Acuerdo 6 – Implementación, verificación y refrendación. Lo bueno, lo malo y lo feo

Lo bueno

-El último acuerdo, conocido como punto 6, fue uno de los recientemente acordados y de los más importantes para aquellos que andan preocupados por si las Farc sí se van a desmovilizar de verdad, o si de veras van a entregar las armas. La respuesta es sí: sí se van a desmovilizar de verdad, y no conservarán las armas; las Farc como guerrilla desaparecen para siempre del espectro de la izquierda colombiana, para convertirse en un grupo o partido legal. Así lo garantizan las comisiones y mecanismos de verificación con delegados nacionales de ambas partes y delegados internacionales.

Autor: Partido Socialista de los Trabajadores

-También está previsto identificar las necesidades y particularidades de las mujeres, los niños y grupos étnicos, aunque los proyectos o medidas específicas aún son nombres sin contenido.

-Se incluye una unidad de investigación sobre el paramilitarismo que si bien no es garantía es un compromiso público del gobierno.

-Hay un compromiso bilateral de desminado y de restitución de territorios a algunas comunidades indígenas.

Por eso no se puede votar NO

Lo malo y lo feo

-La financiación está sujeta a un plan aprobado por Conpes, en El Socialista, edición 703, ya explicábamos que el Plan del Consejo Nacional de Política Económica y Social (Conpes) incluye más de 1.200 proyectos, la mayoría de construcción de infraestructura (en beneficio de las empresas constructoras que además podrán pagar menos impuestos o no pagarlos), y planes de microcrédito para los pobladores (endeudamiento de los pobres en beneficio de los bancos) que aspira a endeudar a medio millón de campesinos.

-El acuerdo dice textualmente que “Se promoverá la participación del sector empresarial en la implementación de los acuerdos para contribuir a garantizar la productividad”, eso quiere decir, ni más ni menos que la implementación garantizará las ganancias de las empresas privadas y el beneficio a los más ricos, no sólo su parte en el pastel sino la garantía de que no se pondrán en riesgo sus intereses.

-También “estimularán la recepción de fondos procedentes de la cooperación internacional”, con lo cual se incentiva la injerencia imperialista sobre el país, no solo desde el punto de vista económico sino político, porque recordemos que quien pone el presupuesto pone las reglas.

-Si bien el acuerdo repite varias veces que se protegerán los derechos y que “en ningún caso la implementación de los acuerdos irá en detrimento de los derechos de los pueblos étnicos”, varias organizaciones indígenas se han manifestado en contra de la forma como se relacionaría la justicia especial con la justicia indígena, dado que los indígenas podrían comparecer ante la justicia especial para eludir el castigo que les imponen las comunidades, en franca violación a la autonomía de la justicia indígena. También se dice  que habrán mecanismos de consulta sobre la implementación de planes sobre los territorios ancestrales, pero en ningún lado dice que las consultas sean vinculantes, es decir, nada obliga al gobierno a respetar sus resultados.

-Mucho de lo que contiene como los mecanismos de participación, sustitución de cultivos, trato diferencial a las mujeres está sujeto a aprobación de leyes y estatutos por el congreso, otros están sujetos a disponibilidad de recursos como los Planes de Desarrollo Rural con Enfoque Territorial, es decir, que son promesas y no hechos.

-Las Farc y el gobierno manifiestan que “aceptamos el mecanismo de participación popular que la Corte indique y en los términos que este alto tribunal señale”, con lo cual la organización guerrillera abandona la exigencia de la constituyente para solucionar los graves problemas que aquejan al país y así aceptar el tramposo plebiscito. Por eso no se puede votar sí.

El acuerdo 6 es quizá el más técnico y difícil de leer de todo el texto, condensa en sí mismo todo lo acordado entre el gobierno y las Farc, y deja una conclusión contundente: la desmovilización de las Farc es un hecho, con casi nulas posibilidades de reversa aún si el plebiscito no aprobara el acuerdo.

Quienes albergan temores de que Santos le entregue el país a las Farc o que el acuerdo incluya una tendencia castrochavista, pueden estar tranquilos. Ese no es el problema. El problema es que el gobierno de Santos, con la ayuda del acuerdo, le seguirá entregando el país a las multinacionales, al imperialismo y a los grandes empresarios y propietarios, eso sí que debe preocuparnos a los trabajadores y a los probres.

Lo que podría ser progresivo o positivo está sujeto a la aprobación de leyes y estatutos que todavía no existen, y los mecanismos de consulta y participación no son decisorios. Todo está en el marco del plan de desarrollo de Santos.

En esta encrucijada, para no votar ni por el Sí ni por el No, lo invitamos a salir a las urnas el 2 de octubre para manifestarse y votar por una Constituyente.

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