Zika: un asunto de raza género y clase

Con el paso de la epidemia del virus del Zika, la presencia de microcefalia aumentó cuatro veces lo usual en Colombia, aunque no se presentaron todos los casos esperados. Este virus produce una enfermedad similar al dengue y al chikunguña, con fiebre, brote, y dolor articular, pero sus efectos sobre el feto lo diferencian de las otras enfermedades.

Por: María Paula Houghton – Médica ginecóloga

La microcefalia, que se traduce como cabeza pequeña, es sólo una de las manifestaciones que este virus puede producir en los bebés, se asocia a situaciones de discapacidad: sordera, ceguera y retraso mental grave. Se transmite por la picadura de un mosquito (el mismo del dengue), pero también de madre a hijo, y por vía sexual.

Si bien en nuestro país los casos fueron relativamente pocos, sus efectos para las familias afectadas son devastadores. La carga de un bebé, con discapacidad, para familias ya de por sí empobrecidas, aumenta su vulnerabilidad y los sumerge más en la situación de pobreza.

El Zika no es una enfermedad cualquiera, es una enfermedad que desnuda todas las desigualdades de la sociedad capitalista. En Colombia y todo el continente las secuelas del Zika dejaron una huella imborrable, pero no lo hicieron sobre toda la población en general. En Brasil, Colombia, Perú y otros países, los datos son contundentes: los niños afectados están en las familias más pobres, de regiones más apartadas sin saneamiento básico ni acceso a servicios de salud.

Las madres de los bebés afectados son en su mayoría pobres, negras o indígenas, de bajo nivel educativo. El 50% ya eran solteras al empezar el embarazo, y un 20% adicional quedaron solas luego del diagnóstico.

La carga del cuidado de los enfermos, niños y ancianos, suele recaer sobre las mujeres, que emplean el doble del tiempo cuidando a otros, a diferencia de sus pares varones. Adicionalmente, estas mismas poblaciones suelen tener acceso restringido, sea por leyes o por falta de cobertura, a aborto y métodos anticonceptivos.

La respuesta de los estados fue cínica. En su mayoría intentaron recargar la responsabilidad del control de la epidemia en las familias y más en concreto en las mujeres. Gobernantes y ministros se limitaron a decir a las mujeres “no se embaracen”, mientras que el 22% de mujeres siguen sin tener acceso real a métodos anticonceptivos seguros y eficaces. Dicen a la gente que use repelente y que no deje fuentes de agua en sus casas, pero no solucionan el problema de fondo que lleva a la gente a vivir en las riberas de los ríos, ni solucionan el problema del agua potable y acueducto.

Estos discursos que ponen la responsabilidad en el ámbito de lo privado, desconocen y eluden las verdaderas responsabilidades del Estado, cargan sobre las mujeres más pobres, y las comunidades más vulnerables la culpa por los efectos negativos. Añade un estigma adicional sobre la mujer al culparla de “haberse embarazado”, al tiempo que pone sobre sus hombros la carga del cuidado y manutención de los bebés afectados.

En Brasil el mosquito fue puesto como enemigo público con el eslogan “un mosquito no puede contra un país”, cuando la realidad es que el mosquito se propaga debido a la ausencia de saneamiento básico, y no afecta a todo el país sino al Brasil pobre y negro. El enemigo, al cual no se ataca, es la pobreza y una de las desigualdades más grandes del mundo.

En Cartagena, según datos del Instituto Nacional de Salud, todos los bebés afectados están en tres barrios pobres. Ningún bebé salió afectado en las zonas ricas de la ciudad. Esto pasa porque el riesgo de ser picado por el mosquito es menor al tener agua potable, saneamiento, dinero para el repelente; casi todas las mujeres de estrato alto tienen acceso a anticonceptivos seguros y modernos; y por último, en caso de estar afectadas, las mujeres con dinero, tienen acceso libre al aborto seguro. La gente de esos tres barrios es además negra, históricamente vulnerada y desprovista de derechos. El Zika nos muestra sin tapujos la verdadera cara del mundo capitalista: racista, machista y desigual.

 

El Zika una oportunidad para hablar del aborto legal, seguro y gratuito

Aunque en Colombia hace 11 años el aborto está despenalizado en tres causales. La realidad es que la mayoría se sigue haciendo de manera clandestina o insegura (no ilegal), porque las barreras que las EPS y grupos religiosos han puesto, impiden a las mujeres ejercer su derecho. En el caso de otros países como el Salvador, donde existe despenalización total, la situación es mucho más grave. Los niños afectados en Colombia fueron menos de lo esperado en comparación con el Brasil donde no hay despenalización del aborto.

Los primeros planes del Ministerio de Salud no incluían el acceso al aborto, fue gracias a la presión de grupos feministas y de asociaciones médicas que se incluyó posteriormente. Sin embargo, falta mucho en materia de acceso sobre todo para las mujeres más pobres, indígenas, negras y rurales.

El Zika muestra sus efectos en los fetos en ecografías por encima de las 20 semanas, las discapacidades que produce suelen ser severas, y suele ser la mujer la que tiene que hacerse cargo del cuidado, en muchos casos sola, con las consecuencias económicas, sociales y psicológicas que esto trae. Por eso sólo ella puede decidir si asume la maternidad en tales condiciones, nadie más debe opinar. El Zika es un ejemplo de por qué el aborto no puede limitarse a las primeras semanas del embarazo, se debe ofrecer tan pronto como sea posible y tan tarde como sea necesario.

Las mujeres con sospecha de Zika deben tener derecho a decidir la continuación del embarazo con la sola presencia del riesgo. La Corte Constitucional es clara en afirmar que no se requiere que el riesgo se haga realidad para acceder al derecho de aborto. La salud mental de la mujer puede verse afectada ante la posibilidad de la afectación del bebé.

Las mujeres que opten por tener a sus hijos afectados deben gozar de todas las garantías: atención integral en salud para el hijo, subsidio por ser cuidadora de una persona con discapacidad, derecho al trabajo, etc.

 

Dos lecciones muy importantes del Zika

La primera es que no es cierto que todos seamos iguales y tengamos los mismos derechos. Quienes dicen que el machismo y el racismo se acabaron pueden dar un vistazo a las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud sobre efectos del zika para saber la realidad. Por eso como socialistas estamos en primera fila contra toda forma de opresión denunciando las causas de enfermedades que atacan a los sectores más pobres y oprimidos.

La segunda es que nuestra sociedad se divide en clases sociales y son enemigas entre sí. Este no es ningún concepto anticuado. Existe una clase poseedora de las riquezas a la que el virus del Zika prácticamente no le afectó, y otra clase que no posee riquezas, cuyos hijos fueron los afectados por la epidemia. Las mujeres de los barrios pobres de Cartagena tienen más en común con las mujeres de los barrios pobres de Rio de Janeiro, que con las mujeres de la alta sociedad cartagenera.

Por eso la lucha contra el Zika no es contra un mosquito, sino contra el 1% que acapara la misma riqueza que el otro 99% de la humanidad.

 

 

 

 

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