La crisis de la CUT y la necesidad de democratizar la central para la clase trabajadora

Estamos a pocos días del VII Congreso de la Central Unitaria de Trabajadores, CUT, y es difícil, pero necesario, constatar que muy poco ha cambiado, del pasado congreso a este. El número de afiliados apenas ha aumentado, y más bien se ha estancado. El papel de líder de las luchas sociales que la CUT cumplió en sus primeras décadas, se ha diluido en unas cuantas convocatorias a eventos que no tienen ninguna repercusión económica, organizativa o política.

Autor: Comité Ejecutivo – Partido Socialista de los Trabajadores

Los llamados formales de su Comité Ejecutivo a paros nacionales o sectoriales, con escasas excepciones, raramente se concretan en acciones reales de los trabajadores afiliados. La mayor parte de las veces las luchas son levantadas, unos cuantos días antes de la fecha indicada, para negociar con el gobierno de turno unas cuantas prebendas para uno u otro sector minoritario. Las resoluciones aprobadas, cuando la base presiona, son desconocidas por los organismos de dirección permanente. Tal es el caso de la resolución sobre salario mínimo adoptada por amplia mayoría en el congreso anterior, que ponía como base de exigencia de la central un millón de pesos ante los gremios patronales y el gobierno. El Comité Ejecutivo nunca la tomó como bandera y terminó, como ya es costumbre, levantándose de la mesa de concertación y aceptando, en los hechos, los aumentos decretados cada año por el gobierno en contubernio con los empresarios y las direcciones de las demás centrales obreras. En ningún momento llamó a sus afiliados y a los millones de trabajadores que deben sobrevivir con el miserable salario mínimo a organizarse y a luchar en defensa de la resolución aprobada por las bases del congreso.

Igualmente grave es la situación de la composición social de la Central. Cerca del sesenta por ciento de los afiliados pertenecen al magisterio. Otro importante número lo constituyen empleados estatales, especialmente de la justicia y la salud. Sin querer desconocer la importancia social de los asalariados de la educación y los servicios del Estado y el respetable espacio que han ganado con sus luchas en el movimiento sindical, es fundamental que el Congreso de la CUT discuta la debilidad que para ella misma significa la baja composición obrera industrial de su base.

Si los delegados al próximo Congreso esperan que la CUT cumpla un papel central en las transformaciones económicas, políticas y sociales que impone la actual crisis estructural del capitalismo, deben discutir, en primer lugar, que es necesario superar la condición de subordinación de la Central a la Fecode, impuesta por el desproporcionado peso numérico de los maestros sobre el proletariado industrial. Las luchas de los maestros cumplen un papel muy importante por el impacto social que conlleva el que millones de niños y adolescentes vean interrumpida su formación académica. Pero, los propios maestros deben hacer conciencia de que mientras los obreros industriales no hagan presencia masiva en las luchas obreras y populares, sus paros están condenados a moverse en un círculo vicioso de levantamientos, con promesas y acuerdos que los gobiernos nunca cumplen y que, por tanto, obligan a nuevos paros condenados a correr la misma suerte.

Los trabajadores necesitamos con urgencia una central sindical cuya dirección sea mayoritariamente obrera, en correspondencia con su composición social. En consecuencia, es tarea prioritaria del próximo congreso de la CUT discutir un plan de sindicalización y afiliación de los millones de obreros industriales que responden, en el campo y la ciudad, por la creación de la riqueza social, en terribles condiciones de sobrexplotación y opresión, en fábricas donde intentar construir un sindicato es perseguido con tanta saña como si se tratara de organizar una guerrilla. Los maestros y los trabajadores al servicio del Estado están en el momento de comprender que –por su posición en la estructura productiva– la lucha de los obreros industriales es vital en la defensa de los intereses del conjunto de los pobres y los explotados. Toda la historia de las luchas obreras y populares de los últimos cien años demuestra que las transformaciones sociales profundas son el resultado de la lucha masiva del conjunto de los explotados cuando adoptan el programa del proletariado y aceptan, en estrecha alianza, su dirección política.

Esa necesaria transformación de la CUT debe empezar por una reforma de sus estatutos. En un país semicolonial como Colombia, donde el noventa por ciento de las fábricas y negocios capitalistas cuentan con menos de quinientos trabajadores, no puede ser norma para elegir un delegado a los congresos sindicales contar con un mínimo igual a tal cifra. Así se margina a la clase obrera de las decisiones, la organización y la lucha. Desafortunadamente es la realidad en la CUT, y por tanto hay que cambiarla. Necesitamos que toda organización sindical que cuente con el número de afiliados exigidos por la ley, para tener existencia jurídica, pueda elegir al menos un delegado a los congresos de las federaciones y confederaciones, para abrirle el paso a la participación del proletariado en la lucha política y sindical.

Sin ese paso mínimo y fundamental las luchas de los asalariados, por fuertes que sean sus organizaciones sindicales, están condenadas a dar vueltas sobre sí mismas sin encontrar una salida que dé solución a sus legítimas aspiraciones.

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