El riesgo de ser mujer en la Cartagena turística

Cartagena, el principal destino turístico del país, ha sido protagonista de grandes titulares, lamentablemente no por las luchas de los trabajadores de una de las zonas industriales más grandes del país, en la cual hay una importante proporción de mujeres, sino por los altos niveles de prostitución y por ser un destino privilegiado del “turismo sexual”.

Autor: Comisión de la Mujer PST

Cartagena es una ciudad industrial a pesar de la imagen que los medios nos presentan del bello corralito de piedra, la ciudad amurallada y los paseos en coche, como un sueño romántico. Pero, para las mujeres y niñas de la ciudad, el turismo sexual que se ha tomado el centro histórico, se ha convertido en una pesadilla en la que se conjugan el machismo, el racismo y ahora la xenofobia contra las migrantes venezolanas.

En estos días, se hizo viral en redes sociales la denuncia de una mujer que salió de trabajar como mesera en un restaurante y fue a comer a otro establecimiento, un grupo de mujeres policías las abordaron y las capturaron dos veces la misma noche porque suponen que son prostitutas y deben ser censadas.

Así, el estigma acompaña a las mujeres cartageneras, cuyos cuerpos han sido elevados a símbolo sexual y degradados a nivel de una mercancía de libre consumo, que las ha colocado, como objetos posibles de adquirir por unos cuantos dólares o euros. Las mujeres que transitan por el centro histórico después de cierta hora, son confundidas y tratadas como si fuesen prostitutas potenciales, independiente de cómo se ganen la vida. Meseros, taxistas, empleados de los comercios y hasta policías son protagonistas de violencia verbal, humillaciones, hostigamientos, burlas y hasta de detenciones arbitrarias.

Cartagena, tiene dos caras. Una la de los ricos y otra la de los pobres. Por un lado, lujosos centros comerciales, barrios estrato seis, centros de negocios, grandes hoteles. En otro extremo miseria, desempleo y ausencia de servicios públicos. De allí provienen la mayoría de jóvenes y adolescentes que optan por la prostitución como una forma de conseguir el pan de cada día y también las niñas cuya virginidad vende su propia familia en medio de la desesperación por sobrevivir. Esta se convierte en parte del rebusque y de allí a caer en las fauces de las redes de explotación sexual no hay sino un paso.

Según un estudio de la Fundación Renacer: “En Cartagena, un turista paga a una menor entre 100 y 150 dólares por la noche, y si es sólo un rato (de 15 a 20 minutos), da 50, …. encargados de la investigación, afirman que se evidenció que muchos de los turistas vienen con el concepto de que todo se comercia en la ciudad. Piensan que todo es mercancía, tanto un collar como una niña”. Es tan repudiable que los menores entren en estas redes de prostitución, como son inaceptables las violaciones y asesinatos de niñas y niños, y los feminicidios.

¿La prostitución, un trabajo como cualquier otro?

Hay que decirlo con claridad y en voz alta. La prostitución es una forma de esclavitud en la que quienes se ven obligados – históricamente las mujeres, aunque hoy también hombres y transgéneros – a vivir de ella son sometidos a todo tipo de vejámenes no solo por parte de los proxenetas que los explotan, sino de los “clientes” que al comprar la “mercancía”, pueden hacer con ella lo que les da la gana. La prostitución no puede ser considerada como un trabajo como cualquier otro. Esta postura para nada implica la estigmatización ni discriminación para quienes la ejercen, y mucho menos negar sus derechos como seres humanos. Plantear que es necesario abolir la prostitución es elevar la condición humana de quienes la ejercen para que tengan derecho a un verdadero trabajo productivo.

Aunque no existen en el país cifras certeras sobre la prostitución, la Secretaría de Integración Social de Bogotá estima que 45.000 mujeres se dedican a ella. La revista Semana dice: “Reclutar universitarias para que trabajen como modelos webcam, damas de compañía y trabajadoras sexuales es un esquema de negocio expandido en universidades de varias ciudades de Colombia…los motivos son varios, pero destaca que las condiciones económicas de las estudiantes y los altos costos de los estudios universitarios son los factores que predominan para que las jóvenes sean cooptadas por estas redes”.

Lo cierto es que la causa fundamental de que las mujeres recurran a la prostitución es un imperativo económico social y no una simple “opción personal”. Es difícil imaginar que una niña que juega a “los roles de trabajo cuando sea grande” diga yo quiero ser “trabajadora sexual”.

Ninguna mujer tendría que ser sometida a esta infame condición para sobrevivir. En el 2017 hubo un intento por adoptar el modelo sueco. Ese país pasó de legalizarla a considerar que, sin excepciones, toda forma de prostitución implica la trata de personas con fines de explotación sexual y constituye un delito, y las mujeres en esta condición serían sus víctimas, por lo tanto, se debe penalizar al proxeneta y a quien paga. Por el contrario, en Alemania está legalizada. En Suecia hoy el número de mujeres en esta condición no llega al centenar, mientras en Alemania la psicóloga Ingeborg Kraus, quien es psicoterapeuta de víctimas de trata y prostitución, asegura que: “la ley no ha cumplido con su propósito, ya que no fue contundente en proteger a las mujeres en la prostitución y en cambio ha favorecido al tráfico de mujeres y la violencia sexual, convirtiendo al país en el ‹burdel de Europa».

En Cartagena ha habido protestas frente al aumento de la prostitución y sus consecuencias, sin embargo, lo que más preocupa a algunos personajes no es tanto la vida de las mujeres y los niños en tal condición, sino que se permita tal espectáculo a pocos metros de la alcaldía y de la ciudad histórica, sería un problema no de ética sino de estética. Por eso serían partidarios de reglamentarla y encerrarla en zonas de tolerancia.

Los trabajadores debemos tomar parte en esta discusión y acción. Exigir la abolición de turismo sexual y condiciones de normalización y trabajo para los sectores más deprimidos de la ciudad. Oportunidades de trabajo y de estudio para toda la juventud de manera que no caigan en las garras de las redes de explotación, y castigo para proxenetas y turistas sexuales.

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