Plebiscito: un mecanismo tramposo

La democracia burguesa y todos sus mecanismos de participación, la consulta popular, el referéndum, el plebiscito y la constituyente, al no ser democracia directa, son tramposos, pero de todos ellos, el más tramposo y menos democrático es el plebiscito. En este se somete al votante las opciones de sí o no, sin posibilidades de discutir ni cuestionar absolutamente nada.

Autor: Cote

Con el plebiscito de la paz el gobierno y la Corte Constitucional han hecho trampa con relación al umbral. Con la sentencia que dictó aprobando el plebiscito bajó el umbral al 13%, lo que significa que de los 37 millones de Colombianos en capacidad de votar, es suficiente que voten por el Sí sólo cuatro millones y medio, cuando lo lógico tendría que ser que tuvieran que votar por lo menos la mitad de la población mayor de edad, es decir, cerca de 15 millones. La democracia colombiana no sólo es de papel, sino de las minorías sobre las mayorías. Esto sería suficiente razón para estar en contra del plebiscito. De todas maneras el plebiscito se citará una vez firmados los acuerdos con las Farc y se impone tomar una postura política.

Ni por el Si ni por el No, Constituyente

La posición de la clase obrera, con relación a los acuerdos del gobierno y la dirección de las Farc, debe ser definida a partir de consultar los intereses de los trabajadores de conjunto, el campesinado pobre y los sectores populares. La política definida debe garantizar la independencia de clase con relación a esos acuerdos. Los intereses de clase que expresan los acuerdos de la Habana, no son otros que los del imperialismo, la burguesía, los terratenientes y una dirección profundamente reformista, como es la de las Farc. Se debe mantener la independencia frente al No y frente al Sí, exigiendo, de todos los mecanismos de consulta que tiene la democracia burguesa, el menos antidemocrático y que por eso lo han abandonado los uribistas, las Farc y sus amigos, la Asamblea Constituyente, que además debe ser libre democrática y soberana, no como la de 1991.

Razones para no votar NO

La razón más importante ya la expresamos al comienzo. La negociación de la paz en el sentido negativo es un asunto entre el gobierno y la dirección de la guerrilla y que se acabe el guerrillerismo le va a quitar al régimen parte de los pretextos para reprimir las luchas obreras y populares.

Compartimos el sentimiento a favor de la paz que siempre tienen los trabajadores y que en concreto tienen varios millones de los 48 millones de colombianos. Millones de colombianos hemos sido víctimas de la guerra de guerrillas y no ha sido nuestra guerra. Estamos hastiados de ella y su continuidad no tiene ningún sentido. Votar por el NO daría la idea de que queremos que esa guerra continúe. Por eso, no estamos por el NO.

Razones para no votar Sí

A pesar de la campaña mentirosa del gobierno, la dirección de las Farc y de todo el reformismo, lo que se va a someter a votación en el plebiscito no es quienes están por la paz y quiénes no. La paz es un derecho de todos los colombianos y que además el capitalismo, con su explotación y opresión política, nunca ha garantizado ni garantizará.

Lo que se va a someter a votación, por mandato de la Corte Constitucional, es si se está de a favor de los acuerdos políticos suscritos entre el gobierno colombiano y la dirección de las Farc. Estos acuerdos, además del desmonte militar de la guerrilla (paz en sentido negativo), contienen un plan económico, social y político que en lo fundamental favorece al imperialismo, a los burgueses, los terratenientes y a una franja minúscula de la cúpula guerrillera; que en lo fundamental se traducirá en las explotación y opresión política para la clase obrera, el campesinado pobre y los sectores populares.

Los acuerdos no van a garantizar la paz en el sentido positivo del término. Esos acuerdos, en lugar de reforma agraria democrática, lo que van a garantizar es el desarrollo rural integral, que se traducirá en el saqueo del campo, de los recursos mineros y de la mano de obra del proletariado agrícola; socialmente no tiene mecanismos concretos y eficaces para reparar real e integralmente a los 8 millones de víctimas. A cambio habrá impunidad, no sólo para cúpula guerrillera si no para los militares incluidos los ejecutores de los falsos positivos, impunidad para los paramilitares, los narcotraficantes, los terratenientes, ganaderos y empresarios.

Desde el punto de vista de la clase obrera al votar sí, estaríamos aprobando y comprometiéndonos con unos acuerdos que no resuelven ningún problema concreto de la clase obrera y que, por el contrario, van a traer más sobreexplotación y miseria para los trabajadores.

Estaríamos aprobando unos acuerdos que no garantizan reparar colectivamente y de verdad a la clase obrera de los inmensos daños que le ha ocasionado la violencia Estatal, paramilitar, narcotraficante y guerrillera.

Por una Asamblea Constituyente libre, democrática y soberana

Esta es la postura de los socialistas y la que le proponemos al movimiento obrero y popular. Una posición independiente que no nos compromete con el No de Uribe ni con el Sí de Santos.

No proponemos la pequeña Constituyente, que en un momento formuló el uribismo y luego la abandonó. Tampoco es la Constituyente propuesta por las Farc, limitada y recortada para aprobar los acuerdos, también, hoy, abandonada y canjeada por el tramposo plebiscito. Es la constituyente elegida libremente por todos los trabajadores los campesinos, y en general, por la población, para que de manera soberana aborde y dé solución a los más graves problemas del país: discutir y aprobar o improbar los acuerdos del gobierno con las Farc; la reparación colectiva real a la clase obrera, devolviéndole todos los derechos laborales de que ha sido despojada en los últimos 25 años, y a los 8 millones de víctimas de la violencia; garantizar que se haga una reforma agraria democrática.

El reformismo hipotecado al gobierno

Todavía no ha sido convocado el plebiscito, pero toda la izquierda reformista se ha puesto incondicionalmente al servicio del mismo y del gobierno de Santos, que es a quien favorecerá dicha consulta. Bajo la consigna “La paz, sí es contigo” se han lanzado del brazo, no sólo del gobierno sino de los principales partidos de la burguesía, Liberal, de la U, Cambio Radical y un sector de los conservadores, a venderle a los trabajadores, al campesinado pobre y los sectores populares la inmensa mentira, que ganando el plebiscito llegará la paz total y para todos. Cada uno ha expresado la misma mentira, en distinta tonalidad.

Los Verdes han dicho que es para que la movilización y la lucha se tramitan democráticamente; el Polo para que en los conflictos prime el dialogo y no el Esmad; el Congreso de los Pueblos para que pueda llegar la paz completa; la Iglesia Presbiteriana para que prevalezca la esperanza frente a la desesperanza; la plataforma Un Millón de Mujeres por la Paz asegura que si gana el sí vendría una apertura democrática en el país; el Partido Comunista y la Unión Patriótica para que se acabe la intolerancia, para que se tramiten las diferencias con tranquilidad, para que haya una apertura democrática y ser tenidos en cuenta. En la misma línea de acción la Ministra del Trabajo, el Presidente de la CGT y el Verde Antonio Sanguino, han constituido un frente de “Centro – izquierda” para impulsar el Sí en el plebiscito. A esta borrachera colectiva se han sumado, desde la propia reelección de Santos, también, las direcciones de las Centrales Obreras. Por eso la lucha concreta por los derechos de los trabajadores seguirá estando en un segundo o tercer plano, para que el plebiscito fluya sin obstáculos.

Todo este amplio espectro de los reformistas y la burocracia sindical, al sumarse masivamente a la campaña del Sí, está pensando más en las elecciones del 2018, pues la paz, abstracta y general que están ofreciendo, puede dar muy buenos réditos electorales, que pensando en los graves problemas que tienen los trabajadores y que se agravarán después del plebiscito y en el posconflicto.

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