Porque la Homofobia Mata: a las Calles Contra Toda Forma de Explotación y Opresión

El día 28 de junio de 1969, en Nueva York, cansados y agobiados por el abuso policial, gays, lesbianas y trans enfrentaron a la policía durante tres días cuando llegaron a hacer una redada en Stonewall tradicional bar de socialización LGBT. Mediante barricadas, piedras, botellas y manifestaciones de afecto homosexual en público mostraron su rechazo a los acostumbrados golpes, manoseos y extorsiones. Este hecho marcó un hito en la historia de la lucha contra la opresión; el silencio y la humillación se convirtieron en fuerza y la vergüenza se convirtió en orgullo. Desde ahí cada año se conmemora el GAY PRIDE, día del orgullo o de la ciudadanía.

Es imposible participar de esta conmemoración histórica de los 47 años de la revuelta de Stonewall, sin pensar en las 49 víctimas de la masacre de Orlando, sucedida hace poco más de un mes. Esas muertes nos recuerdan que pese a muchos avances formales y leyes, la homofobia y la transfobia siguen matando personas todos los días. La masacre de Orlando nos recordó que en América Latina según la CIDH, en un lapso de 15 meses mueren 594 personas LGBT por razones de prejuicio, en su mayoría hombres gay y mujeres trans. Día tras día niños y niñas LGBT sufren en sus escuelas y hogares la discriminación y la opresión, en un mundo y un país marcados por la ideología machista y judeocristiana, quienes en nombre de proteger a los niños están en contra de los derechos LGBT, sólo protegen sus propios intereses.

Hemos visto con frecuencia en los pasados días, los llamados de parte del sector LGBT para que las personas no se desnuden en esta marcha o se “comporten bien”, evitando mostrar sus cuerpos de manera escandalosa o “vulgar”, casi siempre estos llamados provienen de capas privilegiadas del sector LGBT, personas con trabajo, con educación y de cierta élite. Creemos que estos llamados son equivocados, evidentemente no es necesario desnudarse o mostrarse para protestar por nuestros derechos, sin embargo, no podemos empezar a repetir los discursos de los enemigos, reivindicamos el derecho de todas las personas a vestir como desean, más aun si eso es parte de su reivindicación política.

Estas concepciones son aliadas del “sé gay pero en tu casa” o, “mientras sigas siendo femenina y no se te note”, vemos que es una manifestación de transfobia. Las mujeres trans en su mayoría desprovistas de oportunidades de educación y empleo digno, avocadas a la prostitución para vivir y segregadas en todos los contextos, encuentran en sus cuerpos la forma de expresarse y manifestarse. Se olvidan seguramente de que las locas, las maricas, las machorras, las más marginales y menos convencionales fueron las protagonistas de la revuelta de Stonewall que hoy todos dicen reivindicar y no precisamente “se comportaron bien”.

La opresión, es la segregación social por causa de las diferencias de las personas que pueden ser por sexo, raza, religión, orientación sexual o identidad de género, edad, nacionalidad y varias otras. El capitalismo y los explotadores, se valen de nuestras diferencias para sembrar el odio y dividirnos, con el fin de evitar que luchemos unificadamente y también de explotarnos más, por ejemplo, las mujeres, los negros y otros grupos oprimidos devengan menores salarios siendo una forma de golpear a toda la clase trabajadora.

Las reivindicaciones democráticas conseguidas en Colombia como la igualdad jurídica, los derechos patrimoniales, el matrimonio y la adopción igualitarios, son muy importantes para las personas LGBT, son parte de su dignificación como humanos y miembros plenos de la sociedad. Sin embargo, mientras estas conquistas sean sólo en el papel y mientras que no tengamos los mínimos derechos como a la vida, la dignidad, la salud, todo eso será inútil. Un cartel en España decía: “¿para qué un anillo – de boda- si estaré muerto?”

Actualmente la lucha pasa por el mínimo derecho a la vida, contra las violaciones correctivas, exigir protocolos de atención diferencial en salud y presupuesto suficiente, sistemas de salud que permitan el tránsito de las personas trans que lo deseen, derecho a la maternidad y la paternidad para las parejas del mismo sexo, que las organizaciones sindicales se pongan a la cabeza de la lucha contra la discriminación laboral de las personas LGBT con programas especiales para su protección.

Ante cada crimen de odio las organizaciones de los trabajadores en unidad con los colectivos LGBT deben organizar la lucha con paros, mítines y huelgas; al tiempo que se exigen verdaderas investigaciones, al igual que los feminicidios, los crímenes de odio no son crímenes pasionales. También es indispensable acabar con los discursos de odio desde el aparato del estado, como el caso de concejales y congresistas que legislan en contra de los derechos de la población LGBTI y tienen libertad para difundir ideas homofóbicas como el caso del concejal Marco Ramírez y el senador Gerlein. Un ejemplo es la violencia institucional que impide que las personas LGBT puedan donar sangre, fortaleciendo el prejuicio de que la orientación sexual o identidad de género sea asociada a una conducta sexual desordenada.

El mundo capitalista puede mostrarse muy democrático, aprobar leyes contra la discriminación y por más derechos legales, también puede aprovechar al sector LGBT como un potencial “mercado rosa”, pero no puede acabar con la opresión en todo el planeta, ni completamente porque la ideología que la sustenta le es útil a los explotadores. Así como el estado burgués no acaba con el machismo sino que lo reproduce aunque hipócritamente diga combatirlo, tampoco acabará contra LGBT-fobia, ninguna de nuestras conquistas o derechos nos los han regalado, desde Stonewall hasta hoy todo es producto de nuestras luchas. Por ejemplo, Naciones Unidas dice combatir la discriminación, sin embargo, en sus sesiones se sienta sin pudor el representante de Arabia Saudita, como presidente de la Comisión de Derechos Humanos, mientras en su país de manera legal se oprime a las mujeres y las personas LGBT, no se requieren mayores pruebas de su hipocresía, y de que explotados y oprimidos no podemos depositar en ellos ninguna confianza.

Por eso desde el Partido Socialista de los Trabajadores estamos convencidos de que la lucha contra la opresión debe ser una lucha de toda la clase trabajadora de conjunto, únicamente uniendo la lucha de los explotados y los oprimidos lograremos superar este sistema; únicamente la salida socialista resolverá la opresión.

¡No a la LGBTI-fobia!

¡Alto a los crímenes de odio y castigo a los culpables!

¡Contra la discriminación laboral y por empleo digno!

¡Enfoque de salud diferencial con presupuesto suficiente!

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