Por un sindicato de recolectores de café

Crónicas laborales,

 

Autor: Juan Andrade

La historia de la caficultura colombiana siempre ha sido mostrada como lucha de familias pobres con unas cuantas hectáreas de café que les permite salir adelante por medio de la venta de este producto tan importante. Café que es reconocido en los principales mercados del mundo por su sabor y olor.

Sin embargo, la historia oculta de la caficultura está compuesta por los miles de recolectores de café que no son propietarios llamados jornaleros, miles que llegan desde otras regiones por algunos meses para trabajar en la cosecha. Cada marzo y septiembre por los principales medios de comunicación se informa de la necesidad de mano de obra para hacer dicho trabajo. Por ejemplo, en este momento entre el Valle del Cauca y Risaralda están requiriendo 52 mil trabajadores según reportan los medios. El año pasado para septiembre se necesitaron 60 mil trabajadores en toda Colombia.

Los medios anuncian que hay trabajo, sin embargo, no se detienen a informar las condiciones laborales. Un recolector trabaja por 25 mil hasta 30 mil pesos diarios, las jornadas laborales empiezan a las 5 am y terminan al comenzar la noche, la temporada de cosecha dura aproximadamente tres meses.

Todo el día al rayo del sol en estos cafetales, solo con una gorra que les protege del sol en la cara. Todo el día entre matas de café con un movimiento repetitivo que no puede parar. No se paga el jornal o el día laboral, No, se paga la cantidad de kilos recogidos, de tal forma los principiantes pueden pasar varios días ganando muy poco mientras desarrollan la destreza de recolectar el grano rápidamente.

Pero si el sueldo a destajo deja mucho que desear, lo mismo que la extensa jornada de trabajo, lo peor son las prestaciones sociales, no hay vinculación a salud o pensiones, ni mucho menos riesgos laborales. De tal forma que estos trabajadores por lo general están vinculados en salud al sistema subsidiado (SISBEN) y su vida laboral no les permite cotizar para la pensión.

Ese el dichoso trabajo del que hablan los medios de comunicación, es un trabajo informal donde miles de hombres y mujeres trabajan en grandes haciendas cafeteras para los señores de la tierra en varios departamentos de Colombia (Huila, Eje cafetero, Valle, Antioquia, etc.) que no son capaces de brindar las mínimas garantías laborales.

Así, cuando escuche hablar de las miles de toneladas recogidas y exportadas de café a otros países, recuerde que lo ha hecho gente que trabaja en condiciones cercanas a la esclavitud para que los señores de la tierra se sigan enriqueciendo con el trabajo ajeno.

La otra gran tragedia de los recolectores de café es que el trabajo es por temporadas, unos meses al principio del año y otros al final, por tanto, los recolectores cafeteros también andan desempleados varios meses del año, o buscando como rebuscarse el sustento con otros trabajos igual de informales y mal pagos.

Debido a la informalidad del trabajo del recolector y la necesidad que viven los trabajadores venezolanos, se está imponiendo la tendencia del recolector de café venezolano que encuentra en este trabajo una salida a su problema de documentación y falta de oportunidades laborales en el país. Ahora los terratenientes se dan el lujo de esclavizar mano de obra extranjera y se pueden contar por miles como informa la prensa.

¡Cuánta falta hace una organización social o sindical que organice a los recolectores de café!

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