Oposición política: ¿En las calles o en el parlamento?

Las pasadas elecciones marcaron una votación histórica para las fuerzas de la izquierda reformista, no solo en las presidenciales, en las que se obtuvieron más de ocho millones de votos, sino también en las legislativas, en las que las fuerzas de oposición pasaron de 1.109.772 votos a 2.605.857. Estos resultados muestran un cambio en la conciencia de la clase trabajadora y los sectores populares, que buscaron alternativas políticas a los partidos burgueses, lo cual no quiere decir que esta oposición parlamentaria represente sus intereses de clase.

Autor: Antonio Romero

Con la entrada en vigencia del Estatuto de Oposición, los candidatos de Colombia Humana pasan a ser congresistas y a liderar un bloque en el que hay propuestas políticas y apuestas electorales particulares que es necesario estudiar, pues no será esta minoría parlamentaria la que pueda detener con votaciones y debates los planes del uribismo y la nueva Unidad Nacional. Solo los podremos derrotar con la movilización en las calles y la recuperación de las organizaciones sociales para la lucha.

Así, tenemos una oposición en la que Gustavo Petro cuenta con la legitimidad que le dan más de ocho millones de votos, pero con dos sectores parlamentarios que también tienen intereses políticos y electorales.

Verdes: entre el progresismo y el neoliberalismo

El Partido Alianza Verde es la mayor fuerza parlamentaria de la oposición con nueve senadores y nueve representantes. Su principal elector es Antanas Mockus, un neoliberal de viejo cuño, quien dejó su huella privatizadora en la Universidad Nacional de Colombia y en la Alcaldía de Bogotá. Su discurso se puede resumir en la máxima “administrar al servicio de los empresarios sin negociar con los políticos”, lo que le granjeó cierto prestigio entre quienes luchan contra la corrupción.

Este liderazgo, representa lo que es el Partido Alianza Verde: una amalgama de progresistas y neoliberales que luchan por un ‘capitalismo moderno’, convencidos de que el principal obstáculo para el desarrollo es la intermediación política en los contratos estatales, pero dispuestos a poner esos mismos contratos al servicio de los grandes empresarios.

Polo: entre Robledo y la Bancada de la Paz

El Polo Democrático quedó dividido después de las elecciones presidenciales y esa división persiste entre sus parlamentarios, quienes se encuentran entre la adhesión a una Coalición Colombia que se ve debilitada por el desprestigio del candidato Sergio Fajardo y las alianzas con sectores que defienden el proceso de paz, entre los que se encuentran incluso miembros de partidos tradicionales como Roy Barreras.

Por una parte, está Jorge Enrique Robledo, quien insiste en mantener un acuerdo con sectores neoliberales a través de la Coalición Colombia con los Verdes y Sergio Fajardo. Sus aliados serán dos empresarios afines a Robledo, el senador santandereano Pedro Leonidas Gómez y el representante antioqueño Jorge Gómez Gallego, quienes se oponen al sector de izquierda.

Por otra parte, estarán los senadores Alexander López, Iván Cepeda y Alberto Castilla, quienes reconocen a Gustavo Petro como líder de la oposición y han conformado la llamada Bancada de la Paz que tiene como objetivo la defensa de los Acuerdos de La Habana.

Decentes: entre la oposición y el ‘pragmatismo’

La llamada Lista de los Decentes –hoy de la Colombia Humana– no tiene la misma cohesión programática, como pretenden tenerla el Polo y los Verdes, es una coalición electoral que reúne personajes progresistas de la televisión como el libretista Gustavo Bolívar y el humorista Jonatan Tamayo con dirigentes de izquierda como Ayda Avella de la Unión Patriótica.

En principio, los congresistas que acompañan a Gustavo Petro parecieran tener una bancada unificada en torno a la defensa del proceso de paz y de lucha contra el modelo neoliberal, pero su programa de defensa del capitalismo, de la propiedad privada y de la democracia burguesa, los lleva a ceder con relativa facilidad y “acordar”, como ocurrió para la segunda vuelta electoral cuando renunciaron incluso a propuestas como la Asamblea Nacional Constituyente como espacio para lograr reformas.

FARC: entre la oposición y la implementación

La situación de la bancada de la ex guerrilla de las FARC no es fácil, la división interna es evidente entre un Timochenko que está dispuesto a ceder en aras de incorporarse de manera armónica al establecimiento y un Iván Márquez que exige garantías para esta incorporación. Por ello Iván Márquez no se ha posesionado en el Congreso, como forma de protesta por la detención y solicitud de extradición de Jesús Santrich, mientras el resto de la bancada intenta adaptarse a su nuevo escenario parlamentario.

Pero más allá de esta división, el problema principal de la hoy Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común es si apuestan a una abierta oposición al gobierno uribista o a una concertación que le permita un espacio de negociación, ante la arremetida del centro democrático contra los Acuerdos de Paz. La posición de todas las vertientes de esta oposición frente a la masacre sistemática de excombatientes y dirigentes sociales es vergonzosa. Se han limitado a “condenarla” pero no dan signos de llamar a ninguna acción de masas contundente.

Clase Trabajadora: entre las calles y el parlamento

Como hemos visto, ninguna de estas agrupaciones representa los intereses de la clase trabajadora, muchos de ellos son consecuentes activistas de los derechos humanos, de los derechos de las minorías y del proceso de paz, pero ninguno se propone una lucha contra el sistema capitalista.

Veremos que hace la bancada opositora, si es capaz de movilizar contra las medidas antiobreras ya anunciadas por Duque o se va a limitar a dejar constancia en contra o tratar de limar las aristas más ásperas y concertarlas como han hecho en el pasado, por eso debemos advertir a los trabajadores que esta bancada tiene enormes límites, que muchos son neoliberales que luchan contra la corrupción, que no ven mal las privatizaciones y que defienden los intereses de los empresarios. Por tanto, la principal oposición que debe ejercer la clase trabajadora será en las calles, en la movilización. Gustavo Petro ha dicho estar dispuesto a liderar la oposición en las calles, hasta el momento los llamados a la lucha han sido tibios y confusos como el “carnaval por la vida y la paz” para el 7 de agosto. Es necesario que la clase trabajadora asuma su papel y que sus organizaciones tengan un plan de lucha para que no estén al vaivén de la oposición parlamentaria. Es la clase trabajadora la que debe encabezar la lucha con sus métodos y la movilización.

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