La consulta es en las calles con el paro nacional

Después del paro de 2021, Petro llegó a la presidencia producto del malestar que había en el país por la crisis social, y prometió un cambio con reformas para darle respuesta a las reivindicaciones exigidas en el paro. Estas reivindicaciones, resumidas en un pliego de 104 puntos, mostraban la necesidad de cambios en salud, educación, trabajo, reforma agraria, medio ambiente y derechos democráticos; es decir, la necesidad de cambios estructurales de la sociedad.

No es en el congreso…

Pero la estrategia de Petro para lograrlo ha sido a través del Congreso y de la concertación con la burguesía, con la idea ilusoria de que es posible beneficiar al mismo tiempo tanto a los ricos como a los pobres, a los empresarios y a los trabajadores, a las víctimas y a los victimarios, sin que unos tengan que perder, para que otros ganen.

Sin embargo, esta estrategia no ha funcionado porque la mayoría de congresistas han sido elegidos con patrocinio de los empresarios y representan sus intereses; el método de la concertación tampoco funciona para los trabajadores porque eso significa creer en la utopía de un acuerdo en donde ganen los empresarios y los trabajadores, a sabiendas de que sus intereses son antagónicos, y, por tanto, lo que es benéfico para unos es perjudicial para los otros. Si ya se ha repartido una torta y se vuelve a repartir, unos tienen que ceder un pedazo a los otros; unos pierden y otros ganan; no es posible que ganen todos, es algo elemental.

Un claro ejemplo de lo anterior es la reforma pensional recientemente aprobada. El gobierno presentó un proyecto y concertó un subsidio para las personas que no hayan alcanzado a cotizar para pensionarse. Habiendo previamente un subsidio de $80.000 para el adulto mayor, propuso que se aumentara a medio salario mínimo, pero con la concertación quedó solo en $230.000. Aparentemente, ahí ganaron los trabajadores adultos mayores que de recibir $80.000 pasaran a recibir $230.000, pero a cambio, el gobierno les entregó a los empresarios de los fondos de pensiones privados (en forma de ahorro obligatorio), una parte importante de la pensión de los trabajadores que tengan un salario superior a los 2.3 salarios mínimos, condenándolos a no recibir una pensión superior a ese monto. Conclusión: es claro que aquí ganaron los empresarios; la concertación funcionó, pero a favor de la burguesía y no de los trabajadores.

Lo que ha pasado con la reforma pensional, ha sucedido con las otras reformas propuestas por el gobierno. En la reforma laboral, el gobierno pide que se devuelvan las horas nocturnas y el 100% del recargo al pago nocturno, así como el 100% de pago salarial a los practicantes del Sena, pero se les conserva a los empresarios la tercerización laboral, que es la vía por la cual se les arrebata a los trabajadores todas las garantías laborales y los beneficios de la seguridad social formalmente establecidas en la ley. En la reforma a la salud, se les quita a los empresarios el carácter de intermediarios en la prestación del servicio de salud, pero se les mantienen los multimillonarios ingresos al sostenerlos como intermediarios en la parte administrativa del servicio.

Con la reforma agraria, lo que ha hecho el gobierno ha sido reglamentar un sistema creado en 1994, en la Ley 160. Con ello ha estado comprando tierra a los ganaderos y terratenientes para entregársela al campesinado, en una cantidad de 562.000 hectáreas a mayo de 2025, de las 3.000.000 de hectáreas que se acordaron con la firma del acuerdo de paz en el gobierno de Santos. Pero los terratenientes, ganaderos y narcotraficantes le expropiaron, a sangre y fuego, al campesinado y a los pueblos indígenas cerca de 7.000.000 de hectáreas. Así, con la reforma agraria del gobierno de Petro, al final el campesinado y los indígenas no recuperarán totalmente su tierra, y a los expropiadores se les premia comprando la tierra que se robaron.

Por estas razones, consideramos que el verdadero cambio no vendrá del Congreso ni de la concertación con la burguesía. Las reformas sociales que se aprueben serán apenas migajas, en el mejor de los casos, y, además, al final, seremos los pobres quienes las financiaremos a través del presupuesto público, que se sostiene con los impuestos que pagamos. Incluso los impuestos que pagan las empresas salen de la riqueza que los trabajadores generamos con nuestro trabajo.

… es en las calles…

La experiencia histórica nos ha demostrado que las reivindicaciones y derechos se conquistan en las calles mediante la lucha. Fue con la revolución socialista de 1917 en Rusia que se conquistó la jornada de ocho horas, la seguridad social y demás garantías laborales, muchas de las cuales aún hoy disfrutamos. Como contraparte, ha sido en los Congresos y Parlamentos de todos los países donde los trabajadores del mundo hemos perdido las conquistas alcanzadas.

En Colombia, con contrarreformas como la Ley 50, la Ley 789 y la Ley 100, impulsadas por Uribe, se fueron perdiendo uno tras otro los beneficios que en material laboral y de seguridad social logramos los trabajadores tras largos años de lucha. En estas ocasiones, la estrategia de las burocracias y el reformismo, fue la misma, negociar el contrapliego, para “perder menos”, en lugar de convocar a la huelga general por la retirada de los proyectos. Ahora, ni siquiera, en ninguna reforma, se propone derogarlas, sino solo paliar algunos de sus aspectos más lesivos.

En las calles, con paros, huelgas y revoluciones, ganamos los trabajadores y los pobres; los ricos ganan en sus Congresos elaborando sus leyes.

… con el paro nacional

El paro nacional para conquistar, no para concertar

El paro nacional convocado por las direcciones de las centrales obreras no debe limitarse a negociar una reforma laboral cada vez más recortada en el Congreso. Tampoco debe quedar atado a un nuevo intento por hacer aprobar la consulta popular dentro de un Congreso con numerosas restricciones y que está al servicio de los ricos, ni servir como respaldo a un gobierno que insiste en conciliar con empresarios, terratenientes y ganaderos. Justamente la reforma y la consulta deben llevarse a las calles, donde la fuerza de la movilización imponga los cambios sociales radicales a la burguesía.

Tenemos la experiencia del paro de 2021, con el que logramos, con la fuerza de la movilización, derrotar la contrarreforma a la salud y la contrarreforma tributaria de Duque, y tumbar dos ministros. Además de ganar presupuestos para educación y otras áreas. Pero la gran tarea de transformación de la sociedad quedó inconclusa, porque desmovilizaron a la juventud con promesas electorales. Hoy día, esta consulta, aprobada o no, sirve es al progresismo y a la derecha para adelantar su campaña electoral del 2026.

Paro de la producción y de los servicios

El paro debe ser indefinido, sustentado con asambleas populares, cabildos, etc., donde se discutan y se definan democráticamente las tareas para mantener la movilización permanente hasta que se concedan las reivindicaciones para cada sector con contenido de cambio real.

El paro nacional no debe limitarse a concentraciones y movilizaciones, es necesario parar la producción y los servicios; golpear la fuente de ganancias de los empresarios. Pero la realidad es que las direcciones llaman a paro, pero convocan marchas, y no hay un esfuerzo real para convertirlo en una verdadera huelga general; eso tendrá que ir por cuenta de las bases.

Que se expida el estatuto del trabajo

En el artículo 53 de la Constitución Política, desde 1991, se mandató al Congreso para que expidiera un Estatuto del Trabajo. Han pasado casi 35 años y esa tarea no la ha cumplido el Congreso. Mientras tanto, las direcciones de las centrales obreras dejaron de insistir en esta exigencia. Si se expide el Estatuto del Trabajo, con los principios que están en la Constitución, se lograría tener una reforma laboral superior al proyecto que ha presentado el gobierno y superior a lo que contienen las preguntas de la consulta popular.

Con el Estatuto del Trabajo, conquistado mediante la movilización, podemos lograr estabilidad laboral, es decir, eliminar la tercerización; un salario mínimo igual al costo de la canasta básica y móvil, indexado al costo de los precios de los bienes de consumo y los servicios; seguridad social con salud y pensión para todos.

El paro nacional de 2021 fue para derrotar las contrarreformas; el paro de ahora debe ser para recuperar reivindicaciones y ganar otras.

¿Qué hacer después del paro del 28 y 29 de mayo?

Es necesario que, en todos los sectores sociales, en los barrios, en las fábricas, en el campo y en las universidades, se desarrollen asambleas y se discuta como nos organizamos para continuar la lucha, y esa lucha debe partir de la elaboración de un pliego que recoja los problemas más sentidos de cada sector.

Aunque la consulta recoge algunas reivindicaciones que son positivas y necesitamos recuperar, no incluye acabar con la tercerización y prohibir los contratos chatarra; además, la pregunta relacionada con los trabajadores de aplicaciones es tramposa, dando a entender que el trabajador “elige” su forma de contrato en algún lugar del mundo; es de suponer que existe una relación entre iguales entre los dueños de Rappi y un joven venezolano de 18 años con necesidad de trabajar, por dar un ejemplo. Estamos por formalización y nada menos.

Hoy es el mismo Estado colombiano, el mayor violador de las leyes laborales, al tener en sus instituciones y dependencias a cerca de un millón de trabajadores con este tipo de contratos: Orden de prestación de Servicio (OPS), contratos temporales, o por obra y labor, etc. Muchos de ellos en el propio Ministerio de Trabajo.

Esas reivindicaciones, así recogidas, deben ser centralizadas en cada región y organizar la lucha por ellas. Debemos ser conscientes de que, como dice el dicho popular, “del cielo no caerán limones”, por eso no podemos confiar en salvadores supremos o líderes iluminados; la liberación de los trabajadores y los pobres vendrá de nosotros mismos o no vendrá. Solo podemos confiar en que, si nos unimos, nos organizamos y salimos a luchar, podemos lograr un mejor futuro para nosotros y nuestras familias.

Debemos continuar la lucha, no solo por mejores condiciones laborales y de salud, sino continuarla, por conquistar una sociedad diferente, sin explotados ni explotadores, oprimidos ni opresores; esto solo sucederá con un verdadero gobierno obrero, campesino y popular, y no con un gobierno de concertación con la burguesía.

 

¡A las calles a luchar por un cambio de verdad!

28 de mayo de 2025

 

Artículo 53 de la Constitución Política. El Congreso expedirá el estatuto del trabajo. La ley correspondiente tendrá en cuenta por lo menos los siguientes principios mínimos fundamentales: Igualdad de oportunidades para los trabajadores; remuneración mínima vital y móvil, proporcional a la cantidad y calidad de trabajo; estabilidad en el empleo; irrenunciabilidad a los beneficios mínimos establecidos en normas laborales; facultades para transigir y conciliar sobre derechos inciertos y discutibles; situación más favorable al trabajador en caso de duda en la aplicación e interpretación de las fuentes formales de derecho; primacía de la realidad sobre formalidades establecidas por los sujetos de las relaciones laborales; garantía a la seguridad social, la capacitación, el adiestramiento y el descanso necesario; protección especial a la mujer, a la maternidad y al trabajador menor de edad. El estado garantiza el derecho al pago oportuno y al reajuste periódico de las pensiones legales. Los convenios internacionales del trabajo debidamente ratificados, hacen parte de la legislación interna. La ley, los contratos, los acuerdos y convenios de trabajo, no pueden menoscabar la libertad, la dignidad humana ni los derechos de los trabajadores.

por Comité Ejecutivo PST

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