¡Ni una Rosa más!

Por un programa de la clase trabajadora contra la violencia machista

La Organización Mundial de la Salud ha catalogado la violencia contra la mujer como una pandemia. Ante esta violencia cada vez más extendida, no podemos esperar que los llamados que se hacen en fechas como el 25 de noviembre, día de la no violencia contra la mujer, pretendan erradicar este mal. Necesitamos un programa y una campaña permanente de lucha contra la violencia machista.

Autor: Comisión de la Mujer PST-C

Actos de violencia machista llenan los periódicos y las redes sociales

Una joven en Río de Janeiro fue violada por 30 hombres. En 2012, similar caso sucedió con una joven en Nueva Delhi, finalmente asesinada. En Bahía Blanca, Argentina, Micaela de 12 años murió a manos de un hombre de 26 años quien a través de Internet la sedujo para sacarla de su casa y atacarla; en Colombia, Rosa Elvira Cely, a cuatro años de su muerte, producto de una brutal violación, fue culpada de su propia muerte y violación por la Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Bogotá; en Ecuador dos jóvenes turistas argentinas fueron asesinadas cuando disfrutaban de vacaciones, y en Quito, nuestra camarada Carolina Garzón desapareció un 28 de abril de 2012 sin que las autoridades den razón de ella. Lo corriente es escuchar que “ella se lo buscó”, “fue su responsabilidad por vestir así”, o “quién las manda a viajar solas”. Podríamos extendernos y no alcanzarían las páginas de un diario para reseñarlos.

Ningún país se escapa de este flagelo

En Somalia, India, Paquistán, El Congo, Afganistán la violencia doméstica, el abuso sexual, las mutilaciones, la tortura y un nulo acceso a la seguridad social, hacen de éstos los países más peligrosos para las mujeres. Ni los países más desarrollados de Europa escapan a este flagelo. Más de 25 millones de mujeres europeas fueron víctimas de violencia machista en 2014, paradójicamente los más castigados son los países nórdicos. En Colombia, en 2015, 1.007 mujeres fueron asesinadas y hubo 16 mil casos de violencia sexual denunciados.

Causas de la violencia machista

La raíz de esta violencia que cobra cada vez más víctimas no hay que buscarla en la creencia extendida de la superioridad del hombre. El mal radica en el sistema capitalista putrefacto que utiliza la ideología machista para explotar, oprimir y discriminar a los más débiles de la sociedad y las más explotadas y oprimidas son las mujeres de la clase trabajadora. Los capitalistas utilizan el machismo para dividirnos a hombres y mujeres, por ello el desempleo recae mayormente en las mujeres; los empresarios aplican la disparidad salarial, y en general la desigualdad económica por sexo, que es en sí misma una forma de violencia contra las mujeres.

Este cuadro se configura como un factor de riesgo para que las mujeres sean víctimas de violencia. Las condiciones de miseria y pobreza son el caldo de cultivo para que la violencia y maltrato intrafamiliar hacia las mujeres se exacerbe. Pese a ello, para el candidato a Fiscal General, Néstor Humberto Martínez, la violencia intrafamiliar no hay que tratarla como delito y “debe revaluarse la criminalización de la violencia intrafamiliar”. Si este enfoque se impone habrá más impunidad de la que ya padecen las mujeres. Las leyes que protegen a la mujer existen en casi todos los países del mundo, y en Colombia la Ley Rosa Elvira Cely ha quedado en firme, pero ellas se convierten en letra muerta sea porque se declara “enfermo mental” al agresor o sea porque nunca se encuentra al culpable.

Programa contra la violencia hacia las mujeres

La lucha contra la violencia machista tiene que estar acompañada de un programa que debe ser defendido por el conjunto de la clase trabajadora y sus organizaciones, por ello proponemos para la discusión en las organizaciones de los trabajadores el siguiente programa:

Cárcel para los agresores de mujeres: sin rebaja de penas ni excarcelación. No a los falsos diagnósticos de enfermedad mental para evadir el castigo. ¡No a la revictimización!

Centros estatales de atención a la mujer en todo el territorio nacional, con presupuesto suficiente, con poder para recibir denuncias, garantizar apoyo jurídico, médico y psicológico gratuito a las mujeres víctimas de violencia y atención las 24 horas.

Casas de refugio suficientes en todas las ciudades, con los profesionales e infraestructura necesaria para albergar a las víctimas.

Derecho a licencia por violencia de género para todas las trabajadoras.

Subsidios, vivienda y prioridad en el empleo para las mujeres que sufren violencia familiar o de género.

Basta de trabajo precario, igualdad salarial, salarios y jubilaciones iguales a la canasta familiar de acuerdo a la inflación y al costo de vida real.

Extensión de las licencias de maternidad, licencia por familiar enfermo; guarderías y jardines maternales gratuitos y de calidad para todos los hijos de trabajadores.

Educación sexual, anticoncepción gratuita y derecho al aborto legal y gratuito para no morir. Servicios de salud laicos y gratuitos.

Aplicación sin excusas de la normatividad en atención a las víctimas de violencia sexual, que no se niegue la anticoncepción de emergencia, la información sobre el derecho a interrumpir el embarazo, ni la interrupción del embarazo si se produce, sin importar la institución de salud que atiende.

Fin de la prostitución, la trata de personas y toda forma de explotación sexual de la mujer.

Aplicación inmediata de la Ley Rosa Elvira Cely contra los feminicidios extensiva a las mujeres trans.

Que las mujeres trabajadoras, campesinas, indígenas víctimas del conflicto armado sean consideradas prioridad para la reparación colectiva, así como las madres hijas y hermanas de los dirigentes asesinados.

Por la constitución, en todos los sitios de trabajo y estudio, de comisiones para luchar contra la violencia machista y por la nivelación salarial.