Entre la guerra y la paz

En medio de una nueva oleada de luchas por parte de los trabajadores y la población más pobre del país, la gran mayoría de los dirigentes sindicales y las organizaciones que se reclaman del campo de los trabajadores, comenzaron a esbozar sus propuestas electorales. Casi todos tienen el mismo discurso, “necesitamos consolidar la paz”.

Autor: Antonio Secato 

La paz: el gran negocio de la burguesía

Para nadie es un secreto que el capitalismo está en crisis y Colombia no escapa a esta situación mundial. Han aumentado las tasas de desempleo, y el empleo precario y tercerizado se nos quiere mostrar como trabajo “decente”, los índices de crecimiento no alcanzan los deseos de la gran burguesía nacional y extranjera a pesar de que las multinacionales hacen fiesta con la gran cantidad de excepciones que le brindan las leyes colombianas para que expolien nuestros recursos naturales.

La paz que pregonan los burgueses es la paz que les siga permitiendo explotar a los trabajadores como lo han venido haciendo en los últimos años pero ahora sin el temor de que la guerrilla, hoy prácticamente integrada al régimen, los secuestre, los extorsione o les dinamite sus instalaciones.

Si hoy el sector de la burguesía encabezado por el “uribismo” muestra inconformidad por el proceso es porque dice que el gobierno le cedió mucho a las FARC y ellos hubieran logrado un acuerdo en condiciones más humillantes para la guerrilla. La realidad es que las FARC no solo entregaron en la mesa todo el programa por el que fueron creadas (reforma agraria y amplitud de libertades democráticas), sino su propia dignidad como luchadores que se decían ser contra un régimen oprobioso y antidemocrático, como lo es el colombiano, por algunas prebendas económicas y puestos en el parlamento.

El resto del acuerdo, es pura palabrería, pues es la implementación de la política económica y social del gobierno de Santos que no solo le da impunidad a los que siendo parte del aparato estatal masacraron a los jóvenes con los falsos positivos y participaron en las masacres contra la población que vivía en las zonas de influencia guerrillera.

En lo que tiene que ver para el campo no va haber reforma agraria y se va a venir un proceso de titulación de tierras donde los mayores perdedores serán los campesinos pobres que fueron los que recuperaron esas tierras para la producción agrícola.

 

¿Las negociaciones con el ELN, serán mejores?

Indudablemente muchos que critican los acuerdos entre el gobierno y la FARC, no pueden ser catalogados como personas que están al servicio de la derecha. Es la opinión más burda e infantil que tienen algunos y lo único que buscan es esconder la traición cometida por la dirigencia guerrillera a una lucha de años contra un régimen antidemocrático, que hoy lamentablemente llaman a defender sin haber realizado ningún cambio de fondo, como lo ha dicho el negociador del gobierno y hoy candidato presidencial por el Partido Liberal Humberto de la Calle.

Por eso de las negociaciones con el ELN, los trabajadores no podemos esperar nada nuevo de fondo, en lo fundamental seguirán siendo iguales, a pesar de que el ELN quiere una “consulta con los pueblos” en un supuesto congreso democrático, por eso las acciones realizadas después de romper la tregua con el gobierno, para lo único que sirven es para tirar en brazos de la ultraderecha a amplios sectores de la población

Nosotros le proponemos al ELN, que deje de realizar acciones ofensivas y aisladas de las masas, y que exijamos libertades democráticas para los trabajadores y sus organizaciones, como reconocimiento jurídico a todos los partidos y organizaciones, abajo la legislación electoral antidemocrática, que lo único que permite es la presentación de listas a los partidos que han sido parte de la corrupción del estado. Los llamamos a que exijamos que la población pueda armarse para actuar en legítima defensa y a que luchemos contra los asesinatos, en fin, los llamamos a que luchemos contra el régimen antidemocrático y contra el sistema capitalista con los métodos de los trabajadores.

Al igual que en su momento les dijimos a los comandantes de las FARC: abandonen la lucha guerrillera y vengan a luchar junto al movimiento de masas. Hoy, cuando han planteado desmovilizarse como movimiento guerrillero nosotros defendemos el derecho que tienen de hacerlo. Lo que rechazamos es que esa desmovilización se traduzca en acuerdos políticos reaccionarios con el imperialismo, la burguesía y el gobierno colombiano y el abandono de su programa como ya lo hicieron las FARC.

La desmovilización, para que tuviera algo de bueno, debería conducir a la continuidad de la lucha por los intereses de los trabajadores, campesinos y sectores populares y, no a la obtención de ventajas para unos pocos y a la integración al establecimiento burgués. Lo único que se tendría que exigir y tratar de acordar con el imperialismo y la burguesía serían las garantías para la desmovilización y su derecho a integrarse a la lucha obrera, campesina y popular.

Hemos propuesto también que no se entregue el armamento al régimen genocida, sino que se deje en custodia de las organizaciones obreras, o que se envíe al pueblo palestino.

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¿La guerra era el negocio de la ultraderecha?

A los trabajadores se nos quiere engañar haciéndonos creer que solo la ultraderecha es la que se refleja en Uribe y el procurador; que son los señores de la guerra los que se beneficia con este negocio. Si esto fuera cierto los mayores beneficiados serían los gobiernos imperialistas que son los que manejan el negocio de las armas a nivel mundial (Estados Unidos, Gran Bretaña, Rusia e Israel).

Pero en Colombia, la burguesía siempre utilizó el pretexto de la guerrilla y sus acciones aisladas de la lucha de los trabajadores para justificar los asesinatos y la represión. Gracias a esto, amplios sectores de los trabajadores hoy ven a los exguerrilleros como si fueran los diablos que los van a condenar y como si ellos fueran peores que los burgueses que utilizaron todo el aparato estatal para matar a miles de luchadores obreros y populares (más de 4.000 dirigentes sindicales en los últimos 20 años) y desplazaron a miles de campesinos pobres. La paz de la burguesía es el hambre para los trabajadores.

 

 

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