La vigencia de la Revolución Rusa

 La incapacidad del capitalismo por resolver los problemas de la sociedad, agudizándolos aún más, y la experiencia de la clase obrera rusa en el poder, hacen que la Revolución Rusa con sus enseñanzas sea hoy una experiencia vigente y necesaria de repetir.

Autor: Alejandro Pereira

La revolución es imposible hasta que se hace inevitable

El dirigente de la Revolución Rusa, León Trotsky afirmó que “Toda revolución es imposible hasta que se hace inevitable”. Precisamente esto fue lo que sucedió en Rusia a comienzos del siglo 20 en tres ocasiones: en 1905, en febrero de 1917 y en octubre de 1917.

Podría pensarse que una revolución en un país atrasado como la Rusia de comienzos de siglo era imposible, pero fue inevitable que se diera porque las masas obreras y campesinas no soportaban las condiciones de miseria y explotación. En 1905 salieron a luchar por reivindicaciones mínimas, pero una vez se tomaron las calles y se organizaron, confrontaron el régimen político y la institucionalidad. La revolución fue derrotada, pero 12 años despues regresó derrocando el régimen autoritario del zarismo y meses después, en octubre, derribaron no solo al nuevo régimen, sino al estado capitalista.

Los trabajadores, aliados con los campesinos pobres y los soldados, decidieron que ellos mismos gobernarían, sin utilizar la maquinaria del Estado burgués sino con sus propias instituciones denominadas soviets (consejos).

¿Qué es la revolución?

“El rasgo característico más indiscutible de las revoluciones es la intervención directa de las masas en los acontecimientos históricos. En tiempos normales, el Estado, sea monárquico o democrático, está por encima de la nación; la historia corre a cargo de los especialistas de este oficio: los monarcas, los ministros, los burócratas, los parlamentarios, los periodistas. Pero en los momentos decisivos, cuando el orden establecido se hace insoportable para las masas, éstas rompen las barreras que las separan de la palestra política, derriban a sus representantes tradicionales y, con su intervención, crean un punto de partida para el nuevo régimen. Dejemos a los moralistas juzgar si esto está bien o mal. A nosotros nos basta con tomar los hechos tal como nos los brinda su desarrollo objetivo. La historia de las revoluciones es para nosotros, por encima de todo, la historia de la irrupción violenta de las masas en el gobierno de sus propios destinos.

Cuando en una sociedad estalla la revolución, luchan unas clases contra otras, y, sin embargo, es de una innegable evidencia que las modificaciones por las bases económicas de la sociedad y el sustrato social de las clases desde que comienza hasta que acaba no bastan, ni mucho menos, para explicar el curso de una revolución que en unos pocos meses derriba instituciones seculares y crea otras nuevas, para volver en seguida a derrumbarlas. La dinámica de los acontecimientos revolucionarios se halla directamente informada por los rápidos tensos y violentos cambios que sufre la sicología de las clases formadas antes de la revolución.

La sociedad no cambia nunca sus instituciones a medida que lo necesita, como un operario cambia sus herramientas. Por el contrario, acepta prácticamente como algo definitivo las instituciones a que se encuentra sometida. Pasan largos años durante los cuales la obra de crítica de la oposición no es más que una válvula de seguridad para dar salida al descontento de las masas y una condición que garantiza la estabilidad del régimen social dominante; es, por ejemplo, la significación que tiene hoy la oposición socialdemócrata en ciertos países. Han de sobrevenir condiciones completamente excepcionales, independientes de la voluntad de los hombres o de los partidos, para arrancar al descontento las cadenas del conservadurismo y llevar a las masas a la insurrección.”

León Trotsky, Historia de la Revolución Rusa

 Algunas lecciones de la Revolución Rusa

Los trabajadores pueden gobernar mejor que los burgueses

Con la Revolución Rusa los obreros demostraron que están más capacitados para gobernar los destinos de la sociedad, que los burgueses. Primero porque suprimieron la propiedad privada de los medios de producción y con ello la ganancia, y socializaron la riqueza, lo que permitió acabar con el desempleo, estatizaron la salud, la vivienda y la educación. Con esto se garantizó que todos los habitantes pudieran tener acceso a los servicios básicos. También definieron salarios iguales al de un obrero calificado para los funcionarios del Estado.

Si la revolución socialista no se extiende termina derrotada

La Revolución Rusa no contó con el respaldo del triunfo de la revolución socialista en el resto de Europa y terminó aislada, su dirección fue modificada, burocratizada y pasó al bando de la contrarrevolución, primero aislándola aún más, luego colaborando con el imperialismo haciendo pactos para finalmente entregarla restaurando el capitalismo.

La clase obrera es la que debe liderar la revolución y tomar el poder

Si la clase obrera, en alianza con los demás sectores oprimidos, no es la que se coloca al frente de la revolución y toma el poder para gobernar con sus organismos democráticos, la revolución difícilmente avanzará y más rápido será derrotada.

La clase obrera debe construir su propio partido político

Si la clase obrera rusa logró tomar el poder y hacer la experiencia de gobernar, fue porque logró tener como guía un partido obrero, revolucionario y socialista: el Partido Bolchevique. De no haber sido así la revolución se habría estancado en la fase democrática, y la burguesía con el imperialismo habría sostenido el poder político y el Estado capitalista.

Sin una dirección como ese partido, con un programa socialista, los partidos burgueses y conciliadores frenarán la lucha y los triunfos parciales serán convertidos en derrotas. Basta ver procesos recientes como el de Venezuela con una dirección no obrera como el chavismo o el proceso griego con Zyriza. Hace décadas en Chile con Allende y las revoluciones de comienzos del presente siglo en Argentina, Ecuador y Bolivia.

 

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