Los trabajadores de Blas de Lezo fueron asesinados por los empresarios y la corrupción

En la mañana del jueves 27 de abril, varios trabajadores advirtieron que el edificio que construían en el barrio Blas de Lezo de la ciudad de Cartagena, estaba cediendo. A los pocos minutos colapsó y la cifra que ha dejado hasta ahora es de 17 muertos y 23 heridos.

Autor:  Antonio Romero

 

Blas de Lezo es un barrio obrero, surgido de la expansión urbana de la ciudad en el Suroccidente de la mano del desarrollo de la zona industrial de Mamonal, sus casas son amplias, pero con la oleada de privatizaciones y la pauperización laboral, estas familias han crecido y ya no pueden sostenerlas. Por eso en los últimos años los propietarios han vendido los lotes a firmas de ingenieros que ofrecen levantar en ellos un edificio y a cambio les dan dos apartamentos y una suma de dinero, es en este contexto que sucede la tragedia.

El resto es una ciudad en la que el negocio inmobiliario es toda una mafia, pues en la zona norte y en el centro histórico se construyen viviendas de hasta 5.000 millones de pesos y por eso toda la atención de las administraciones está en estos jugosos negocios. Hacia el sur, la ciudad es un caos y el Plan de Ordenamiento Territorial es solo un documento con el que funcionarios de rango medio negocian con los constructores un dinero extra para sus empresas personales y electorales.

Manolo Duque, el actual alcalde, es oriundo de Blas de Lezo, pero su administración está al servicio de poderosos financistas que desde hace ya varios gobiernos se han tomado la Alcaldía de Cartagena y la tienen pignorada. Por eso el Alcalde, que tiene el periodismo como profesión, ha hecho de esta tragedia un espectáculo mediático, con funcionarios del nivel nacional visitando la zona, con recorrido a hospitales y ceremonias religiosas.

Los empresarios tampoco aparecen, Wilfran y María Quiroz se dedican a comprar casas y levantar edificios. Contratan a destajo a sus trabajadores, sin ningún tipo de seguridad, varios de los fallecidos son de origen venezolano, que estaban buscando en esta ciudad una salida a la crisis que atraviesa su país. Tampoco tenían licencia, aunque eran visitados por funcionarios de los entes de control urbano y autoridades policiales, que recibían el pago por omitir trámites.

Estos trabajadores fueron asesinados por esa combinación de empresarios y administración, por la crisis social que ha llevado a las familias a vender sus casas en los barrios obreros para levantar edificios, por la especulación inmobiliaria, por la corrupción. Este Primero de Mayo, la clase trabajadora de la ciudad, marchará en su memoria.

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