La política educativa del gobierno Duque

Conocida la definición política del presidente Duque, de acatar las orientaciones del FMI y de la OCDE, ahora con el ingreso del país a esta última, tendrá el magisterio colombiano una cascada de disposiciones tendientes a aplicar la política de privatización, precarización laboral, tercerización y de avance del plan imperialista de convertir la educación en una industria productiva.

Autor: Unidad Docente PST

Desde los períodos presidenciales de Uribe, viene avanzando aceleradamente el plan, con “llaves” políticas entre Alcaldía de Bogotá, Secretaría de Educación, Ministerio de Educación. Tuvimos así a Cecilia María Vélez como secretaria en la primera alcaldía de Peñalosa y luego como Ministra de Educación. Ahora en la segunda alcaldía de Peñalosa, su secretaria de Educación María Victoria Angulo, será la Ministra del gobierno Duque. Es decir, el plan neoliberal tiene fichas claves para su aplicación.

El plan para el sector

Se anuncian aumentos en el presupuesto para educación, pero aplicado a la política de capitación y subsidio a la demanda, en programas como Ser Pilo Paga (800 mil millones de pesos anuales para atender exclusivamente a un 2% de los egresados del bachillerato) y a colegios en concesión entregando los recursos a la empresa privada con el discurso de que así se garantiza la calidad de la educación y los mejores resultados en las pruebas Pisa y pruebas censales. Esta política no solo descapitaliza a la educación pública sino que también atenta contra la libertad de cátedra, la libertad de pensamiento y la autonomía curricular, desconociendo además los contextos geográficos y sociales de la escuela.

Igualmente, el alborozo sobre la jornada única, con un supuesto beneficio para los estudiantes, lo que pretende es flexibilizar la jornada laboral docente y aumentar el tiempo escolar. Sin embargo, para garantizar cobertura, se profundizará la privatización y la tercerización laboral, entregándole la administración del “servicio” a cajas de compensación, confesiones religiosas y otros particulares, intentando suplir así la ausencia de recursos destinados a la educación.

Para estos fines el gobierno propone alianzas público privadas tendientes a desarrollar programas de actividades artísticas y deportivas, así como de tecnificación de bachilleres y configuración de mano de obra calificada, en vez de nombrar maestros en estas disciplinas para todos los grados en todos los colegios.

El concepto de “calidad”, ligado con el de “eficiencia”, edulcorados neoliberales, se expresan en concreto en el congelamiento salarial mediante la dilación en los concursos de ascenso y reubicación; en unas evaluaciones de desempeño y de competencias más difíciles de aprobar y en posibles despidos por pérdida de estas.

De igual manera se les irá otorgando más poder a los rectores, directores locales y directores de núcleo como controladores de la aplicación de la política y desarrollo de los lineamientos curriculares, con agudización de competencias, estándares y bases comunes de aprendizaje, fundamentados en la ideología de la microempresa, del emprendimiento y de la autogestión.

Continuará entonces lo que al respecto desarrollaron Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos como presidentes, con el acelerador a fondo.

La educación como derecho

Para Duque la educación no es un derecho, de allí que en su programa aparezca como idea principal fortalecer el “ahorro programado para que la clase media garantice la culminación de sus estudios superiores”. Al parecer, su propuesta consiste en invitar al sector financiero a manejar los ahorros con destino a la educación de las familias. Así mismo, su propuesta de condonación de deudas del ICETEX cubre a menos del 1% de los estudiantes universitarios.

Este es el modelo gerencial de uso racional de los recursos que promulga el neoliberalismo y que se desarrolla extensamente a través de la focalización de los recursos y el condicionamiento a la aplicación obediente de sus programas y políticas.

En el mismo sentido se intensificará la certificación de colegios y universidades, medida desde los resultados, que coloca a estos en la necesidad de “vender servicios” para competir con los resultados de las entidades educativas privadas. Los estudiantes entonces, se convierten en clientes y el conocimiento en mercancía.

La tarea del gremio magisterial

Es primordial organizarse para batallar contra este perverso plan y detenerlo mediante la movilización y la lucha callejera. Sin embargo el magisterio necesita una dirección clasista e independiente de los gobiernos, que con la más amplia democracia conduzca la lucha a detener y derrotar la política imperialista del gobierno Duque. Una dirección que no haga conciliación de clases y que no termine de entregar las conquistas históricas del gremio.

En el mismo sentido es necesario replantear los objetivos de lucha, pues si no hubo cumplimiento del gobierno Santos a unos acuerdos colaboracionistas, menos lo habrá con el gobierno autoritario de Duque. Por tanto habrá que plantear la lucha por presupuesto, esto es derrotar la ley 715, el Sistema General de participaciones y toda la cascada de normas reglamentarias derivadas, entre ellas el decreto 1278. Se hace imperioso derrotar la política de la evaluación y de jornada única, así como lograr la máxima unidad por la base, para defender y mejorar el estatuto 2277, para unificar en las mejores condiciones laborales y salariales a todos los maestros de Colombia.

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