Editorial ES 750: Un año de gobierno Petro: con el puño izquierdo amenazando, con la mano derecha conciliando

Al cumplirse el primer año de gobierno de Gustavo Petro, este con sus aliados contrapone el balance con el de la oposición burguesa de derecha, pero hace falta un balance desde la perspectiva de la clase obrera.

 

Hace un año, en medio de la embriaguez, producto del triunfo electoral por la elección de Petro, la ilusión de las masas se alimentaba tanto del triunfalismo de la burocracia sindical y la política reformista, como de los elocuentes discursos de Petro anunciando una era de cambios y reformas.

 

Pero tras el discurso desde el balcón presidencial y las tribunas de la diplomacia imperialista, Petro reafirmó su verdadera misión: contener y desmontar el descontento social expresado en los paros nacionales de 2019 y 2021, con una serie de reformas lo suficientemente atractivas para calmar las ilusiones de cambio, pero lo necesariamente limitadas para no asustar a la burguesía y al imperialismo, que permitieran desarrollar el capitalismo en Colombia desde una perspectiva menos salvaje. Para ello, tras el discurso del cambio, el viejo pragmatismo de Petro y sus partidarios proyectó la política de alianzas policlasistas, hacia una coalición de gobierno con el viejo y corrupto clientelismo de liberales y conservadores.

 

Pese a lo razonable que aparece otorgar concesiones a las masas para disipar el descontento y la explosiva crisis social; la burguesía con sus gremios y partidos no está dispuesta a ceder en nada y así lo ha demostrado durante este año. Todo lo que implique modificar las condiciones en extremo ventajosas de acumulación y reproducción del capital de los últimos 30 años, ha sido rechazado y bloqueado en el Congreso.

 

Para la burguesía no ha sido suficiente mantener a Petro y sus pretensiones reformistas bajo control. Las fracciones burguesas, tanto aliadas circunstanciales como las que se mantienen afuera o en abierta oposición, aspiran a recuperar el poder de manera directa; por ahora jugando al desgaste del gobierno a través de los escándalos mediáticos, de las instituciones del gobierno todavía bajo su control (como la Fiscalía) y tímidos intentos de movilización callejera, para debilitarlo políticamente y derrotarlo electoralmente.

 

Para esto han tenido la valiosa ayuda de los errores, pugnas y pecados propios del gobierno y sus corruptos aliados como Benedetti, Saravia, Barreras y hasta el propio hijo de Petro, quien ha empezado a revelar la penetración de dineros ilegales en la campaña presidencial.

 

La respuesta del gobierno a todos estos problemas ha sido mostrar el puño izquierdo retando y provocando públicamente a aliados y contradictores de derecha, mientras ofrece la mano derecha abierta, cambiando ministros y negociando los proyectos de reforma para recomponer las contradictorias relaciones con sus aliados.

 

Pero, así como la derecha aspira a capitalizar el creciente desencanto con el gobierno, Petro, con la invaluable ayuda de las direcciones sindicales burocráticas, mantiene contenida la movilización, solo llamándola para mostrar apoyo popular y como muestra de fuerza ante la burguesía. Y a las expresiones de lucha que se han salido de ese libreto, y han exigido más, han obtenido como respuesta la represión, como a quienes han tomado tierras por su cuenta.

 

Mientras tanto, pese a que coyunturalmente la inflación cede un poco, la desigualdad y la miseria profundizada con la pandemia, se siguen produciendo grandes penurias para las masas, y la degradación de la crisis social que se expresa en el aumento de la inseguridad y la violencia en el campo y la ciudad.

 

Para la clase obrera y los sectores populares, pese a que “el estilo” del gobierno ha cambiado, la explotación y opresión siguen siendo las mismas, y el esperado cambio no se vislumbra cercano. Por eso el balance para las clases explotadas y oprimidas no se inclina a favor. Ni el inicio de la nueva legislatura, con el llamado a reconstruir la coalición policlasista de gobierno con el “acuerdo nacional”, ni la batalla electoral por el control clientelista de los gobiernos regionales, traerán el cambio ni las reformas que den respuesta a las reivindicaciones históricas de los de abajo. Dependerá de la capacidad de lucha y movilización independiente de la clase obrera y el pueblo, no solo derrotando a la derecha que se intenta recomponer, sino recuperando lo perdido y logrando conquistas significativas para un mejor nivel de vida de las masas.

 

Las tareas de lucha actuales pasan por reconstruir la iniciativa de movilización e independiente del Paro Nacional, construyendo verdaderos organismos de poder obrero y popular, que permitan inclinar la lucha de clases (que muchos pretenden negar o enmascarar) a favor de los explotados, echar abajo el régimen político antidemocrático, nacionalizar los recursos naturales, democratizar la tierra, romper con el imperialismo e instaurar un verdadero gobierno obrero y popular.

 

Comité Ejecutivo del PST, 14 de agosto de 2023.

 

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