Los candidatos de la patronal y el imperialismo: Los mismos con las mismas

A mediados de abril vendrá a Colombia Donald Trump, presidente de EE.UU. Su visita a Colombia se realiza justo antes de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, frente a las cuales hay un gran margen de incertidumbre. La presencia del jefe del imperialismo no es casual. Trump viene a dar un espaldarazo a la reaccionaria democracia electoral colombiana, y a comprometer a los candidatos más opcionados con su depredadora política antidrogas y el control de la crisis en Venezuela, además de la ratificación de todas las políticas que benefician a las transnacionales y a los grandes capitalistas colombianos, sus socios menores. Por esta razón los trabajadores y los pobres debemos tener claridad que no podemos esperar nada de los candidatos de la patronal. Rechacémoslos a todos en las urnas, votando en blanco.

Autor: Armando Barrera

Iván Duque: el que dijo Uribe

La llamada “consulta de la derecha” en las elecciones parlamentarias obtuvo casi seis millones de votos, y llegó a provocar un escándalo por la falta de tarjetones para escoger entre Iván Duque, Marta Lucía Ramírez y Alejandro Ordóñez, quienes compitieron por presentarse ante los electores como los defensores de la tradición, la familia y la propiedad. Iván Duque, quien hasta hace poco era casi desconocido para la mayor parte de la opinión, fue ungido por “el gran elector” Álvaro Uribe, quien es a su vez el senador más votado de la historia de Colombia.

Para atraer electores los uribistas prometieron reactivar la economía protegiendo la industria nacional, la iniciativa microempresarial, mejorar los salarios, garantizar el acceso a la educación superior o la estabilidad de las pensiones. Promesas demagógicas si recordamos que a lo largo de su vida política Uribe ha sido promotor del desmonte de las garantías de la legislación laboral, la privatización de la salud y las empresas públicas y la subordinación de nuestro país a los Tratados de Libre Comercio. Representan además a los grandes latifundistas que se resisten a sangre y fuego a la restitución de tierras pactada en los Acuerdos de la Habana, y en el parlamento hicieron frente con Cambio Radical para desnaturalizar la Justicia Especial para la Paz, garantizando la impunidad a los peores genocidas.

Vargas Lleras: el príncipe de la oligarquía

Cambio Radical duplicó el número de congresistas. Es ahora la segunda fuerza en el Senado y la tercera en la Cámara. Una prueba de que la política en Colombia sigue basada en una aceitada red de clientelas, peculados y la compra descarada de votos.
Vargas Lleras, delfín de una de las familias que han controlado tradicionalmente los asuntos de Estado en nuestro país, aceptó “ponerse en la cola” detrás de Santos, a cambio de la vicepresidencia y los ministerios más rentables, económica y políticamente hablando. Por eso ahora considera que es el heredero legítimo de la Presidencia. Representa los intereses de alas de la burguesía más ligadas al capital internacional como las grandes constructoras y al sector financiero concentrado en manos de su patrocinador Luis Carlos Sarmiento Angulo, uno de los hombres más ricos del mundo.
Vargas se juega a apropiarse del “centro” amarrando al partido Liberal y al de la U, resolviendo la “polarización” entre la derecha dura y la izquierda “castrochavista”. El problema que enfrenta en la primera vuelta es que los deslizamientos del electorado de centro –una masa de clase media que se comporta como voto de opinión en las grandes ciudades- hacia Duque o Petro, vuelve incierto el tránsito a la segunda vuelta. Debe impedir a toda costa que la candidatura de Petro, que se ha configurado como un fenómeno político, se exprese en las urnas, polarizando la segunda vuelta e introduciendo factores de inestabilidad que pongan en riesgo los negocios de la burguesía. En ese sentido Vargas es un hombre de mayor confianza para Trump que el propio Duque, para conjurar el incendio en Venezuela y controlar a la burguesía narcotraficante.

Fajardo y De la Calle: las urnas están verdes

El partido Verde refleja transformaciones en el espectro político propiciadas por la Constitución del ’91, una adecuación reaccionaria del régimen cerradamente bipartidista heredado del Frente Nacional. La clase media urbana encuentra en su perfil un reconocimiento a la “meritocracia” de los profesionales y tecnócratas. Por eso Antanas Mockus obtuvo la segunda votación al Senado, después de Uribe, e incrementaron sus curules en ambas cámaras, en alianza con el Polo de Robledo. Fajardo es consentido del Grupo Empresarial Antioqueño y se ha destacado por sus declaraciones ambiguas con las que pretende ocultar su concepción neoliberal. Aunque se los incluye en la “izquierda” –impresión que se acentúa por la complicidad del Polo-Moir- los verdes son gente de confianza de importantes sectores de la burguesía que consideran necesario combatir la corrupción para un funcionamiento eficaz del Estado y los negocios.

De la Calle ha sido abandonado a su suerte, en la medida que el triunfo del NO en el plebiscito provocó una fuerte derrota política a Santos en el tema de la paz y el cumplimiento de los acuerdos con las FARC, bandera con la que aspiraba ser su sucesor a la presidencia. El desgaste crónico del partido Liberal, o el oxígeno que tuvo que buscar el Conservador en su alianza con el uribismo, son evidencia de que el tradicional bipartidismo del régimen político colombiano es cosa del pasado. Además todos los partidos políticos arrastran la misma crisis que el resto de las instituciones colombianas. Eso quedó manifiesto con la masiva votación en blanco para ambas cámaras y el significativo número de votos no marcados. Esa inconformidad con la podredumbre del establecimiento burgués es un factor de crisis que es necesario organizar para que se exprese activamente en las elecciones que se avecinan y en la protesta social.

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