Cartagena: un botín en disputa

Como lo había anunciado la Fiscalía General de la Nación, se desataría una oleada de capturas en Cartagena. Esta oleada llegó a la propia Alcaldía con la detención de Manolo Duque, quien había sido suspendido por tres meses de su cargo por el derrumbe del Edificio Portales de Blas de Leso, que costó la vida de 21 trabajadores. La razón fue la elección de la contralora, quien también fue detenida junto a dos concejales.

 

Autor: PST Caribe

Juan Manuel Santos había encargado a Sergio Londoño Zurek, quien hace un par de días había pedido la renuncia a todo el Gabinete de Manolo Duque, asegurando que “nos hemos enfrascado en peleas absurdas de clases que no aportan al desarrollo… Pero, en una ciudad donde la mayoría de la población es pobre, no hay nadie que se pueda denominar rico”. Para Londoño, da igual vivir en los cordones de miseria de la perimetral que en los opulentos barrios de la Zona Norte, pues en su discurso la corrupción es responsabilidad de todos y no de los que por decenios se ha beneficiado de los recursos públicos.

Las ‘preocupaciones’ desde Bogotá

En principio, estos hechos parecieran indicar que existe una preocupación del Gobierno de Santos por la corrupción en la que está sumida la ciudad, pero detrás de estas capturas y del encargo de una de sus fichas de confianza está la disputa por un botín de más de 500 mil millones de pesos, mostrando así las dos caras de la corrupción: la de la politiquería local que vive de cobrar comisiones de estos contratos y la de la politiquería nacional que se alimenta con sobornos para asignarlos, como en el caso Odebrecht.

Hace dos semanas, el diario El Espectador publicó el editorial ‘Un SOS por Cartagena’ en el que mostraba su preocupación por el deterioro social de la ciudad. De igual manera, Juan Manuel Santos había dejado por fuera de la adición presupuestal importantes proyectos de infraestructura de Cartagena hasta tanto no llegar a un acuerdo sobre el manejo de los recursos con las autoridades distritales.

Y así, podemos hacer una lista de todas las ‘preocupaciones’ que han tenido desde el Palacio de Nariño con Cartagena, una ciudad cuyas últimas administraciones han sido verdaderos ejemplos de corrupción y desidia administrativa. Resaltaba el editorial de El Espectador que el informe de calidad de Vida Cartagena Cómo Vamos 2016 tuvo “resultados lamentables: por primera vez en nueve años, la pobreza aumentó; 294.895 cartageneros (29,1 % de la población de la ciudad) vive en la pobreza y 55.000 (5,5 %) vive en la pobreza extrema”.

Estas cifras contrastan con las millonarias inversiones que se han hecho en la ciudad como fue la construcción de la Refinería y con los anuncios de nuevos proyectos como la protección costera, el Plan Maestro de Drenajes Pluviales, la Quinta Avenida de Manga, la conversión del Cerro de La Popa en un Bosque de Paz y el plan de vivienda, más de 500 mil millones de pesos que serán ejecutados en los próximos dos años.

Por tanto, no podemos pensar que hay una preocupación por las cifras de pobreza desde el Gobierno, sino porque el entramado de la corrupción local es tan complejo que estas obras podrían tardar muchos años – como sucedió con Transcaribe, que aún no termina de implementarse – y para los empresarios es mejor negocio centralizar los sobornos por asignación de los contratos a nivel nacional, que someterse al laberinto de la corrupción local.

La misión de Sergio Londoño Zurek es cuidar las finanzas de los grandes empresarios y a mantener la corrupción local en el marco de los acuerdos a los que se habían llegado con el Gobierno de Juan Manuel Santos. No podemos esperar pulcritud de una ficha de un Gobierno sumido en escándalos de corrupción como el de Santos, por eso no podemos creer en quienes ven en Londoño una especie de funcionario incorruptible que viene a ordenar la casa para acabar con la pobreza y la corrupción, sino que viene a asegurarse que el botín no se disperse en los intereses de los distintos financistas de Manolo Duque.

No más salvadores…

Cartagena debe entender que la solución a sus problemas no provienen de elegir alcaldes ‘populares’ como Manolo Duque ni de salvadores que envían desde la Casa de Nariño como Sergio Londoño Zurek, sino de la posibilidad de que la clase trabajadora y los sectores populares se organicen y se haga un Paro Cívico que exija soluciones de fondo a la situación de miseria en la que vive la mayor parte de la población de esta ciudad.

Así lo demostró la población de Buenaventura y Chocó, cientos de años creyendo en políticos liberales, conservadores y de los nuevos partidos burgueses y solo con un mes de lucha del pueblo, se vislumbra una posibilidad de empezar a solucionar sus problemas, aunque todo dependerá de que continúe la movilización para hacer cumplir los acuerdos.

Desde las centrales obreras, los sindicatos y las organizaciones populares se debe convocar una gran movilización contra todos los corruptos, preparar el paro cívico contra el cobro de peajes y hacer que esos 500 mil millones de pesos se inviertan en las necesidades de una población que se hunde en la miseria.

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