¡El pueblo no se rinde carajo! ¡Por la vida carajo!

Hemos recibido el siguiente artículo de un colaborador de El Socialista que está al tanto de la situación de Buenaventura.

¡Que Viva el paro cívico carajo!

 

Buenaventura, territorio ancestral de los pueblos indígenas y negros del Pacifico colombiano, es el espacio de vida de las comunidades negras anfibias que transitan en el territorio del Pacífico, entre la selva, los ríos y el mar, ríos que ancestralmente también han sido poblados por los pueblos originarios Wounaan y Eperara Siapidara.

Autor: Matías Malúmba

 

El drama social del puerto más importante en el Pacífico

Buenaventura, donde el rico es más rico y el pobre es más pobre, cuenta con aproximadamente 400.000 habitantes distribuidos en un 90 % de población urbana y un 10 % rural. El desempleo es del 62% y del trabajo informal es de  90.3%, siendo el comercio, las instituciones públicas y el puerto las únicas fuentes de trabajo formal; este último, que es el mayor empleador de la población de la ciudad y la flotante, no garantiza los mínimos derechos en el empleo aplicando la fórmula de tercerización laboral con contratos de dos o tres meses sin prestaciones sociales, o sin seguros médicos y cobertura a riesgos profesionales, lo cual implica un factor de alto riesgo pues los trabajadores exponen sus vidas en el desembarco de los “contairners”, operación, vale la pena mencionarlo, que produce $400 USD de ganancia por tan solo descargar un “container”.

Es precisamente por sus características geográficas y su ubicación estratégica que la ciudad de Buenaventura pasó de ser un asentamiento incrustado en medio de múltiples cuencas hidrográficas, lugar de paso de comunidades negras e indígenas, a convertirse en un enclave económico para el desarrollo capitalista del país. El puerto aporta el 27% del recaudo aduanero proveniente del comercio exterior que se desarrolla por el único puerto en el Pacífico.

 

La gran paradoja del agua en Buenaventura

Luego de la privatización del puerto, la creciente población de la ciudad ha sido cada vez más excluida del “desarrollo del país”. Paradógicamente, Buenaventura es una ciudad que a pesar de sus más de quince cuencas hidrográficas tiene que enfrentar el racionamiento permanente de agua y la gran mayoría de sus habitantes no tiene acceso al servicio de agua potable. La red de acueducto y alcantarillado es obsoleta, data de los años 60. El promedio de flujo de agua en los barrios es de 3 o 4 horas por día o dos días de por medio; en contraste, el puerto cuenta con el servicio de acueducto las 24 horas. Entre los moradores se rumora que del puerto salen buques cargados con agua potable para vender a otros países.

 

Ausencia de servicio público de salud y educación deficitaria

La ciudad tampoco cuenta con servicio hospitalario. La institución pública de salud fue cerrada hace tres años y solo una clínica privada recibe pacientes del Distrito de Buenaventura y municipios del Chocó, Cauca y Nariño. En educación la ciudad no cuenta con suficientes centros educativos, el gobierno inició la construcción de un megacolegio desde hace tres años y en la actualidad se encuentra inconcluso.

 

La cultura arquitectónica palafítica ancestral ante la ausencia del Estado

Una parte Buenaventura está construida en una isla y otra parte está asentada en el continente. La tendencia de la conformación de los barrios es en su mayor parte informal, ello se debe a dos razones. La primera es que históricamente las comunidades negras e indígenas han sido excluidas del desarrollo de la ciudad por parte de las diversas administraciones que no se han preocupado por formalizar y garantizar a la población el derecho a la vivienda digna; por el contrario, han planificado una ciudad en función del gran capital al garantizarles predios que deberían ser destinados para el desarrollo de vivienda urbana.

La segunda razón es cultural y territorial. Buenaventura es un municipio constituido en su mayoría por comunidades negras provenientes de los ríos. Consigo traen los conocimientos y usanzas ancestrales propias de la construcción en las riveras de los ríos: la construcción palafítica que enriquece el paisaje urbanístico de la ciudad. La lógica anfibia de compartir la vida con la tierra y el agua es típico de las comunidades negras que, al ser excluidas de la planificación urbana y económica, se han visto obligadas a ganarle territorio al mar rellenando sus esteros a punta de basura y conchas de piangua, sin garantía de posesión territorial y seguridad jurídica de la vivienda sin acceso a los servicios básicos públicos. Esta forma de poblamiento se ha replicado en el continente

 

La corrupción, los grupos ilegales y la violencia carcomen la población bonaverence

La corrupción es un factor que empobrece aún más a la población. Las transferencias del gobierno nacional al puerto ascienden a 350 mil millones de pesos aproximadamente, cifra que no se refleja en desarrollo para las comunidades. Los cuatro últimos alcaldes están presos por desfalcos al erario público. Las prácticas de franjas mafiosas sumadas a la corrupción carcomen todas las esferas de lo público.

En el marco del desarrollo del conflicto armado Buenaventura fue objeto de una toma paramilitar que propinó un sinnúmero de masacres en la parte urbana, en la vía al mar y en las cuencas. Luego del pacto de Ralito y de la “desmovilización paramilitar”, dos grupos permanecen disputándose el control del territorio en medio de una campaña de intimidación y horror hacia sus gentes. Lo que domina es el despojo urbano que termina beneficiando la infraestructura portuaria; el montaje de casas de pique y tortura, la extorsión generalizada a toda la población y otras prácticas mafiosas siguen vigentes con la imposición de fronteras invisibles y toque de queda, así como el control de las rutas del narcotráfico por el Río San Juan.

 

La militarización: respuesta del gobierno a la crisis

El drama que viven las comunidades de Buenaventura hizo que en 2014 presentaran un pliego de peticiones y se movilizaran para exigir al gobierno nacional el cumplimiento de las necesidades más sentidas con un plan de choque para la ciudad que sacarla de la crisis en la que ha estado sumergida por décadas. Sin embargo, la militarización de la ciudad ha sido la única respuesta concreta y rápida del Estado. Tres años después, la respuesta estatal no ha sido contundente y una vez más las promesas del gobierno son incumplidas y por el contrario, la expansión portuaria, el despojo urbano, el desplazamiento intra-barrial, la extorsión disparada, el control de los grupos armados ilegales y herederos del paramilitarismo, las desapariciones, torturas y asesinatos continúan campeando sin que sean denunciados por el temor de la gente.

La ciudad continúa con problemas de abastecimiento de agua a pesar del compromiso del gobierno en 2014, de suministrar el agua 24 horas, siete días a la semana, en un plazo de dos años. En materia educativa no ha concluido el megacolegio, no existe el centro del SENA y el hacinamiento del único centro carcelario desborda el 200%.

Los incumplimientos llenaron la copa de los habitantes del Pacífico y de Buenaventura y en un ejercicio de unidad en la diversidad 117 organizaciones sociales, sindicatos, organizaciones étnicas, la iglesia, juntas de acción comunal, organizaciones de derechos humanos, comerciantes y otras fuerzas vivas definieron salir nuevamente al paro cívico.

¿Cuál es el camino que permitiría comenzar a transformar la realidad que vive la población de Buenaventura y que es común a la que padecen las poblaciones del Pacifico, particularmente las rurales que ni saneamiento básico tienen?

La posibilidad de la unificación de los pliegos del Pacífico con todos los que están luchando, no solo en la región sino en todo el país, permitiría lograr fortaleza ante el gobierno; la lucha unificada obligaría a que el Estado representado en el actual gobierno cumpla con la obligación constitucional de brindar a la población, en este caso de toda la población del Pacífico, los más elementales derechos para una vida digna.

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