De la Minga al Paro Nacional, derrotemos el Plan Nacional de Desarrollo

Desde hace varios años, pero en especial desde el 2016, se está hablando de la preparación del gran paro nacional. Esta es una necesidad imperiosa de los trabajadores, los campesinos, los pobres y demás sectores sociales afectados por las políticas antiobreras y antipopulares de reiterados gobiernos, al servicio de los más ricos, pero en especial del gran capital imperialista y sus multinacionales.

Autor: Ivonne

Luego de muchos anuncios y postergaciones, de varias reactivaciones y rupturas del Comando Nacional Unitario, y de varios intentos por desviar la lucha hacia las elecciones, con la reticencia de la dirección de la CUT y de Fecode en cabeza del MOIR, los dirigentes reunidos en el Encuentro Nacional Obrero Sindical y Popular del 8 y 9 de febrero, presionados por un gran descontento en sus bases, golpeadas por el costo de vida y la violación sistemática de sus derechos, por fin le pusieron fecha al tan cacareado paro: el 25 de abril.

Razones para salir sobran, bastaría la ola de asesinatos selectivos desatada desde la elección de Duque, o el incumplimiento de todos los pactos y acuerdos con distintos sectores sociales incluidos maestros, campesinos, pobladores del pacífico, desmovilizados, etc. Sin embargo, la necesidad de lucha y la situación apremiante por mejores condiciones de vida, derechos laborales y humanos, contrastan agudamente con la falta de preparación del paro –no hubo asambleas de base en los sindicatos, no se organizaron comandos de paro en cada barrio o comuna, casi ni se vincularon trabajadores del sector privado–, y lo que podríamos considerar el talón de Aquiles del movimiento: existe un divorcio entre la clase obrera industrial –única capaz de parar la producción y propinarle un golpe al gobierno y la burguesía– y la dirección del paro, que son en general organizaciones políticas de izquierda, dirigentes populares, campesinos, indígenas y la CUT, cuya mayoría son maestros. Esta aguda contradicción deja las posibilidades de que se concrete un paro en manos del sector estatal y en especial en manos de la dirigencia del magisterio, ya conocida por su burocratismo y falta de voluntad de articular los conflictos.

Un ejemplo de esta situación de desarticulación es la salida de la Minga casi un mes antes de la fecha del paro nacional acordada en el encuentro nacional, entendiendo las necesidades y urgencias de cada sector, sin medrar nuestro respaldo incondicional a los mingueros que luchan, es importante ver que allí se manifiesta la dificultad para coordinar en el tiempo las agendas de distintos sectores. En este momento, cuando se requeriría de la lucha unificada la minga está recuperándose del desgaste natural de su lucha reciente. Sin embargo, como el gobierno no ha solucionado estructuralmente ninguno de sus problemas, persiste la necesidad de que indígenas, afros y campesinos se unan a la lucha nacional. Es posible que la actitud déspota del gobierno termine logrando lo que las direcciones no pudieron: juntar la minga y el paro nacional.

Lo de este 25 de abril es una jornada nacional de protesta con desarrollo desigual a nivel de cada sector y región, con algunas acciones de paro y bloqueos, pero que aún dista de ser el gran paro cívico que necesitamos que emule al glorioso paro de septiembre de 1977. Eso no quiere decir que no vale la pena salir a lucharla, y que no valga la pena luchar para que las bases la conviertan en un verdadero paro, incluso una buena jornada de lucha nos marcará el camino de posibles victorias.

En esta coyuntura es indispensable tener en cuenta las necesidades de todos los sectores, y al mismo tiempo sintetizar esas necesidades en banderas que el movimiento pueda reconocer, que sean la identidad de los que luchan, creemos que el Plan Nacional de Desarrollo sintetiza el plan de Duque contra los trabajadores y campesinos al servicio de las multinacionales y el imperialismo, en él se anuncia una nociva contrarreforma laboral, el despojo de derechos para indígenas, lgbts, mujeres y afros; el desmonte de los ya recortados derechos de salud y educación; y en particular la entrega de los recursos naturales al extractivismo minero energético. Por eso creemos que este 25 de abril y los días de movilización que siguen deben enarbolar de manera unitaria la consigna ABAJO EL PLAN NACIONAL DE DESARROLLO.

Este es un gobierno autoritario y represivo pero con debilidades y contradicciones que podemos aprovechar para impedir el avance de sus planes. Errores en el tratamiento a la Minga y a los estudiantes le han costado popularidad, así como sus reveses intentando desmontar las pocas garantías para los desmovilizados de las FARC. Como dice Luis Maldonado en su columna de El Espectador: “Es válido y legítimo recurrir a un movimiento de parálisis general ante una situación de acuciante anormalidad política o social en procura de superarla”1. Este es un gobierno títere, pero no de Uribe sino del imperialismo, que amenaza con poner a Colombia como plataforma de una eventual intervención militar en Venezuela, la pobreza e inseguridad en las ciudades empeora y sus planes se vienen abajo al no poder mantener unidad en el parlamento, sus planes económicos amenazan con producir una grave crisis social; tenemos todo el derecho y todas las razones para exigir su salida, el movimiento que inicia este 25 de abril debe gritar al unísono: Abajo Duque.

Es justo además decir que una sola acción de paro no será suficiente para lograr este propósito, pero lejos de desanimarnos debemos prepararnos para nuevas jornadas de lucha, tomar el ejemplo de Argentina donde han tenido que hacer sucesivas huelgas generales para contener la arremetida de Macri, igualmente el ejemplo de los chalecos amarillos en Francia que sábado a sábado han salido en revueltas cada vez más radicales.

  1. https://www.elespectador.com/opinion/legitimidad-de-los-paros-nacionales-columna-849466

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