Duque, ¿hará trizas los acuerdos de paz?

Un funcionario para el posconflicto reconocía en su momento que en las zonas de donde iban a salir las Farc, no existían empresas privadas. Como conclusión, habría que incorporar al sector privado en el desarrollo de tales zonas. Manifestaba así su ambición de atraer al campo a la empresa privada. Precisamente como reconocimiento de que buena parte del conflicto armado se originó en el campo, los acuerdos de la Habana establecieron que el primer tema fuera Hacia un Nuevo Campo colombiano: Reforma Rural Integral, fórmula ambigua que expresa los propósitos de la burguesía, vale decir, el campo para los terratenientes, los capitalistas y las multinacionales.

Autor: A.R.

El carácter reaccionario de los acuerdos

Por supuesto que todos deseamos la paz, pero los trabajadores y los sectores populares han sido objeto de manipulación por parte de la burguesía. No es solo que esos acuerdos concedan beneficios al campesino rico, a los terratenientes, a la banca, etc. En general lo que se ha dado en llamar “el marco legal” de los acuerdos de paz, está plagado de lineamientos reaccionarios. Así, en Participación Política se mantienen las restricciones para la intervención partidista y gremial de los trabajadores en la vida política del país. De otro lado, el acuerdo sobre El Fin del Conflicto se ordena sobre una exaltación al aparato represivo del régimen y a pesar de que formalmente pretende cerrar el paso a grupos fuera de la ley, niega de hecho la posibilidad de que sectores obreros y populares puedan defenderse. En cuanto a drogas ilícitas y sustitución de cultivos, el acuerdo depende en gran medida de la manera como se solucione la supervivencia del campesino pobre. De resto ya lo reafirmaron los candidatos en la pasada campaña: el desenlace de este tema es de carácter represivo. En fin, podríamos seguir enumerando y evaluando la naturaleza reaccionaria de los acuerdos de La Habana y sus ajustes, como sucede con la Jurisdicción Especial para la Paz, que constituye en última instancia un convenio para la impunidad. En tanto que de reparación individual y colectiva a los trabajadores, no hay una sola palabra.

Duque y la paz

La pregunta que se impone es si el nuevo Presidente va a desafiar y acabar con esos pactos. Duque ya dijo que no deseaba mantener la polarización entre amigos y enemigos de la paz. Su consigna es paz con correcciones a los acuerdos, un discurso engañosamente conciliador y de unidad, con un ingrediente que pudiera pasar inadvertido: la seguridad. Voy a obrar, dice, como comandante en jefe de los colombianos y aclara: “pero la seguridad no es violencia”. Sabemos lo que ha significado la seguridad estatal y para estatal para muchos colombianos, aunque también la guerrilla tuvo su cuota de despotismo y opresión en este aspecto.

De los acuerdos de paz lo que se ve ahora es un pulso en el que Duque y el uribismo tratarán de ganar más espacio en la JEP, para evitar protagonismo político de la Farc, al tiempo que favorecen a una buena parte de los victimarios del conflicto armado, afines a su ideología. Pero no están interesados en generar crisis al interior del régimen político, luego tampoco están empeñados en destrozar los acuerdos de La Habana.

Fisuras y cierre en el Régimen político

Nuestra creencia es que desde antes de la elección de Duque, ya se mostraban rasgos de que el régimen se estaba fortaleciendo. La débil reacción del uribismo a la maniobra de Santos con el plebiscito demuestra que el juego de fuerzas inter burguesas sólo va hasta donde su instinto de conservación política les diga. Pero si se manifiestan eventualmente en los últimos tiempos signos de fisuras en el campo burgués, parecen enmarcados más bien en el recorrido de un régimen que tiende a robustecerse. Así, en los primeros momentos de la coyuntura electoral se dieron hechos de violencia física, y luego continúo un ambiente con agresiones verbales. De Petro se decía que incitaba al odio de clases y ahora Duque advierte que no gusta de la protesta social y prefiere la armonía entre empleadores y trabajadores, la unidad de clases. Colombia unida y para todos, país del emprendimiento ¿no se repitió esto en todos los discursos de los candidatos presidenciales? Es más, ¿no hay un requerimiento constante de todos hacia la clase media, como aspirando a disputarse la misma franja social? Adicionalmente otro elemento marca el comportamiento de las agrupaciones políticas: su recurso al pragmatismo. No hay problema en cambiar de aliados súbitamente pues no se juegan grandes riesgos en lo ideológico. Es la manifestación de la unidad sin principios que bien puede alimentar la unidad del régimen. Unidad a la que parecieran apuntar Petro y la Farc, cuando renuncian a buscar un cambio de sistema económico en lugar del capitalismo o cuando desisten de la convocatoria a una Asamblea Constituyente democrática como alternativa al mecanismo burocrático de los acuerdos entre Estado e insurgencia.

No se ve por ningún lado que haya hasta ahora enfrentamientos rotundos y concluyentes entre las agrupaciones burguesas y/o pequeño burguesas. De ser ciertos los elementos incipientes apuntados aquí, una dura tarea espera a las bases de los llamados partidos de izquierda, a las bases petristas, a las del Polo, a los trabajadores en general. Se trata de resistir mediante la movilización a las agresiones económicas y políticas de la burguesía y el imperialismo, pero también a las desorientaciones reformistas que tratan de enmascarar los objetivos y los enemigos del movimiento obrero y popular.

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