El pacto histórico ¿con los liberales o con la clase trabajadora y los pueblos?

La captura del ex presidente Álvaro Uribe Vélez ha acelerado la campaña presidencial y ha cuestionado el acuerdo con el que el Centro Democrático, Cambio Radical y los partidos Liberal, Conservador y la U han gobernado, ante la solicitud de los sectores más radicales del uribismo de una Asamblea Constituyente o un referendo que hagan una reforma a la justicia.

Autor: Antonio Romero

A solo dos años de la elección de Iván Duque, cuestionada por la compra masiva de votos a través de las mafias, se ha iniciado la campaña presidencial. Desde los partidos tradicionales, se barajan nombres que puedan representar una renovación ante la crisis social que se viene profundizando, como el de Alejandro Gaviria en las huestes liberales.

Por su parte, la extrema derecha se juegan nombres como el ex alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, o el delfín Tomás Uribe, mientras otros sectores del establecimiento siguen posesionando a Alejandro Char como una figura vicepresidencial para la próxima contienda.

Desde los sectores de la oposición, ya se han presentado los nombres que harán parte de las próximas barajas de candidatos de los llamados alternativos de la alianza entre el MOIR y los Verdes por una parte y de la izquierda reformista de Colombia Humana y sectores del Polo Democrático por otra.

El senador del MOIR, Jorge Robledo, anunció desde principios de año que pondría su nombre a consideración en una consulta con el neoliberal Sergio Fajardo. Por su parte, Gustavo Petro plantea un ‘pacto histórico’ en acuerdo con sectores liberales y del Polo Democrático, mientras la líder afro Francia Márquez anuncia que lanzará su nombre en representación de las comunidades marginadas en el país.

Ambos sectores coinciden en la necesidad de hacer pactos o acuerdos con sectores de la derecha e incluso han llamado a un ‘pacto nacional’ con el uribismo a través de la senadora Aida Avella en el discurso de instalación del Congreso de la República. Ambos sectores han renunciado a continuar el camino de la movilización que se abrió en el Paro Nacional a finales del año pasado y tratan de conducir las luchas al escenario electoral.

La alianza de los ‘Tibios’   

La candidatura del representante del Grupo Empresarial Antioqueño, Sergio Fajardo, en un acuerdo con el MOIR y el Partido Verde, fue un verdadero cambio programático del grupo político de Jorge Robledo. De su búsqueda de un acuerdo histórico con la burguesía nacional para desarrollar el capitalismo, el MOIR ha pasado a un acuerdo con un sector burgués para desarrollar un capitalismo ‘moderno’, sin corrupción, sin importar sus vínculos con el imperialismo.

En ese acuerdo – que se concreta en la figura de Sergio Fajardo – han tratado de buscar un camino intermedio entre el uribismo y la izquierda, un camino que ha sido calificado de ‘Tibio’ por sus ambigüedades frente a la lucha contra el sector más reaccionario del espectro político, tratando de equiparar a Uribe Vélez con Gustavo Petro.

Al parecer, esta alianza estará de nuevo en el escenario electoral, y su base de apoyo es la administración de Claudia López, quien desde la Alcaldía de Bogotá ha mostrado el talante de este sector político: diferencias de forma con el gobierno de Duque, pero continuidad de sus planes y políticas, aplicación del modelo neoliberal y represión para la movilización social. De ahí que el MOIR tenga como política frenar cualquier tipo de movilización que afecte la imagen de los gobiernos locales alternativos y haya puesto un freno de mano a cualquier acción del Comité Nacional de Paro.

Esta vez, la alianza de los Tibios no cometerá el error de no tener consulta interna como parte de la campaña electoral y por eso pondrán el nombre de Jorge Robledo al lado del de Fajardo y es posible que se sumen otros dirigentes como Camilo Romero.

Petro y sus palos de ciego

Es indudable que la candidatura de Gustavo Petro movió a la juventud y a la clase trabajadora creando un hecho histórico que obligó al uribismo a realizar una operación de compra masiva de votos, conocida como la Ñeñepolítica, también que su popularidad se mantiene a pesar de que en estos dos años ha estado dando palos de ciego.

Pasadas las elecciones, Gustavo Petro mantuvo su llamado a la lucha en las calles, pero sin concretar en lo político ni en lo organizativo ningún plan para enfrentar el uribismo con la movilización. De hecho, el primer semestre de 2019, Colombia Humana se limitó a buscar acuerdos en las elecciones regionales.

Las jornadas del Paro Nacional a fin de año, borraron la derrota electoral del petrismo a nivel nacional y le dieron una vez más la posibilidad de llevar el discurso a la realidad, escenario que no fue aprovechado para organizar una lucha frontal contra el gobierno de Duque.

En medio del aislamiento social por la pandemia, cuando se conocieron las pruebas del fraude electoral de Duque, Gustavo Petro hace un llamado – también vacío – a la desobediencia civil, que no solo traslada la lucha contra el gobierno al plano individual, sino que sirve a las burocracias sindicales para mantener frenada la movilización.

El ‘pacto histórico’, un pacto liberal

En este escenario, el pasado 19 de julio, Humberto de la Calle publicó en el diario El Espectador una columna llamada Centroizquierda en la que hace un llamado a: “construir una coalición que en el 2022 haga presencia con un programa compartido, construido de manera transparente y sin equívocos… He propuesto un procedimiento que he denominado ingeniería inversa. Se trata primero de señalar los límites, las líneas rojas de cada uno de los integrantes posibles”.

En este acuerdo, De la Calle incluye a Gustavo Petro, por el que se negó a votar hace dos años para favorecer la candidatura de Duque. Y Petro le responde en su columna del portal Cuarto de Hora[1], suscribiendo la propuesta del ex candidato liberal y llamando a un pacto al estilo chileno o español, en los que caían las dictaduras, pero quedaban intactas las constituciones y las instituciones del régimen.

La respuesta de Petro fue: “Un pacto que se insinuó con Bolívar y con el general Melo después, que pudo escribirse con Rafael Uribe Uribe y con López Pumarejo, una Revolución en marcha que jamás debió ser detenida, con el Gaitán popular asesinado, un pacto que pudo escribirse después de la violencia conservadora, y que se insinuó con poder en la constitución del 91, inaplicada por el paramilitarismo, un pacto entre diferentes en el que cada quien aporta sus fortalezas, un pacto que sigue latente, tal y como dijera Rousseau, como la base indispensable de cualquier nación”.

Es decir, el pacto de Petro es la vieja versión estalinista de buscar un acuerdo con sectores burgueses progresistas, en busca de un espacio político para sectores políticos reformistas, que por supuesto deben garantizar que no tocarán los intereses de los grandes capitalistas.

A esta respuesta de Petro, su sumó el senador Iván Cepeda, quien manifestó: “Veo factible que Petro, que es seguramente el candidato que va a reunir a amplios sectores de esta franja, puede llegar a tener la mayoría de votos, incluso a pesar del fraude electoral tradicional… el problema central es cómo construir un proyecto histórico para una transformación política, social y económica del país y eso no lo podemos hacer únicamente las fuerzas de izquierda”.

Iván Cepeda reitera la idea del pacto con las franjas liberales e incluso con el uribismo, por ello manifiesta que se deben “hacer alianzas con sectores políticos liberales, e incluso más allá, con sectores que están mucho más allá de ese espectro, con el que nosotros nunca hemos tenido alianzas”.

Qué hay más allá de la izquierda

Ya es de todos conocidos que los discursos del “más allá de la izquierda” terminan en proyectos como el de Lucho Garzón, al servicio de los intereses de la burguesía. Pero, la limitación que tiene la apuesta política de Petro y la Colombia Humana es que hasta el momento Iván Duque ha actuado con un sólido acuerdo parlamentario que ha aprobado y apoyado todas sus propuestas: su plan de desarrollo, los ascensos a los militares y las medidas de emergencia por la pandemia.

Es posible que el petrismo espere que, con la detención de Uribe Vélez y la crisis social de la pandemia, se generen fisuras en los partidos burgueses, que se desprendan algunos sectores santistas como Roy Barreras y De la Calle en busca de un acuerdo anti-uribista o que basen sus esperanzas en los discursos de César Gaviria en los que se intenta distanciar de Duque.

Pero lo cierto es que en medio de la pandemia, el gobierno ha intensificado su guerra social contra la clase trabajadora y los pobres, que los barrios pobres han sido víctimas de las medidas económicas y de la violencia policial, que el asesinato colectivo y selectivo se ha intensificado y que es posible que la gente salga de nuevo a las calles a luchar por sus derechos y que si hay movilización, los pactos con la derecha sean un obstáculo para candidaturas que no quieran aparecen como ‘Tibias’.

La lucha social y la lucha electoral

En medio del dolor por el asesinato de cinco niños en el barrio Llano Verde en Cali y de la masacre de nueve jóvenes en municipio de Samaniego, Nariño, sumados a los asesinatos de líderes sociales indígenas en el departamento del Cauca, la dirigente afro Francia Márquez anuncia que también aspirará a la presidencia: “Quiero ser Presidenta de este país. Quiero que nuestra gente se sienta libre y digna. Quiero que nuestros pueblos puedan ser desde sus diversidades culturales. Que nuestros territorios sean espacios de vida. Que nuestros niñ@s puedan andar sin miedo de ser asesinados”[2].

La situación del país está a punto de colapsar, la pandemia ha dejado medio millón de infectados y 20 mil personas fallecidas, muchas personas desempleadas o con reducción de sus salarios, pequeñas empresas en la quiebran y el anuncio de que después de la pandemia vendrá un plan de ajuste para que la clase trabajadora lleve el mayor peso de la crisis.

Este panorama lleva a que muchos dirigentes sociales hagan una apuesta por canalizar el descontento hacia las urnas, pero recordemos que ese es un escenario en el que la burguesía y los partidos tradicionales tienen todo bajo control, por ello es un error tratar de que sea en las elecciones donde las cosas puedan cambiar.

Es la lucha en las calles la que logra cambios reales, es en las calles donde se defienden los derechos, la lucha electoral puede expresar parte de la movilización de las masas, pero no se gana en las urnas nada que no se haya ganado en las calles.

La clase trabajadora y los pobres debemos priorizar en estos momentos la movilización, la lucha contra el plan de Duque de que seamos nosotros quienes paguemos la crisis, Jorge Robledo decidió que su futuro político está al lado del neoliberal Sergio Fajardo y Gustavo Petro deberá decidir entre un pacto con los liberales o un pacto con los que luchan, pero la decisión de nosotros debe ser cómo enfrentar en las calles, el hambre y la muerte a la que nos condenan, si Gustavo Petro – candidato que apoyamos en las pasadas presidenciales – decide estar en las calles, seguro volverá a recibir el respaldo de la clase trabajadora, de lo contrario no habrá diferencia entre su candidatura y la de los ‘Tibios’.

 

[1] https://cuartodehora.com/2020/07/19/un-pacto-historico/

[2] https://www.semana.com/confidenciales-semanacom/articulo/quiero-ser-presidenta-francia-marquez/694698

 

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