¡No a la masacre en Alepo! ¡Todo el apoyo a la revolución siria!

En los últimos días, la dramática situación de Alepo atrajo la solidaridad de los pueblos de todo el mundo. Y no fue por casualidad. Las escenas de una ciudad sitiada bajo intenso bombardeo de las fuerzas aéreas siria y rusa, con niños muertos retirados de los escombros, mujeres prefiriendo el suicidio a ser violadas por las fuerzas militares del régimen, jóvenes enviando mensajes de adiós por internet, convoyes de ayuda humanitaria y ambulancias ametralladas y bombardeadas por el dictador, traen a la memoria la ciudad de Guernica, bombardeada despiadadamente por la fuerza aérea nazi durante la guerra civil española. El fascismo se caracteriza por la utilización de métodos de guerra civil contra la población, y no hay dudas que la dictadura de Assad usa métodos fascistas contra el pueblo sirio.

En Alepo se destruye la narrativa hipócrita de que en Siria hay una guerra civil entre el régimen “laico” del dictador Bashar al-Assad y grupos rebeldes terroristas.

La dictadura afirma que está combatiendo terroristas del Estado Islámico. ¿Alguien cree que los 500.000 sirios asesinados por el régimen Assad o los 12 millones de refugiados son terroristas? ¿Qué los niños muertos por los bombardeos son terroristas?

Lo que de hecho hay es una guerra del dictador contra la población siria que se levantó en marzo de 2011 por libertades democráticas y justicia social, como parte de la “primavera árabe”. El dictador y sus aliados prefieren matar a medio millón de civiles, expulsar a la mitad de la población de sus hogares y destruir villas y ciudades para no abandonar el poder.

Potencias se unen para ahogar en sangre la revolución siria

Assad y su régimen permanecen en el poder por el apoyo militar y político de Rusia y de Irán. Este último provee recursos financieros y militares a través de milicias sectarias del Líbano (Hezbollah), Irak, Irán, Afganistán y Yemen con millares de combatientes. Rusia provee armamento de punta y bombarderos pesados, terrestres y aéreos, además de efectuar esfuerzos diplomáticos para garantizar que la masacre en Siria sea efectuada sin interferencia de nadie. Para ese fin, Putin negocia con los gobiernos de los Estados Unidos, Europa, Israel y Turquía.

Los gobiernos de los Estados Unidos y de las potencias europeas se esconden tras las protestas contra la violencia en Siria. Hace pocos días, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, afirmó que Assad tomó Alepo y pidió compasión con la población civil. El gobierno francés pidió una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, que terminó sin ninguna conclusión. Pero no hay ninguna acción además de palabras. Ninguna sanción contra el régimen de Assad, contra Rusia o contra Irán. Ningún armamento les fue entregado a los rebeldes para que se defiendan. Ni siquiera se garantizó la ayuda humanitaria para Alepo. Por el contrario, en octubre último, la Coordinación Nacional Siria (CNS) denunció que John Kerry pidió para que bajasen las armas en Alepo y se dirigiesen a Raqqa para luchar contra el Daesh (grupo fascista autodenominado Estado Islámico). Las principales potencias imperialistas en el mundo se limitan a permitir que sus socios rusos e iraníes hagan el trabajo sucio de ahogar en sangre la revolución popular siria.

Ya los gobiernos de Arabia Saudita, Catar y Turquía completan el círculo de enemigos de la revolución siria. En plena batalla de Alepo, esos gobiernos redujeron la ayuda financiera y militar a los rebeldes sitiados en Alepo. No fue por casualidad que el régimen sirio arrojó panfletos sobre Alepo exigiendo la rendición de la población, ya que todos los países del mundo la abandonaron.

El gobierno turco llegó al punto de mover los pocos batallones del Ejército Libre de Siria bajo su influencia para Al-Bab y Raqqa, en lugar de luchar para romper el cerco a Alepo. Eso prueba que el gobierno turco jamás apoyó verdaderamente la revolución, así como ningún gobierno árabe. Y la parca ayuda que prestaron a los rebeldes fue con el objetivo de controlar la oposición, debilitar al Ejército Libre de Siria y cambiar el carácter de la revolución democrática para una guerra sectaria.

Estalinismo internacional apoya la masacre

Frente al sufrimiento de la población siria sitiada en Alepo, la reacción de las organizaciones estalinistas, castro-chavistas y aliados fue de conmemoración. La mayoría de los partidos reformistas acompañan al estalinismo en la defensa de la masacre de Alepo.

En su afán de defender un régimen asesino, esas organizaciones mienten sobre los hechos y utilizan una falsa metodología de análisis.

Ellas repiten la justificativa de “Guerra contra el terror” utilizada por la dictadura siria, así como por George W. Bush para promover la invasión y las masacres en Afganistán e Irak.

Lo que ocurre en realidad es que el terror de estado de Assad practicado en varias partes de Siria y ahora llegado a Alepo produjo tal grado de destrucción en toda forma de supervivencia, y asesinatos a sangre fría de mujeres y niños en nada diferentes del terror del Estado Islámico.

El Estado Islámico fue expulsado de Alepo hace dos años por las fuerzas rebeldes. Pero esa misma organización retomó hace dos días la ciudad de Palmira, que estaba bajo control del régimen, en clara combinación con Assad para colocar una cortina de humo sobre la masacre de Alepo y alimentar la mentira de que el Estado Islámico y los rebeldes son la misma cosa.

Otra mentira sórdida está relacionada al apoyo de Assad a los palestinos. Todos los palestinos saben que el régimen de Assad es enemigo de la causa palestina. Hafez al-Assad invadió el Líbano en 1976 para impedir que la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y el Movimiento Nacional Libanés destruyesen las milicias fascistas y cambiasen el régimen del país. En los años de 1980, bombardeó los campos de refugiados palestinos en el Líbano. En 2012, sitió el campo de refugiados de Yarmouk y lo bombardeó despiadadamente hasta su vaciamiento.

También lanzan mano de una falsa metodología de análisis. Afirman que ya que el régimen de Assad se autoproclama laico, él es más progresivo que varios de los grupos rebeldes que se autoproclaman grupos islámicos.

En primer lugar, autoproclamarse laico no es garantía de nada. El nazismo, el fascismo, el estalinismo, los racistas sudafricanos lideraban regímenes que se autoproclamaban laicos pero nada tenían de progresivo.

Segundo, el régimen Assad nunca fue laico. Siempre alimentó las divisiones sectarias para garantizar su dominación. Privilegió la minoría alauita en los puestos claves del Estado. Las milicias extranjeras que están masacrando la población de Alepo son de corte religioso como Hezbollah y los iraníes que se basan explícitamente en la defensa de la supremacía chiita. Cuando se inició la revolución en 2011, soltó centenas de prisioneros de ideología fundamentalista, favoreciendo el surgimiento de Al Qaeda y del Daesh, con quien estableció un pacto de no agresión para luchar juntos contra la revolución. Todo para debilitar y desfigurar las fuerzas de la revolución y crear una cortina de humo para sus políticas genocidas.

También dicen que Assad es antiimperialista, pero siempre fue condescendiente con Israel y amigo del FMI. Yasser Arafat decía que Assad era un león contra los palestinos y un conejo contra Israel. No es por casualidad que el establishment israelí prefiere la permanencia de Assad afirmando que prefieren un enemigo conocido a uno desconocido.

Recientes declaraciones de Assad elogian a Trump y proclaman que, si cumple sus promesas electorales, será un “aliado natural” de su régimen. O sea, Trump, el nuevo jefe ultraderechista del imperialismo, el enemigo de los pueblos árabes y del mundo entero, que nombró un ministro que defiende reconocer los asentamientos de Israel en toda la Palestina ocupada, será un aliado para Assad.

En realidad, esas organizaciones estalinistas y todas las otras que apoyan a Assad son cómplices del genocidio de Alepo, semejante a la Guernica en la guerra civil española. Se trata de una mancha de sangre sobre esos partidos, que nunca dejaremos que se olvide.

¿La revolución continúa?

Animados por la victoria en Alepo, Assad y aliados quieren tomar todas las áreas alrededor de Damasco, la provincia de Idlib y las ciudades al sur, que siguen como zonas liberadas bajo control de los rebeldes. Los gobiernos de los Estados Unidos y de Europa presionan a través de Ginebra y de los organismos internacionales por una solución rápida que no genere más refugiados. La elección de Trump no debe cambiar ese escenario y tal vez lo torne más explícito, ya que nombró a un empresario amigo de Putin –el CEO de Exxon Mobil– como secretario de Estado.

El gobierno turco retomó relaciones con Rusia e Israel, y prioriza el combate a las milicias kurdas, que son apoyadas por los Estados Unidos y por Rusia, pero no gozan de la simpatía de Assad y de los dirigentes iraníes. La Liga Árabe mal consigue reunirse y derramar lágrimas de cocodrilo, mientras suspira aliviada frente al debilitamiento de las revoluciones en toda la región.

La derrota de Alepo es muy importante, pero no es el fin de la revolución popular. Desde 2011, la revolución tuvo victorias y retrocesos. Hubo otras derrotas, como en la batalla de Homs, centro de la revolución desde su inicio, ciudad que fue sitiada, bombardeada y posteriormente evacuada en los mismos moldes que Alepo.

La propia población de Alepo se incorporó a la revolución más de un año después de su inicio. La fuerza de la revolución debilitó enormemente el régimen de Assad, que se tornó una marioneta en las manos de Irán y de Rusia. Gran parte de los soldados sirios desertó o se recusa a luchar. La economía del país está en ruinas. El régimen Assad solo no cayó gracias a la masiva intervención iraní y rusa, sin la cual ya estaría liquidado. Y esa dependencia no tiene fecha para terminar, ya que es improbable que la amplia mayoría de la población siria apoye el régimen en el futuro.

Por otro lado, la batalla por Alepo llevó a las calles a miles de refugiados sirios y simpatizantes de la revolución siria en manifestaciones frente de las embajadas rusas en varios países, la mayor de ellas en Estambul. Hubo manifestaciones también en Jordania y en Kuwait, lo que nunca había ocurrido desde el inicio de la revolución. Y hay llamados a la defensa de la revolución siria en toda la región y en el mundo. Además, millares de combatientes rebeldes siguen armados, con fuerte raíces en las áreas liberadas.

Como análisis de la realidad, apuntamos la necesidad de acompañar el proceso sirio para evaluar si este tendrá o no continuidad. Como política, declaramos que nuestro apoyo a la lucha del pueblo sirio contra esa dictadura asesina y sus aliados se va a ampliar.

Las principales debilidades de la revolución son la falta de armamento pesado para hacer frente a la alta tecnología militar rusa y la estrategia adoptada por la desprestigiada Coordinación Nacional Siria, la cual está formalmente subordinada a la dirección del Ejército Libre que se encuentra en el exterior. Circulando entre Turquía y Ginebra, la CNS buscó permanente apoyo de los Estados Unidos y de las potencias europeas. Esos gobiernos no tienen ningún interés en el triunfo revolucionario en Siria y apuestan en las fuerzas rusas para liquidar la revolución y estabilizar la región. Es necesario constituir una nueva dirección para la revolución a partir de las fuerzas obreras y populares que luchan dentro y fuera de Siria, uniendo a los combatientes rebeldes y la población de las áreas liberadas, grupos de apoyo dentro de las áreas bajo control del régimen y del Daesh, así como los refugiados en el exterior. Esa dirección debe proponer una alianza con la población kurda, comprometiéndose con el derecho de autodeterminación y exigiendo que los líderes del partido kurdo PYD rompan con Assad y se unan a la revolución, utilizando todo el armamento estadounidense en su poder. Esa nueva dirección debe garantizar total independencia frente al imperialismo y todas las potencias regionales (incluyendo los sauditas, los turcos y los catarianos) y al mismo tiempo exigirles armas y ayuda humanitaria para que puedan vencer. Por fin, la necesaria solidaridad internacional.

La LIT-CI llama a todas las organizaciones sindicales, estudiantiles y populares a la solidaridad activa con la revolución siria y al apoyo a los millones de refugiados, exigiendo la inmediata concesión de vistos para migrar a los países que deseen, auxilio para vivienda, trabajo, legalización de diplomas, así como la libertad política para organizarse.

¡Fuera Bashar! ¡Fuera Daesh!

¡Por el retiro de todas las fuerzas extranjeras (EEUU, Rusia, Irán, Turquía, milicias sectarias libanesas, iraníes, iraquíes y otras)!

¡Armas pesadas para los rebeldes! ¡Ayuda humanitaria para toda la población!

¡Unificación de todos los grupos rebeldes en un nuevo ejército libre, bajo control democrático de la población trabajadora siria!

¡Viva la revolución siria!

¡Por una Siria libre rumbo a la Palestina libre, del río al mar!

Secretariado Internacional

Liga Internacional de los Trabajadores – Cuarta Internacional

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