Mocoa y las marchas uribistas: las dos tragedias del 1 de abril

Al amanecer del 1 de abril se produjo la avalancha que sepultó a más de trescientos habitantes de barrios pobres de Mocoa. Tal como señala otro artículo en esta edición, de esa tragedia no es responsable la naturaleza, ni las intensas lluvias. Es responsable político el gobierno de Santos, los anteriores (el de Uribe incluido) y los gobiernos departamental y municipal que, plenamente advertidos de los riesgos, no tomaron ninguna medida de prevención.

Autor: Pedro Pedraza G. Bogotá, 11 de abril de 2017.

Paralelamente, para todos los trabajadores, oprimidos y explotados del país, en las horas de la mañana del 1 de abril tuvo lugar un hecho en el que se expresa, a otro nivel, una gigantesca tragedia política: las marchas uribistas en varias ciudades, convocadas por una variopinta coalición de fuerzas, todas ellas de carácter reaccionario.

Las marchas, levantando hipócritamente las banderas de lucha contra la corrupción del gobierno (intentando ocultar a la vez los propios escándalos de corrupción del gobierno Uribe y todos sus secuaces) congregaron a varios miles de manifestantes.

Más allá de su número, que fue significativo, el hecho decisivo es que, con ellas, la derecha reaccionaria del país apareció ante millones de trabajadores como la abanderada de la oposición, de la denuncia y lucha contra un gobierno completamente desprestigiado; gobierno que tiene a sus espaldas (“me acabo de enterar”) no sólo la fraudulenta financiación por parte de la multinacional Odebrecht de su campaña política; que es el defensor incondicional de las multinacionales mineras, contra las cuales los pobladores de los municipios votan en las consultas populares (Piedras, Cajamarca); que es el distribuidor de mermelada a diestra y siniestra; que redujo el salario real de millones de trabajadores con un mísero aumento a inicios del año combinado con una brutal reforma tributaria. Es decir, la derecha “pura y dura” apareció, en esas marchas, enarbolando banderas que deberían estar en otras manos; lo cual confunde a miles y miles de trabajadores y configura una verdadera tragedia política.

 

Los agentes de Santos facilitan que Uribe se fortalezca

Las direcciones políticas, sindicales o de organizaciones sociales que actualmente son vistas por miles de trabajadores, campesinos pobres, indígenas, comunidades afro, oprimidos y explotados, como sus direcciones, se han convertido desde hace ya varios años en agentes abiertos o vergonzantes del gobierno de Santos y de sus políticas.

Al colocarse en esa posición dejaron abandonadas las banderas de la lucha contra el gobierno de turno y sus planes y, por esa vía, facilitan y son en gran medida responsables del que pareciera ser un fortalecimiento de la derecha que, luego del triunfo del NO el 2 de octubre, está ya en abierta campaña electoral para el 2018.

Esas direcciones hacen lo divino y lo humano por “facilitar la vida” al gobierno; aduciendo como único argumento que él es el “garante de una paz negociada” para las organizaciones insurgentes. La gran mayoría de esos dirigentes le garantizaron a Santos su triunfo en la segunda ronda en 2014. Son verdaderos sacamicas del régimen y del gobierno.

Ese vergonzoso papel de sacamicas del gobierno Santos lo ha encabezado Clara López, anterior presidente del Polo y dirigente de un sector del mismo, como ministra de Trabajo. En forma vergonzante los otros sectores del Polo han sido sus cómplices, ya que fueron incapaces de expulsarla por haber pasado a servir al gobierno al que dicen oponerse. Similar papel ha cumplido, hasta el límite de sus fuerzas, la dirección de Fecode; traicionando abiertamente las luchas del magisterio y facilitando que los planes del gobierno contra el gremio avancen cada día más. A un nivel superior, más vergonzoso aún, han sido ayudantes del gobierno de Santos la mayoría de la burocracia sindical de la CUT, que unida a la de la CGT y CTC protagonizaron el sainete o farsa de la “negociación” del salario mínimo; donde lo único que negociaron fueron sus propias prebendas.

Las direcciones del Partido Comunista, de la Marcha Patriótica, del Congreso de los Pueblos, por su parte, han tenido como preocupación fundamental “acompañar” la implementación de los Acuerdos de La Habana con las FARC o presionar y contribuir a que la negociación con el ELN tome cauce. Son igualmente responsables de que las banderas de una lucha decidida y abierta contra el gobierno no estén en manos de millones de trabajadores sino en manos de unos cuántos miles de seguidores de las fracciones más reaccionarias de la burguesía.

 

Las Madres huérfanas

La burocracia sindical y las direcciones de las organizaciones reformistas que respaldan a Santos son expertas en disfrazar u ocultar su política traidora con declaraciones y comunicados. Como se dice popularmente: ¡pura paja! Nunca pasan de las palabras a los hechos.

La mejor demostración de lo que afirmamos, en las últimas semanas, es el absoluto abandono en el cual han dejado a la heroica lucha de las Madres Comunitarias; una lucha que por sus objetivos interesa a millones de trabajadores.

El gobierno de Santos, ministra de Trabajo incluida, se declaró rabiosamente en contra de la sentencia de la Corte Constitucional que reconoció sus derechos laborales y solicitó, a través de la Directora de Bienestar Familiar, la nulidad de esa sentencia.

Las Madres Comunitarias, que se lanzaron al paro para exigir a la Corte que mantenga la sentencia anterior, han desarrollado su lucha en la más completa orfandad. La dirección sindical ha sido incapaz de lanzar un movimiento nacional de respaldo y solidaridad a sus demandas. La burocracia sindical y las direcciones reformistas, cuando de respaldar a Santos se trata, son capaces de vender (en este caso abandonar a su suerte) hasta a sus propias Madres.

La anterior es la triste realidad de la tragedia actual de los trabajadores. El único camino que existe para defenderse de los planes de la burguesía, llámese Santos o Uribe, es avanzar en una lucha encarnizada por echar de la dirección de las organizaciones sindicales, obreras y populares a quienes actualmente las dirigen, conformando una nueva dirección, con principios revolucionarios, independiente de cualquier compromiso con cualquier gobierno burgués. Esa será una lucha encarnizada, difícil, compleja. Pero es la única que puede hacer que la clase obrera supere todas las tragedias que actualmente la aquejan.

 

Comentarios cerrados