La crisis de la CUT más allá de las luchas burocráticas

Comité Ejecutivo – PST

 

Desde el pasado mes de diciembre, se han conocido movimientos en los cargos del Comité Ejecutivo de la Central Unitaria de Trabajadores, CUT, que obedecen a reacomodamientos entre las fuerzas políticas a su interior, pero que no cambian para nada la crisis de la principal organización de los asalariados en Colombia, controlada por una burocracia que por decenios ha llevado a la clase trabajadora a la pérdida de sus derechos, debido a su política de conciliación con los distintos gobiernos.

El anuncio de la llegada del liberal Francisco Maltés en remplazo de Diógenes Orjuela de Dignidad (MOIR) no cambia para nada la realidad de la CUT, que desde finales de 2019 ha sido superada por el movimiento de masas, lo que quedó demostrado con su papel ambiguo frente a la continuidad de las jornadas de protesta del Paro Nacional y de la falta de una conducción decidida en las luchas sociales que se presentaron el año anterior durante el confinamiento.

Hay rumores e intrigas palaciegas en las noticias sobre los cambios al interior de la CUT, lo cierto es que estos cambios obedecen al peso de los acuerdos burocráticos (como el que tienen Dignidad y el Congreso de los Pueblos en la USO) y a los intereses de las distintas fuerzas en sus apuestas electorales. Pero todos estos sectores que se mueven como placas tectónicas, comparten la política de conciliación y han sumido en una profunda crisis al movimiento sindical en Colombia.

Sectores democráticos y clasistas ¿hay diferencias?

Desde hace mucho los trabajadores necesitan  de una nueva dirección sindical en el país, pero en cada elección son ratificados los mismos dirigentes, que reglamentan y escrutan las elecciones de acuerdo con sus intereses, privilegiando a los sindicatos de más de 4 mil afiliados, la mayoría de ellos del sector servicios, y el más grande de todos, el del sector educativo Fecode con más de 300 mil afiliados, menospreciando a los sindicatos de la clase obrera y de trabajadores tercerizados en su mayoría pequeños y dispersos.

El Comité Ejecutivo se divide en dos bloques, uno llamado Democrático que está conformado por liberales y verdes que mantienen una abierta política de conciliación con el gobierno y la burguesía y otro llamado Clasista (conformado por el Congreso de los Pueblos, Partido Comunista, Movimiento por la Constituyente Popular, Modep) que mantiene llamados a la movilización como resultado de la presión de luchadores en sus bases, pero que al final del día defiende el régimen anti-democrático al interior de la CUT y privilegia los intereses de sus burócratas a los intereses de las bases trabajadoras. Ambos sectores terminan haciendo unidad a la hora de cerrarle el paso a las corrientes antiburocráticas y frente a la gran inconformidad por su papel conciliador en las luchas.

Así, la burocracia se mantiene con sus propias reglas de juego, funcional a los gobiernos y los empresarios, a los que les conviene tener a los dirigentes en mesas de conciliación, pactando malos acuerdos a espaldas de las bases que además no se cumplen, incapaces de llamar a la movilización a la clase trabajadora para defender sus derechos, menos de sindicalizar al 94% de trabajadores que no lo están.

Para entender esta crisis, debemos mirar más allá de los juegos burocráticos y revisar la estructura del movimiento sindical en Colombia, para entender cómo las fuerzas políticas que están a su interior utilizan los sindicatos para sus intereses económicos y electorales.

Afiliación sindical en Colombia

Una de las razones para que la burocracia se mantenga en la dirección de las centrales es la baja afiliación sindical en Colombia, según el Censo Sindical de 2017 realizado por el Ministerio del Trabajo arroja que el porcentaje de sindicalización en Colombia es de apenas el 5,8% de la población económicamente activa, de aproximadamente 25 millones de personas.

En total, hay 1.424.043 afiliados a las centrales del país. En el sector privado la afiliación es de apenas el 4,6% y en sector público es de 7%. En cuanto a la distribución de los afiliados por centrales la Central General de Trabajadores, CGT, tiene 606.073 (de los cuales 388 mil son del sector agropecuario); la Central Unitaria de Trabajadores, CUT, tiene 577.532 (de los cuales 250 mil son docentes); la Central de Trabajadores de Colombia, CTC, tiene 169.291.

Hay otras centrales más pequeñas como la Confederación Sindical de Servidores Públicos de Colombia, CSPC, con 7.873 afiliados; la Confederación Nacional de Trabajadores, CNT, con 31.153; la Unión Colombiana del Trabajo, CTU, con 32.126; y la Unión de Trabajadores de Colombia, UTC, con 6.912.

Lo que podemos analizar de los resultados de este Censo, es que la baja afiliación de los trabajadores industriales, la mayoría de las afiliaciones de la CGT, que es la que presenta un mayor número de afiliaciones, es de asociaciones que no tienen posibilidad de negociar pliegos, pero que tampoco son llamados a la movilización para defender sus derechos. Al contrario, la CGT se ha caracterizado por su papel en la conformación de sindicatos en acuerdo con las patronales y por su papel funcional al gobierno en los escenarios de negociación.

En cuanto a la CUT, hay un peso importante del gremio docente de casi el 50% de sus afiliados, lo que explica que sus dirigentes se pasen del Comité Ejecutivo de Fecode al Comité Ejecutivo de la CUT  y viceversa, en una suerte de carrusel  y se perpetúen así en los cargos. En la CUT, hay 302 mil hombres y 274 mil mujeres afiliadas, sin embargo, en su Comité Ejecutivo hay 19 hombres y solo 2 mujeres.

El Paro Nacional dejó al rey desnudo

La llegada de Maltés es un golpe burocrático al Movimiento Dignidad de Jorge Enrique Robledo, pero no es mucha la diferencia respecto a Diógenes Orjuela, pues ambos comparten la política de concertación. Maltés proviene de Sindistritales y lleva una larga carrera burocrática, se ha caracterizado por su talante anti-democrático, por su menosprecio a las minorías y por su poco diálogo con las bases trabajadoras.

Pero más allá de su nombre, la crisis de la CUT quedó al descubierto en las jornadas de movilización de finales de 2019, cuando su Comité Ejecutivo se negó a darle continuidad a la movilización del 21 de noviembre, la más grande que había tenido el país desde el Paro Cívico de 1977. Ante la convocatoria de un Cacerolazo y de una nueva movilización, la CUT al principio se negó a participar y desconoció públicamente a los jóvenes que mantenían bloqueos,  y después de mala gana tuvo que plegarse a las convocatorias.

Ante la irrupción de sectores populares, juveniles, estudiantiles, trabajadores informales, tercerizados, la reacción de la CUT fue negarse a integrarlos al Comité Nacional de Paro, dividiendo el movimiento entre un CNP de burócratas y uno de los sectores en lucha. En este proceso jugó un papel fundamental el llamado sector democrático y un papel deesmovilizador del sector clasista, que después se definió por apoyar  y relegitimar el CNP “oficial”.

De igual manera, durante las movilizaciones que surgieron a mediados de 2020 durante la pandemia, cuando sectores confinados, desesperados por la crisis, salieron a las calles y fueron brutalmente agredidos y masacrados por la Policía Nacional, la dirección de la CUT prefirió defender los acuerdos de sus dirigentes con los alcaldes, que ponerse al frente de las luchas.

Por ello, desde el Partido Socialista de los Trabajadores hemos insistido en la necesidad recuperar la CUT para la lucha. Pero sin barrer a la casta burocrática enquistada en su dirección esto será imposible. Debemos poner en las direcciones de los sindicatos y las centrales, a los luchadores probados, que garanticen la democracia obrera en su interior y de cambiar la dirigencia de la CUT, de recuperarla para la defensa de la clase trabajadora y la lucha intransigente contra el gobierno y las patronales y la unidad de las luchas. Enfrentar el paquetazo de Duque y la ofensiva patronal en curso requiere de una dirección sindical que vaya más allá de los intereses corporativos de cada sindicato, cuando las regresivas reformas laboral, pensional y tributaria han afectado toda la clase trabajadora.

Se hace igualmente necesario impulsar una amplia campaña de sindicalización incluidos los sectores precarizados, tercerizados o informales organizados. Es indispensable reformar los estatutos para darle protagonismo a los sindicatos obreros por pequeños que sean y restarles peso a los privilegios de la Fecode.

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