La clase trabajadora y las consultas presidenciales: el pacto histórico es en las calles

Con la pandemia, la crisis económica se ha profundizado y con ella las medidas contra la clase trabajadora y los pobres, que atraviesan la crisis social más grave de los últimos años. Con un desempleo que las cifras oficiales ubican alrededor del 15% y la pobreza que según Fedesarrollo llegará al 38%, el Gobierno de Duque ha tenido que lidiar con un ascenso de masas que se expresó en 2019 y que continúa con luchas aisladas, a pesar del papel de contención que han jugado la burocracia sindical y el reformismo y los obstáculos objetivos de la pandemia.

Autor: Antonio Romero

A esta situación se suma la derrota de Trump en Estados Unidos y los triunfos electorales del reformismo en América Latina (Ecuador, Bolivia) como resultado distorsionado de la movilización de masas. Todo esto ha hecho que de manera prematura se haya iniciado en Colombia la campaña electoral presidencial no solo desde los sectores de la oposición sino incluso desde los mismos partidos afines al Gobierno de Duque.

Por otra parte, la experiencia que dejó el pasado proceso electoral, indica que las candidaturas de Gustavo Petro e Iván Duque se vieron impulsadas por consultas interpartidistas. Por ello, los distintos sectores se han agrupado en bloques que han llamado de izquierda, centro y derecha. Pero todos sabemos que las organizaciones políticas no se dividen de manera horizontal en un espectro, sino que son expresiones de la lucha de clases, que representan clases y sectores de clases sociales que tienen intereses contradictorios.

¿Izquierda, centro y derecha?

Lo primero que debemos plantear es qué representan esos sectores que se llaman de izquierda, centro y derecha, qué intereses de clase representan y cómo estas agrupaciones políticas hacen parte del régimen político y defienden los intereses del capitalismo.

En Colombia, el llamado bloque de la derecha representa a la burguesía industrial y financiera, a los terratenientes despojadores de tierras vinculados de manera directa con grupos paramilitares y a un sector de las clases medias enriquecido con el negocio de las drogas. También son agentes directos de las multinacionales quienes ven en ellos aliados para implantar en el país sus negocios.

En el bloque del centro, trata de ubicarse un amplio espectro, desde sectores burgueses que tratan de distanciarse del uribismo hasta un sector de las clases medias urbanas y asalariados que exigen derechos democráticos, pero que no afecten la institucionalidad. Aspiran a cambios pacíficos que sean hechos desde los llamados gobiernos alternativos que buscan administrar los negocios del capitalismo, con un discurso contra la corrupción; en esta consulta juegan también sectores de la burguesía que aspiran a que el país pueda participar en el comercio internacional sin injerencias de su economía ilegal de drogas.

En el bloque de la izquierda, hay un sector importante de la clase trabajadora y las clases medias que buscan un cambio en el régimen político y en los problemas que afectan a los pobres, sus dirigentes buscan permanentemente pactos con sectores burgueses y proponen llegar a estas transformaciones desde el punto de vista reformista, es decir sin afectar el capitalismo, pues aspiran a formas de explotación ‘modernas’ y ‘justas’, al mal llamado capitalismo con rostro humano.

De esta manera, los tres sectores coinciden en la defensa del sistema de explotación capitalista y de la institucionalidad, se tratan de alinear con el imperialismo norteamericano y europeo y dividen a la clase trabajadora y a los pobres, que se alinean en cada uno de ellos. Muchos trabajadores, por ejemplo, ven en la derecha la posibilidad de un gobierno que ponga orden al caos que viven en sus territorios o ven en el centro y la izquierda la posibilidad de pequeñas reformas que vayan cambiando de manera gradual el actual estado de cosas.

En ausencia de organizaciones sociales democráticas, que al menos garanticen cierta continuidad en los procesos de ascenso en la movilización de las masas, la clase trabajadora y los pobres quedan a merced de estos discursos.

Derecha: Ojo con el 22

Para la derecha colombiana, cuyos principales partidos – Centro Democrático, Partido Conservador, Partido Liberal, Partido de la U, Cambio Radical y agrupaciones cristianas – han mantenido un sólido acuerdo parlamentario para aprobar las reformas, para hacer nombramientos y para defender a los funcionarios del Gobierno de Duque, diferenciándose de los temas que tienen que ver con el Acuerdo de Paz, es el sector que tiene mayores limitaciones para adelantar la carrera presidencial por su condición de ser partidos de gobierno.

Sin embargo, desde el mismo Centro Democrático se ha posicionado la advertencia de Uribe: “Ojo con el 22” y en una reciente entrevista con el diario El Tiempo, ha planteado su preocupación con la ‘popularidad’ del Gobierno, en particular por sus ministros. La estrategia de Uribe, hasta el momento, ha sido proponer un referendo que reforme la justicia, en particular la JEP, entre otros temas, como plataforma de lanzamiento de las candidaturas del Centro Democrático, que por ahora tiene tres nombres que han sonado con fuerza: la senadora Paloma Valencia, el ex ministro de defensa Rafael Nieto y Tomás Uribe.

Pero el mapa de la derecha va más allá. El Partido Liberal controlado por César Gaviria que promueve la candidatura del su hijo Simón, ha acompañado al Gobierno de Duque, pero apostando por una consulta en la que se pueda mostrar un sector ‘moderado’ de la derecha. También hay candidaturas como las de Alex Char y Federico Gutiérrez, que apuntan a mostrarse como figuras jóvenes, precedidas por la popularidad de sus alcaldías. Por último, está Germán Vargas Lleras, que juega a ganarse las bases uribistas como un candidato de línea dura. De parte del Partido de la U, la salida de algunos de sus miembros más cercanos al ex presidente Santos, abre las puertas a una alianza con el Partido Liberal.

Los dilemas del centro

En el bloque de centro, se está convocando la llamada Coalición de la Esperanza, en la que confluye la Alianza Verde, Compromiso Ciudadano de Sergio Fajardo, el santismo (Humberto De la Calle, Alejandro Gaviria y Fernando Cristo), los delfines de Galán y Lara Bonilla, el MOIR (que ahora usa el nombre de Dignidad) y la ex fórmula vicepresidencial de Colombia Humana, Ángela María Robledo.

En este centro no solo han llegado los Verdes, el MOIR y el fajardismo, sino que ahora se suman sectores santistas que habían sido repudiados en las pasadas elecciones, principalmente por Jorge Robledo. Por ello, la identidad política de este bloque de centro es el miedo a los ‘extremos políticos’, por medio del cual buscan capitalizar un amplio espectro de la clase media urbana y pequeña burguesía agrícola y urbana.

Por tanto, su principal estrategia política y su eje de articulación es la exclusión de Gustavo Petro de su consulta interpartidista. Algunos dirigentes verdes han estado en desacuerdo con una consulta con vetos (Inti Asprilla y Camilo Romero), pero al final se imponen las mayorías que apuestan a la consulta sin Petro.

Izquierda: entre las luchas en las calles y el liberalismo progresista

La llamada izquierda está compuesta por la Colombia Humana – UP con el liderazgo de Gustavo Petro, el Polo Democrático, MAIS, sectores santistas como Armando Benedetti y con una importante presencia de dirigentes sociales provenientes del sindicalismo, del movimiento afro e indígena y con que cuentan con prestigio en la juventud. En este espectro se ubica el Partido Comunes, que no se ubica de manera abierta en ningún punto del espectro, pero que propone de manera general la necesidad de un acuerdo electoral en torno a la defensa de los acuerdos de paz.

El programa político de esta izquierda reformista ha sido planteado como liberal progresista, como lo expresan en el manifiesto llamado “Pacto Histórico”, insistiendo en presentarse como un sector moderado, que busca tener buenas relaciones con el imperialismo y brindarle confianza a la burguesía para que no se oponga a la posibilidad de un gobierno de este sector. Al mismo tiempo, esta izquierda defiende los Acuerdo de Paz y la Constitución del 91, a la que consideran la concreción legal de un Estado Social de Derecho.

Pero al mismo tiempo, este sector recibe la presión social de una juventud cada vez más radical, que enfrenta la brutalidad policial y que rompe con los gobiernos alternativos por ser funcionales al régimen político, lo que lleva a que deban mantener un discurso de llamados a la movilización, mientras sus burocracias sindicales le ponen el freno de mano.

Pero en el escenario electoral, el asunto en esta ‘izquierda’ es más claro, Gustavo Petro tiene una candidatura sólida con Colombia Humana-UP, mientras surgen nombres como la luchadora social Francia Márquez y el senador Alexander López del Polo Democrático, que servirían para su consulta interna.

La clase trabajadora y las elecciones

En las pasadas elecciones, la clase trabajadora y los movimientos sociales apoyaron en su mayoría la candidatura de Gustavo Petro, con la ilusión de derrotar al uribismo, distanciándose de una candidatura como la de Sergio Fajardo, apoyada por sectores financieros y empresariales con intereses en las reformas laborales y pensionales.

La candidatura de Petro, movilizó también sectores populares que se volcaban a las plazas atraídos por un programa que hablaba de la pobreza, el desempleo, la reforma agraria y el cambio climático, que se mostraba también como heredero del liberalismo ‘progresista’ y enfrentaba a la candidatura uribista. La ilusión que la candidatura de Petro producía en los trabajadores y sectores populares que venían protagonizando importantes luchas, llevó a que el Partido Socialista de los Trabajadores apoyara de manera crítica la candidatura de Gustavo Petro. Consideramos que debíamos hacer esa experiencia con la clase trabajadora y aprovechamos esa campaña para ir más allá de su programa mostrando que los problemas de la clase obrera no se pueden solucionar sin una lucha contra el capitalismo.

Gustavo Petro, ha mantenido una batalla contra el uribismo, pero al mismo tiempo ha buscado parecer un candidato cada vez más confiable para el régimen, apoyando al Partido Demócrata en las elecciones norteamericanas, buscando aliados en sectores liberales ligados a Juan Manuel Santos, y mostrándose como un representante del capitalismo ‘con rostro humano’, no solo jugando a ser el ‘Biden colombiano’, sino tratando de mostrar a Biden como un progresista. Pero también a lo largo de estos tres años ha mostrado que su promesa de una oposición en las calles ha sido en lo fundamental una estrategia al servicio de su oposición parlamentaria, para mantener un prestigio de radical en quienes vienen luchando, mientras por arriba insiste en buscar acuerdos y pactos con la burguesía.

Para la clase trabajadora y los sectores populares – que soportan la crisis económica profundizada por la pandemia, la represión y el asesinato sistemático de luchadores sociales, además de las reformas que ha anunciado Duque – no es posible esperar las próximas elecciones ni moverse en la lógica de los intereses electorales de las consultas interpartidistas.

Es la movilización, la lucha en las calles, la preparación de un verdadero Paro Nacional, que debemos enfrentar el régimen y el gobierno criminal de Duque. Son estas luchas las que deben determinar el programa y las candidaturas de la clase trabajadora y de los sectores populares.

 

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