacional y mundial!
¡Abajo el FMI y la OCDE!
¡Ninguna confianza en la OEA y la ONU, exigimos declarar al gobierno de Duque enemigo del pueblo colombiano, exigimos la ruptura de relaciones con este gobierno asesino!
¡Luchamos por nuestra segunda independencia, ruptura de los pactos militares con el imperialismo, fuera sus bases de nuestros territorios!
¡Por un gobierno obrero y popular!
¡Por un mundo socialista, por una federación fraterna de los pueblos de América y el mundo!
¡viva la solidaridad de los trabajadores y los pueblos del mundo!

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